De este modo se
esfuma la utopía fundante del sistema de AFP, que promete rendimientos de largo plazo superiores al incremento de la masa salarial, que es la que sostiene los sistemas de reparto y asimismo crece a un ritmo similar al PIB. Queda así al desnudo el verdadero carácter de este sistema, que no busca mejorar las pensiones sino transferir una proporción siempre creciente de las remuneraciones a los mercados financieros, para ganancia suculenta y exclusiva de sus operadores y los grandes grupos económicos que reciben parte de este flujo como préstamos y capital accionario, ni un peso de lo cual van a devolver jamás puesto que su masa acumulada siempre crece. Hay que terminar cuanto antes con este abuso monstruoso.
El sistema de AFP está muerto desde entonces, solo que todavía no se dan cuenta. Un derrumbe similar sobrevino a los sistemas de pensiones basados en la capitalización individual que algunos países europeos habían creado antes de la crisis de 1929. El diagnóstico de la Comisión Bravo correctamente proyecta rentabilidades razonables hacia el futuro, las cuales calcula que no serán capaces de autofinanciar pensiones de más de un quinto de las remuneraciones promedio. El asunto no tiene vuelta, hay que terminar cuanto antes con este sistema.
La
propuesta C de la referida comisión, presentada por la Profesora Leokadia Oręziak, demuestra que al terminar con las AFP y restablecer el sistema de reparto es posible jubilar hoy a todas las personas que han excedido su edad legal de retiro, lo que significa aumentar el número de pensionados por edad en un 40 por ciento y reducir la edad efectiva de retiro, que hoy es cercana a los 70 años, a la edad legal, la que no es necesario modificar por mucho tiempo. Luego se puede duplicar el monto de todas las pensiones existentes y reajustarlas sucesivamente según las remuneraciones.
Todo ello se puede sostener exclusivamente en base a las cotizaciones, cuya tasa se puede mantener sin cambios asimismo por mucho tiempo ahorrando al fisco más de dos billones de pesos al año que gasta en subsidios directos e indirectos a las pensiones AFP. Ello es sustentable hasta donde se puede proyectar, bien entrada la segunda mitad del siglo, aun considerando escenarios demográficos y de crecimiento económico extremadamente conservadores.
Todo ello resulta bien evidente si se considera que en octubre recién pasado, el último mes disponible, las cotizaciones sumaron 461.315 millones de pesos, mientras que todas las pensiones pagadas por el sistema de AFP en su conjunto, incluyendo pensiones vitalicias, sumaron 217.133 millones de pesos y en los últimos doce meses el monto de las cotizaciones recaudadas fue 2,2 veces más que las pensiones pagadas.
El dinero de las cotizaciones debe utilizarse para pagar pensiones y no para jugar a la ruleta de los mercados financieros internacionales, para ganancia de unos pocos, mientras se pagan pensiones miserables.
Por Manuel Riesco
Santiago de Chile, 20 de febrero 2016
Crónica Digital