A propósito de la fracasada provocación internacional anticubana, en la que participó la hija de un ex presidente de Chile, los medios de comunicación pretendieron hacernos creer que los vicios privados de unos cuantos debían ser de interés de todos. Grosero error mediático, al tratar de convertir aquellas inmoralidades en carácter de derecho de bien público.
Los medios de comunicación no consideraron que esos intereses y desenfrenos privados se transforman en especies de cuidado colectivo, sólo cuando los inmorales que tienen domicilio político conocido, pretenden imponer y obligar al otro a que cumpla las deshonestidades de la traición al pueblo. No hay nada peor y más vomitivo que aquello, y eso en este caso lo percibió la gente.
Por eso, dada la gravedad de los hechos y a pesar del esfuerzo comunicacional, aquellos vicios privados fueron rechazados por la población de todo el país, y por la ciudadanía del continente que se sumó para preservar el bien común.
Afortunadamente, existen pueblos con la sangre caliente y que jamás permitirán, como dice José Martí, que los dedos del extranjero deshonesto cumplan sus pretensiones de deslizarse en él para encontrar la carne blanda, y ahí apuntar con la idea de resucitar los fantasmas fascistas.
Países como Cuba, no aceptarán las viejas concepciones “soberanistas” del poder extranjero, y lo harán desde la diplomacia que siempre les ha caracterizado. Con ello dan muestras de que el fin de la historia no es tal, y que ésta recién comienza a escribirse en cada pueblo latinoamericano, por tanto, ese pueblo frenó con todas sus fuerzas el control al que pretendían someterle.
En este sentido, el Estado cubano jamás permitirá la restauración de antiguas ideas foráneas que fueron expulsadas hace décadas por un puñado de jóvenes barbudos -con el apoyo de la gran mayoría de los isleños-, y que han consumado un proceso civilizatorio destacado por todos los pueblos del mundo.
Hay que tener presente que aquellos grupos organizados que pretendían aprovecharse de las normas y saberes de un pueblo estoico como el cubano, buscaban re-significar aquella forma de “ser pueblo”, sólo para mejorar la competencia del sistema en materia de poder y control, y lo hacen porque Cuba demostró el fracaso de la experimentación neoliberal.
Al mismo tiempo, y por las acciones de esos innobles sujetos que buscaron consumar sus vicios e intereses en Cuba, y de paso en todo el continente, hemos constatado que el mercado de la información mundial es impuro, imperfecto, tendencioso, y difunde ampliamente mentiras publicitarias que nacen de una concentración de medios, de un monopolio que busca la regulación social para trabar los avances que la misma población latinoamericana exige.
Pero cuidado, esos intereses destructivos en contra de sociedades enteras que estos grupos de poder y control poseen, los tienen adherido a la piel como una enfermedad, y pretenden contagiarnos para así neutralizar derechos sociales como la educación, para detener los avances en la salud, y aniquilar a la “Familia Bolivariana”; es decir, esos grupos reaccionarios pretenden destruir ese lugar de resistencia, destruir ese lugar en donde se fundan todas las formas creativas de lucha.
Cuba es un país independiente, como lo es también la soberanía de cada uno de los pueblos latinoamericano. Y en estos pueblos la lucha se articula con la vida, y se manifiesta con la participación colectiva de una identidad que se despliega con igualdad y en paz, y por eso el discurso de unidad molesta a la sociedad neoliberal, que nuevamente, y una vez más, ha movido sus piezas, esta vez fracasadamente.
Por Sergio Reyes
Periodista
Santiago de Chile, 11 de marzo 2017
Crónica Digital