Por: Isabel Gómez*
Matías Rafide: (Curepto, 5 de noviembre de 1929-Santiago, 31 de marzo de 2020)
El mundo de la literatura y las artes lamenta profundamente la partida del poeta, ensayista, diplomático y crítico literario Matías Rafide Batarce. Fue profesor de castellano en la Universidad Católica de Chile, doctor en Filosofía y letras por la Universidad Complutense de Madrid, desempeñándose además, en diversas Universidades de Chile, América y Egipto. Tuvo un destacado desempeño como agregado cultural de la Embajada de Chile en El Cairo. Miembro en número de la academia Chilena de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia española y de la Academia Norteamericana de la lengua española. Durante su larga trayectoria publicó más de 30 libros, entre los cuales destacamos: La novela hispanoamericana actual. Poetas españoles contemporáneos. Escritores chilenos de origen árabe. Nueva antología poética del Maule, esta última en colaboración con Enrique Villablanca.
Matías Rafide siempre se caracterizó por su inmensa generosidad, la que lo hizo estar presente y acompañarnos, en nuestros primeros pasos por la literatura. Lo conocí en Curicó, mi ciudad natal, en los años 80. Visitó nuestro primer taller literario Orlando González Gutiérrez, con quien compartía una amistad profunda que lo llevó a estar siempre presente en esa casona que albergaba a las y los escritores de la región del Maule. Eran los años de la lucha por la dictadura militar y Matías Rafide nos impulsaba a ser consecuentes con el derecho a la vida y el amor a las palabras y al estudio. De él aprendí que escribir es mucho más que escribir, es un oficio que trasciende la palabra y va más allá buscando encontrar un refugio donde la humanidad se reencuentre con los sentidos más prístinos del ser. Agradezco su infinita grandeza por no solamente difundir nuestra poesía, sino también por estudiarla y orientarnos en el oficio, especialmente en los sentidos que debemos descubrir en la acción de escribir.
Su ardua lucha en defensa del pueblo palestino fue encomiable, lo ayudamos a impulsar muchas acciones que tenían como objetivo desnudar las grandes injusticias que se han cometido con el pueblo palestino por largas décadas. Ten plena certeza que continuaremos impulsando acciones que vayan en esa dirección.
Gracias maestro por tu inmenso legado y porque nos enseñaste que la poesía es un aprendizaje constante, un compromiso con el ser humano, un bastión de lucha en donde habitan todas las verdades; la libertad es su propósito, su esperanza, su mejor poema.
En estos momentos severos para la humanidad, hace falta volver la mirada a estos hombres y mujeres que nos enseñaron tantas cosas y que continuarán enseñándonos desde su fecunda obra que agradecemos infinitamente, porque tuvo el propósito de enseñarnos a vivir, a mirarnos, a abrazarnos, a querernos desde este oficio que trasciende las voces y los imaginarios de todos y todas. Me despido con un fragmento del poema a su ciudad natal Curepto: “La ciudad de somnolientos transeúntes nos aguardan con sus muertos en paz. Mientras soñamos el último poemas sonriéndole a un azar indescifrable”.
*Poeta
Directora de La Sociedad de Escritores de Chile