El programa de recuperación es una muestra de cooperación y solidaridad, afirmó Scholz durante una intervención en el Congreso del Partido Socialista Europeo.
Lo importante es que existe una Unión que trabaja junta, que acompaña a los países en su lucha. La solidaridad funciona y este es un signo muy positivo para el continente, subrayó.
Para algunos expertos, esas directrices lo distancian de Merkel, quien durante años aplicó como Canciller Federal una política de austeridad que comenzó a ceder desde el final de su mandato, tras la inyección de miles de millones de euros a las finanzas germanas para apoyar a las empresas y salvar empleos.
Scholz mencionó entre sus proyecciones inmediatas la digitalización, la modernización de la industria para que respete el clima y la creación de empleos «decentes» en Europa.
De acuerdo con declaraciones recogidas por medios de prensa nacionales, el trabajo y las pensiones son claves para el nuevo jefe de Gobierno en aras de generar «cohesión social y respeto».
La sociedad solo funcionará si todas las personas son respetadas sin importar si son arquitectos, ingenieros o trabajan en un taller. Debemos encontrar un nuevo modelo en el que los seres humanos se vean unos y otros como sociedad, afirmó.
Sin embargo, otras decisiones sobre política exterior lo acercan a su predecesora y dan la razón a los observadores que vieron poco probable un distanciamiento en el tema.
Los líderes de la Unión Europea (UE) manifestarán en su próxima cumbre, en Bruselas, su consentimiento con Polonia sobre la disputa con Belarús acerca de la crisis migratoria actual, afirmó días atrás Scholz, quien comentó que al bloque integracionista le preocupan supuestos “ataques híbridos” provenientes de Minsk.
Esa confrontación, que incluye a Lituania y Letonia, comenzó a principios de año, pero se agravó a partir del 8 de noviembre, cuando miles de indocumentados se acercaron a la frontera polaca desde el lado belarruso, donde permanecen.
Mientras las naciones occidentales acusan a Minsk de provocar el conflicto, el presidente belaruso, Alexander Lukashenko, reiteró que su país no es culpable de tal situación, la cual considera consecuencia de las guerras y las difíciles condiciones de vida que padecen las personas en esos Estados.
Por otra parte, el panorama político interno para el nuevo Canciller Federal alemán se muestra complejo en medio de un conflicto protagonizado por el llamado movimiento antivacunas.
Durante una intervención ante el Bundestag (Cámara baja del Parlamento), Scholz expresó que no permitirá que “una pequeña minoría de extremistas intente imponer su voluntad al conjunto de la sociedad”.
No obstante, lo cierto es que esa fracción gana fuerza y ya amenazó de muerte al ministro-presidente del Estado de Sajonia, Michael Kretschmer, quien recibió intimidaciones por parte de los opositores a la campaña de inmunización y a las restricciones para frenar el avance del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la pandemia de Covid-19.
En tanto, una docena de políticos germanos, entre ellos cuatro diputados, recibieron cartas amenazantes y presuntamente contaminadas con productos químicos que, según el diario Bild, anuncian una “resistencia sangrienta” contra la vacunación obligatoria que el Gobierno busca implementar.
Una de esas misivas fue dirigida al alcalde de esta capital, Michael Müller, quien aseguró que no se dejaría intimidar por una “minoría radicalizada”.
Los desafíos son varios para el nuevo Ejecutivo que deberá buscar su identidad y fortaleza, pero está marcado por un antecedente de 16 años de hegemonía conservadora que signó los destinos del país más desarrollado de Europa, cuya influencia es determinante en el rumbo regional.
Berlín,