No tengo duda que las grandes iniciativas no acontecen en castillos, sedes gubernamentales o palacios diplomáticos, sino en sitios populares, como bares, cantinas o restaurantes. Nuestra propia literatura y demás artes, se renovaron hasta principios de los 60 en torno a tertulias entre artistas y literatos alrededor de bares, como Il Bosco, siendo impensable la creación artística a través de latosos talleres literarios.
Por ello, cuando en la primavera pasada, disfrutábamos de platos típicamente chilenos en el restaurante Angel y Julio, enclavado en la antigua Barrancas, hoy comuna de Lo Prado, de propiedad de Carlos Flores, conocimos entre los muchísimos comensales, de diversas sensibilidades políticas que comparten almuerzos y charlas alegres a Ariel Medina, jefe de gabinete del Alcalde de Lo Prado.
Entre los variados temas que debatíamos por aquellos días, enmarcados en la más amplia pluralidad, una tarde nos referimos a Clotario Blest Riffo. Extrañado Ariel Medina, por el conocimiento sobre la vida y obra del sindicalista, le expresamos que se debía a que Carlos Flores era el Tesorero y yo el Presidente de la Fundación Clotario Blest.
Coincidió que por esos días exhibimos un documental sobre Blest, gestado por la Fundación y producido por Boba Producciones, al cual asistieron algunos personeros de la Fundación Salvador Allende de Montreal de paso por el país (exiliados desde 1976). Los comentarios sobre lo visto en la pantalla por parte de esos compañeros chilenos, motivó a considerar que el material audiovisual fuera presentado en Canadá, en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe militar. Durante días estuvimos esbozando en el “Angel y Julio”, el programa que debíamos cumplir en esa nación.
Paralelamente, nuestra Fundación suscribió un convenio con la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), justamente cuando dicha organización gremial rinde homenaje a Clotario, como su creador (1943). Ello nos llevó a invitar a esta entidad a sumarse a las actividades de la Fundación Allende en Montreal. Desafortunadamente la proliferación de conflictos laborales en servicios afiliados a la ANEF impidió el viaje de sus representantes a Quebec. Por nuestra parte, yo viajé en representación de nuestra organización. El día de partida fue fijada para el cinco de octubre, muy de mañana.
Conocer Canadá (etimológicamente de lengua indígena que significa “Pueblo”), ignorada geográficamente en nuestros textos escolares y turísticos, es todo un descubrimiento. Integra la mancomunidad de naciones británicas –junto a otras 15– bajo el reinado de Carlos III, soberano de la Corona del Reino Unido. Por consiguiente, Canadá es una monarquía constitucional, donde el Rey es el Jefe de Estado, expresado en un Gobernador General con sede en Ottawa, y un Primer Ministro, genuinamente elegido por los canadienses, que ejerce como Jefe de Gobierno. Es notoria la división entre anglos (Toronto) y gales (Montreal) que se palpa en su idiosincrasia. Pero particularmente en su idioma que además es el distintivo de su diferencia. Durante los convulsos años sesenta emergió un grupo urbano armado que propiciaba la formación del Estado de Quebec (francés). Tal intento fue abortado a través de un plebiscito donde el 70% de los quebequenses optaron por descartar la proclamación del separatismo. En lo económico sobreviven rasgos del viejo laborismo socialdemócrata ingles de los cincuenta del siglo pasado, donde la presencia estatal aún es descollante en espacios estratégicos. Llama la atención, por ejemplo, que en las ultramodernas autopistas no existan peajes, como también que las botillerías sean propiedad estatal. Asimismo, es sorprendente observar que los conductores de vehículos respetan estrictamente el reglamento del tránsito.
En la madrugada del 6 de octubre llegué a mi destino, Montreal, donde fui huésped por más de 10 días del compañero, Ariel Medina. Múltiples fueron las jornadas que nos organizaron nuestros anfitriones (la Fundación Salvador Allende de Montreal) para difundir el legado de Blest entre el pueblo solidario canadiense. La propia Federación de Trabajadores de Quebec que aglutina a más de 1 millón y medio de trabajadores, que por aquellos días efectuaba su congreso sindical, recibió como delegados internacionales fraternos a nuestra Fundación Clotario Blest. En la oportunidad se abordó el funcionamiento exitoso del fondo solidario (inspirado por el pensador anarquista Pierre–Joseph Proudhon) administrado por la propia federación sindical de Quebec como fórmula financiera alternativa a la banca privada o estatal.
Durante el certamen se resolvió rubricar un compromiso de intercambio sociocultural entre el sindicalismo de Quebec, la ANEF y nuestra Fundación Clotario Blest, que será oficializado en abril del próximo año. Otro convenio se materializó con el colectivo artístico “Poder Popular”, que dirige la chilena Carolina Echeverría, para cooperar en la instalación de su exposición itinerante en sitios públicos de Chile. La culminación llegó el 15 de octubre con la proyección de “Clotario, el documental”, que recibió elogiosos comentarios de todos los asistentes.
Por Oscar Ortiz. El autor es presidente de la Fundación Clotario Blest.
Santiago, 6 de enero de 2024.
Crónica Digital.