Por Marcel Garcés Muñoz
Los resultados del Plebiscito del domingo 25 consolidan un proceso político y social histórico, acorralando a los enemigos de la democracia y los derechos sociales de los chilenos, abriendo una ruta de avances y de cambio, para la sociedad, para la política, la economía y el futuro del país.
Los ciudadanos han dado un veredicto contundente¨: un 78.3 por ciento de los ciudadanos participantes en la consulta. Se pronunciaron, por el “Apruebo” una nueva Constitución, y un 79 por ciento, por la instalación de una Convención Constituyente, para elaborarla, la que tendrá el carácter paritario- igual número de hombres y de mujeres-, elegida en la totalidad de sus integrantes por el voto ciudadano,
La opción “rechazo” solo alcanzo un 21.7 por ciento de los votos y la propuesta de una Convención Mixta- 50 por ciento de actuales parlamentarios y la otra mitad de representantes elegidos- solo llegó a un 21 por ciento.
Un somero análisis de otras estadísticas del plebiscito establece, según el escrutinio hasta las 0.15 horas del lunes 26, con el 99.47 de los sufragios, que se registraron 7.529.459 votos válidamente emitidos, de un padrón de 14.855.719, es decir un 50.6 por ciento, “la votación absoluta mayor de la historia”, según el presidente del SERVEL, Patricio Santamaría
La cantidad de votantes superó a la de la segunda vuelta presidencial de 2017, cuando se registraron 6.956.481 votos válidos, con un 49 por ciento de participación, y donde el actual presidente Sebastián Piñera, fue elegido con 3.790.577 votos, un 54.58 por ciento
Son cifras que hacen pensar además a la vista de la baja de la votación de su sector político, además de la baja ostensible de su aprobación y del rechazo ciudadano que apuntan las encuestas, el Mandatario no podría seguir utilizando desde el punto de vista político propagandístico, el argumento de su elección en 2017, en circunstancia que hoy la ciudadanía de manera tan rotunda, rechaza a su gobierno, a su bloque gobernante, y a su propia figura. (eso que llaman, “legitimidad de ejercicio”).
Además, dicho sea de paso, que un sector ultra, violentista, y terrorista de la derecha, que obedece a la orientación de la UDI, de José Antonio Kast, y De la Carrera, lo descalifica y le enrostra la responsabilidad de la derrota de este domingo 25, y que llaman, descaradamente al Golpe de Estado.
Esa es la escueta y abrumadora realidad, que ningún lastimero y demagógico discurso presidencial puede disfrazar o intentar asumirlo como propio, en medio de una fantasmal puesta en escena de descorazonados y patéticos rostros de ministros y otros funcionarios, en la puerta de La Moneda.
Entre otras cosas, además de la derrota de sus maniobras, son cifras que hacen pensar que el Mandatario no podría seguir utilizando amenazas, chantajes, provocaciones, montajes o acusaciones de violencia terrorista, por que el mensaje real, profundo de los ciudadanos es el “rechazo” al modelo económico neoliberal, a una política basada en eslóganes sacados del sombrero, y que se basa en descalificaciones y caricaturas de la oposición, a la que incluso se les criminaliza como antipatriotas, como “violentos” y aliados con agentes “extranjeros”.
Pero también, ese 78.3 por ciento del “apruebo” una Nueva Constitución es un castigo político a la coalición de gobierno, que ve con terror como la realidad rechaza a sus pretensiones de seguir manipulando la política nacional desde el parlamento u otras instancias.
Pero lo que importa es lo que dijo la ciudadanía, el fondo de su mensaje colectivo, nacional.
Este domingo 25, Chile, se pronunció por una Nueva Constitución, la que debe ser elaborada por la ciudadanía a través de la Convención Constituyente, elegida democráticamente, poniendo fin al pasado pinochetista que mantenía su amenaza sobre la democracia y su institucionalidad y la ciudadanía.
De alguna manera se puede sostener que hoy comienza el fin de la llamada “transición chilena” y su particular modo de mantención de instrumentos de la institucionalidad e ideología de la dictadura, y de elaborar compromisos con los violadores de la democracia y los derechos humanos bajo la dictadura de Pinochet.
Este domingo 25 Chile, rechazó el sistema neoliberal, el engendro Constitucional impuesto por la fuerza de las armas por la dictadura de Augusto Pinochet y la Derecha política y económica, a la privatización de la educación , de la salud, de la previsión social mercantilizada, de los normas anti laborales, al lucro como divinidad para las monopolios, los gremios empresariales.
Este domingo 25 de octubre Chile se pronunció por los legítimos derechos de los pueblos originarios, las minorías sexuales, los jóvenes, las mujeres, los discapacitados, por la libertad de prensa y de opinión, por la defensa de las riquezas naturales, el bosque, el espacio y las riquezas marítimas, así como el cobre, el litio, y otros minerales, como riquezas nacionales que el Estado debe proteger, salvaguardar y explotar.
Este domingo 25, Chile se pronunció por una verdadera Seguridad Nacional, y Fuerzas Armadas y de Orden, que no enfrenten a su pueblo como “enemigos” en una supuesta ”Guerra interna” y que defienda la Patria y sus objetivos democráticos, en una defensa activa y solidaria de la paz, contra la intervención y agresión militar, política y económica de la potencia imperial.
Pero la épica jornada de este 25 de octubre de 2020, tiene otras importantes lecturas, desafíos y amenazas.
En primer lugar, a la oposición, aún mostrándose los dientes, se le presenta la tarea de la unidad de acción, para convertir este triunfo en movilización, responsabilidad democrática, en gestos y acciones políticas conjuntas.
La magnitud de la marea democrática puesta en marcha convoca y demanda de los partidos y liderazgos, algo más que palabras de buena crianza, sino de una orgánica, que responda a las esperanzas colectivas y a los objetivos en juego.
La fuerza del mensaje popular es inequívoco. Y la magnitud del movimiento puesto en marcha exige claras definiciones y compromisos.
No se puede traicionar la esperanza del pueblo, ni se pueden poner por delante de las obligaciones históricas los intereses mezquinos de capillas, de oligarquías partidistas, de ambiciones de iluminados o aventureros.
Es una gran responsabilidad responder oportuna y responsablemente al mensaje de esta mayoría de ciudadanos nunca antes vista en Chile.
Pero hay que tener claro también, que la Derecha política, económica y los poderes fácticos no se van a quedar tranquilos y, además de tomar sus propias medidas conspirativas y sediciosas, esperan explotar las reticencias, las suspicacias, los afanes mezquinos, los intereses coludidos de empresarios y políticos, para malograr este triunfo histórico, para frustrar este gran movimiento en marcha.
Por lo tanto, y deberán perdonar la insistencia y quizás hasta la impertinencia: todos los chilenos, que celebramos este triunfo de la ciudadanía (nadie tiene derecho a apoderarse de él) esperamos los gestos correspondientes de los demócratas, de la centro izquierda, de la izquierda y todos los que sienten que su deber patriótico es contribuir en el sueño de un Chile mejor.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 27 de octubre 2020
Crónica Digital