Por Rafael Calcines Armas
Un singular festival de la canción de Viña del Mar, en el que la música, el humor y las protestas sociales confluyeron en el mismo escenario, marco el panorama de Chile en la semana que finaliza.
Si los organizadores de la 61 edición del festival pretendían mostrar al mundo un ambiente de normalidad en el país, el resultado fue radicalmente opuesto, pues el evento viñamarino, cuya fama trasciende a toda América Latina, resultó ser un amplificador del malestar popular acumulado durante 30 años y que estalló el 18 de octubre de 2019.
A lo largo de la semana la llamada Ciudad Jardín fue centro de violentos disturbios y de manifestaciones multitudinarias en contra de la celebración de un evento que a juicio de muchos de los participantes en las protestas solo es una fachada que ocultar las profundas desigualdades que prevalecen en Chile.
Para los detractores del evento, resulta una burla que las autoridades municipales dediquen grandes recursos para la organización del certamen, mientras que alegan no tenerlos para resolver necesidades básicas de los habitantes de la ciudad, tales como mejorar el transporte o la atención de salud.
Las protestas del domingo 23 de febrero cobraron tal intensidad que apenas pudieron ser contenidas por el enorme despliegue policial dispuesto para garantizar la seguridad en Viña, y que debió ser reforzado en los días siguientes con carabineros enviados desde otras ciudades y bajo la supervisión directa del ministro del Interior, Gonzalo Blúmel.
Pero si la represión policial pudo mantener a raya las protestas en las calles, imposible hacerlo en el anfiteatro, donde cada noche el público coreó consignas contra el presidente Sebastián Piñera y ovacionó a los artistas invitados que, unos con más fuerza que otros, expresaron su apoyo al movimiento social y denunciaron las desigualdades y la represión.
Figuras como los chilenos Mon Laferte, Francisca Valenzuela, Estefan Krámer y Javiera Contador, entre otros, lanzaron ácidas críticas sobre la situación imperante en Chile, e incluso los puertorriqueños Ricky Martin y Pedro Capó y el argentino Luciano Pereira, no callaron sus simpatías hacia las protestas populares.
La semana también se inició con la vuelta a La Moneda del presidente Sebastián Piñera, luego de sus vacaciones y arrastrando un rechazo popular que sobrepasa el 80 por ciento.
El lunes, en reunión con el gabinete, insistió en que la principal prioridad del gobierno para las próximas semanas será la recuperación del orden público en el país.
Asimismo anunció que impulsará un “acuerdo nacional contra la violencia y por la democracia” para buscar el más amplio respaldo y condena a los hechos de violencia que según consideró se recrudecieron durante enero y febrero.
Con ello, llamó al Congreso a aprobar con celeridad proyectos de ley para modernizar el cuerpo de Carabineros y el sistema nacional de inteligencia, y permitir la participación de las Fuerzas Armadas en el resguardo de lo que se considera infraestructura crítica.
Sin embargo, aparte del respaldo de la coalición del gobierno, el acuerdo anunciado por Piñera recibió un tibio reconocimiento desde otros sectores, pues a juicio de algunos líderes de oposición, un acuerdo más no va a resolver el problema si no existen propuestas sociales que respondan a las demandas ciudadanas.
Santiago de Chile, 1 de marzo 2020
Crónica Digital /PL