2025: un año crucial para un ejercicio democrático nacional

Por Marcel Garcés Muñoz

Francamente el escenario político chileno de 2025 – con la perspectiva electoral presidencial a finales de año, y un desafío histórico para el futuro del país, aparece, por lo menos confuso, inestable, y riesgoso.

La violencia de la delincuencia –atribuída comunicacional y machaconamente a una falta de control, ineficacia del aparato policial y de seguridad del gobierno del presidente Gabriel Boric, y la corrupción.

Los titulares de primera página presentan una imagen crecientemente atemorizante diaria y permanente, destinada a  generar un escenario cada día menos seguro y amenazante.

El objetivo es generar el miedo, la desconfianza, no solo en el gobierno, sino contra “el vecino”, los jóvenes, los “pobres”, o los políticos, y  potenciar la demanda de la Derecha de militarizar nuevamente al país, utilizando a las Fuerzas Armadas como instrumentos de una represión generalizada que “ponga orden”.

Publicaciones supuestamente  académicas, los principales medios de comunicación hacen “noticia”, editorializan  desarrollan campañas sobre la seguridad en las calles de las ciudades, los campos, las fronteras, con la “inmigración ilegal”, la “corrupción generalizada imperante”, la llamada “violencia organizada”, la delincuencia, los crímenes , los robos, el comercio callejero, los asaltos “cada vez más aterradores”, cuya estadística diaria ocupa los principales espacios de la crónica “roja”, titulares, editoriales, los noticiarios de una TV, con ribetes de “guerra sicológica”, y alarmismo.

Pero no se trata de ejercer el derecho a informar, sino revela una ansiedad de la Derecha política y empresarial chilena, por desestabilizar la institucionalidad democrática y los derechos humanos, ciudadanos y la estabilidad del país, generar inseguridad colectiva en la sociedad, cree el ambiente que incite al terrorismo, a tentaciones de violentismo político y aventuras conspirativas o sediciosas.

El libreto se completa y se coordina con un accionar de los representantes de la Derecha en el Parlamento, tribunales,  una retórica agresiva y “acusaciones constitucionales”, la orquestación permanente de campañas miserables, y un profuso despliegue de equipos de “analistas” ad hoc y políticos que  se proclaman defensores de la seguridad pública, y declaman sobre cierre de fronteras, retórica  xenofóbica contra de los migrantes, demandas de cárceles al estilo  “bukele” en el desierto nortino, islas o la Región de La Araucanía.

Por cierto el tono alarmista de la información aumenta día a día, busca generar deliberadamente un clima de terror con cualquier pretexto, incluyendo en el aparato represivo de la “seguridad municipal” la participación de las Fuerzas Armadas, el uso de la fuerza militar, el “gatillo fácil”, y la liberación de la responsabilidad en el uso desmedido de la fuerza, en la violación de los derechos humanos.

Junto con responsabilizar de algunos hechos macabros de la delincuencia a ministros o al gobierno, o con insolencia se acuse al Presidente de la República, de responsabilidad política, en el clima generado por los hechos, o en el repudio ciudadano.  Ello aunque, en muchos casos,  no se haya identificado a los hechores y su culpas, ni se hayan concluido o estén en proceso de investigaciones de la Fiscalía o de los expertos policiales correspondientes, o se esperen las conclusiones de la Justicia y las estadísticas oficiales sobre la criminalidad, cuyo ocurrencia es notoriamente magnificada a se genera un clima de terror, inseguridad o histeria colectiva en la opinión pública.

El uso maliciosos de una batería de demandas y  argumentos francamente  terroristas e irrespetuosos, infames, en el Parlamento o en el ámbito de los municipios y los representantes de la Derecha neofascista, sus alcaldes, y otros elementos de la “barra brava” derechista, parapetados en institutos de Opinión Pública o encuestadoras,  o en entes empresariales dan el ámbito social, para pretender generar una opinión publica  o electoral destinado a atacar al Gobierno y sus partidos, con un inocultable objetivo  político electoral de desestabilizar  al Gobierno del presidente Gabriel Boric, en el intento de el intento estratégico conspirativo de derrotarlo en las próximas elecciones presidenciales de noviembre de este año o deslegitimar su eventual triunfo.

Todo ello, con el obvio objetivo de militarizar el país, instalar la represión como instrumento  ejercicio del poder,  nuevamente dividir a los chilenos entre amigos y enemigos, justificar la “mano dura”, la militarización de la vida ciudadana,  violentar nuevamente la convivencia democrática, imponer el terrorismo fascista.

