Por Marcel Garcés Muñoz
Los resultados de la segunda vuelta de la elección de Gobernadores de este 24 de noviembre configuran un objetivo escenario de derrota para los propósitos de la Derecha chilena, que no ocultaron su estrategia de convertir la contienda en una nueva fase de su “guerra interna” contra el gobierno constitucional del Presidente Gabriel Boric, y en una batalla subversiva contra la institucionalidad democrática del país.
De eso se trataba cuando se argumentó en el discurso y la propaganda derechista que la contienda electoral debería ser asumida como un “plebiscito” sobre la autoridad legítima del Presidente, una operación sediciosa de “desobediencia civil” y sabotaje coordinado en lo legislativo, económico y delictual, contra sus facultades constitucionales legítimas, y una acción concertada de “guerra sicológica”, una “guerra sucia”, contra sus propuestas políticas de progreso, cambio y perspectivas de futuro para el país.
Los abrumadores resultados de la votación por Claudio Orrego, en la capital, un 55,03 por ciento (2.516,097 sufragios) derrotando al “pintoresco” populista, fracasado grosero y vulgar “polemista”, Francisco Orrego, levantado como alternativa de última hora por la Derecha, que no pudo convencer a otros personajes del sector a presentarse y que registró un 44.97 por ciento de las preferencias (2.055.959 votos), reflejan el escenario político real, confirmado por una mayoría abrumadora en 49 de las 52 comunas de la región Metropolitana.
Si se trataba de un “plebiscito”, entonces, fue contrario a la Derecha populista y altanera.
El triunfo abrumador de Rodrigo Mundaca, en Valparaíso, con el 62.51 por ciento, en Valparaíso, (774.499 votos)) contra la postulante de la UDI, María José Hoffmann,, que registró un pobre 37.49 por ciento de la votación, es otro dato inobjetable de la derrota de la Derecha en este escenario electoral.
Pero en una perspectiva más amplia, ambos ejemplos, tienen otros significados políticos que es necesario tener en cuenta, como el hecho inobjetable de que el protagonismo que pretendió ejercer la candidata presidencial- por ahora- de la derecha, la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, tanto en “su” comuna, como en Valparaíso, donde prodigó especialmente su retórica y afanes propagandístico, se convirtieron en un soberano ridículo, sobre todo cuando tras la debacle, intentó salvar sus responsabilidades en el desastre.
En concreto, los esfuerzos, campaña y demostraciones de “ternura” que prodigó la Alcaldesa de Providencia, ni siquiera surtió el efecto prometido de convertir la comuna, en barricada de su campaña presidencial, y en la confrontación interna en la Derecha y Republicanos y otras barricadas o tribus de la fraccionada Derecha chilena, objetivo real de su estrategia y desplantes.
Los votos, es decir la expresión de la voluntad democrática de los ciudadanos fue lapidaria: Claudio Orrego llegó al 52.34 por ciento de los votos, mientras que Francisco Orrego debió consolarse, junto a su abanico derechista (RN, UDI, Evopoli, demócratas, Amarillos y las bandas paramilitares al estilo de Pancho Malo, solo con un 47.66 por ciento de los sufragios.
Evelyn Matthei tuvo, entonces que ser más cautelosa en sus declaraciones y poner paños fríos y poner distancia a su febril entusiasmo y desdecirse de su retorica anterior:
”Que ustedes hayan pensado que efectivamente podía ganar ya es realmente darle mucho crédito a Pancho. Pero partió de la nada” reconoció, forzada por eso que se define como la porfiada realidad.
Menos reflexivo fue el ex presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, que en un grotesco gesto de euforia irrazonable, proclamó en la misma noche de la derrota, designar a Francisco Orrego como candidato para figurar en una “primaria presidencial” de la Derecha, frente a la edil de Providencia.
“Yo propongo a Francisco Orrego como candidato presidencial” vociferó patéticamente, agregando que “es una estrella de primera magnitud hoy”, declaró Larraín, desestimando, en un momento de euforia evidente, a la decaída postulante oficial de su partido, y de la Derecha “unida”, Evelyn Matthei.
Hizo bien el columnista de El Mercurio, Carlos Peña en su análisis del 25 de noviembre cuando califica a Francisco Orrego, y su postulación como “un ensayo fallido de la Derecha”, y la grotesca actuación posterior de Evelyn Matthei, subrayando como una reflexión necesaria que el resultado electoral significa una “grave lección” para ella, quien , apunta que, “luego de abrazar y apoyar y promover al primero (Francisco) hasta erigirlo luego de la primera vuelta en un símbolo, debiera comprender que esa actitud que subraya las creencias políticas y la actitud agresiva para defenderlas, está destinada al fracaso”.
Peña enfatiza en su análisis, que debiera ser reflexionada por las dirigencias o oligarquías políticas, y por los analistas, que “lo anterior es especialmente relevante si se tiene en cuenta que la ciudadanía (cuando de toma en cuenta el total de votos), está virtualmente dividida o separada en dos mitades, de manera que la diferencia quizá dependa en el futuro, de la capacidad de los candidatos para acompañarse con una ciudadanía, que, al revés de la actitud que ensayó la Derecha con Francisco Orrego, no está dividida por sus creencias y menos por la actitud que está dispuesta a adoptar para defenderlas”.
Peña insta a “abandonar la idea de que la competencia electoral es en realidad una guerra cultural. Y la izquierda, desde luego, acaba de darse cuenta de que no es verdad que todo está perdido y que en ella hay todavía hay imaginación y sensatez para ganar la adhesión de la gente”.
“Y lo que todos deben haber recordado- pero especialmente la derecha que ejecutó este ensayo- es que el éxito en política depende en parte importante de donde se traza la línea que define la posición propia e indica la del adversario, y que esta linea no puede estar dibujada exagerando las creencias que se tienen y las actitudes con que se las defiende, sino buscando aquella que hace sentido a la ciudadanía”, enfatizó el rector de la Universidad Central.
Son reflexiones, todas, que permitirá la generación de una estrategia nacional, que permita avanzar en un escenario democrático, en procura de los cambios y de una convivencia que esperamos para Chile, y a la que han aportado otros de los protagonistas de este momento, sin duda histórico para el país, sus ciudadanos, y su futuro. Y en la que esperamos participar desde nuestras páginas.
Pero aún queda tiempo para reflexionar, sobre todo en el progresismo, donde debe elaborarse una línea de acción política, una estrategia, y sobre todo una conducta responsable, patriótica, solidaria, creadora respetuosa de las historias, creencias, sueños , de cada ciudadano y sector de la historia patria, del protagonismo social y ciudadano.
Estamos en una encrucijada, No hay tiempo que perder. Y todos somos responsables.
Marcel Garcés Muñoz
Es periodista y director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 2 de noviembre 2024
Crónica Digital