Se busca recrear el fantasma del “enemigo interno”, y generar el escenario de una “guerra interna”.

Este escenario incierto, y los propósitos verdaderos de la Derecha económica y política, su objetivo político, económico y de ejercicio del poder, son una amenaza para el futuro democrático del país y amenazan  los derechos humanos de los ciudadanos.

Por ello, el llamado ciudadano a los diversos sectores del progresismo – y sus liderazgos- no puede ser otro que el de la responsabilidad política y social con la democracia, los Derechos Humanos esenciales conquistados a fuerza de vidas, sacrificios, luchas, demandas, organización, sacrificios, de una unidad política, responsable, solidaria, dentro del respeto a la objetiva diversidad del sector, el comportamiento cívico de los diversos actores del escenario político y social, logrado tras el fin de la dictadura .

A todos y cada uno corresponde una responsabilidad histórica inevitable e irrenunciable. En este terreno es ineludible el  el llamado permanente al compromiso de la unidad. Y la cohesión.

A cada sector, Partidos, organizaciones sociales, sensibilidades,  personalidades, liderazgos, corresponde asumir su lugar en este desafío, que tiene que ver con el futuro, con el destino de la Patria.

Hay tareas de hoy, mirando el mañana: en primer lugar el compromiso de elaborar un Programa, junto al pueblo, a la ciudadanía, que garantice sus derechos a una sociedad justa, a una conducta cívica, responsable, pero sobre todo un compromiso con la justicia social, la defensa sólida de los Derechos Humanos irrenunciables: trabajo, educación, salud, vivienda, seguridad, previsión social, participación política y social en los grandes temas que interesan a la comunidad nacional.

Claramente el ejercicio, defensa y desarrollo de la Democracia deberá nacer de una conciencia, participación y decisión colectiva, más que de un acuerdo cupular.

Este deberá ser un primer ejercicio de participación social y democrática, que debería ponerse en práctica desde hoy mismo, y que obtendría así no solo su validación social política ciudadana, sino que sería una construcción colectiva, por lo tanto que sería inundado de la creatividad social popular, que le otorgaría una legitimación popular.

Así, y como conclusión este año lleno de candidatos, de retórica, de  definiciones contrapuestas, será un período crucial para un ejercicio democrático nacional, colectivo y popular.

A todos y cada uno corresponde una responsabilidad histórica inevitable e irrenunciable.

A cada sector, Partidos, organizaciones sociales, sensibilidades,  personalidades, liderazgos, corresponde asumir su lugar en este desafío, que tiene que ver con el futuro, con el destino de la Patria.

Hay tareas de hoy, mirando el mañana: en primer lugar el compromiso de elaborar un Programa, junto al pueblo, a la ciudadanía, sus derechos a una sociedad justa, a una conducta cívica, responsable, pero sobre todo un compromiso con la justicia social, la defensa sólida de los Derechos Humanos irrenunciables: trabajo, educación, salud, vivienda, seguridad, previsión social, participación política y social en los grandes temas que interesan a la comunidad nacional.

El ejercicio de la Democracia deberá nacer de una conciencia, participación y decisión colectiva, más que de un acuerdo cupular.

Este debería ser el primer ejercicio de participación social y democrática, que debería ponerse en práctica desde hoy mismo, y que obtendría así no solo su validación social política ciudadana, sino que sería una construcción colectiva, por lo tanto que sería inundado de la creatividad social popular, que le otorgaría una legitimación popular.

Así, como conclusión de esta año lleno de  candidatos, de retórica, de  definiciones contrapuestas, será un periodo crucial para un ejercicio democrático nacional ,colectivo y popular.

Y en el que cada cual será responsable, de sus actos, de sus palabras, arengas, omisiones y de sus determinaciones,

Entonces,¡Manos a la obra!

Hay que apurar el paso. Las circunstancias urgen. Debemos tener en claro los objetivos que nos amenazan desde la trinchera de los enemigos de la democracia, el progreso y los Derechos Humanos.

La responsabilidad histórica es con la ciudadanía, el pueblo, con el futuro y deben primar por sobre los cálculos electorales  mezquinos, las ambiciones, las camarillas o las diversas “sensibilidades”, que enturbian el caldo.

Debemos tener claro los objetivos de quienes se disponen a oponer su fuerza política, económica y social, a los objetivos democráticos y sociales  con que el pueblo busca construir su futuro.

Hay que llenar de sentido  las circunstancias que nos esperan.

Por Marcel Garcés Muñoz
Periodiata
Director de Crónica Digital

Santiago de Chile, 20 de marzo 2025
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