La protesta de los patipelados, los estudiantes y los sectores con más conciencia en contra de las alzas del transporte, desde el 18 de octubre se ha transformado en una enorme movilización nacional, extensa, masiva y perseverante en el tiempo. Sin liderazgos claros, pero con suficiente contenido y potencia para hacer tambalear el modelo neoliberal. De una protesta reivindicativa social, se pasó a una protesta de carácter política, puesto que se cuestiona a Piñera y su gobierno, a la elite política tradicional, al modelo neoliberal y 30 años que han favorecido a los grandes grupos económicos, a la colusión y la concentración del capital, con su secuela de abusos, desigualdad y exclusión social.
Cuantitativamente y cualitativamente, el pueblo está alcanzando niveles de organización y disposición a la lucha sin precedentes.
La única solución real y aceptada por el pueblo será cambiar las estructuras de poder, cambiar la Constitución y el conjunto de la institucionalidad heredada de la dictadura cívico–militar. En efecto, Chile despertó de un largo dormitar de 30 años y no aceptará más medidas de parche, menos aún “componendas políticas” por arriba o “acuerdos de cocina”. El conflicto sólo puede ser resuelto por una salida que logre democratizar nuestra sociedad hasta lo más profundo de sus cimientos y construya una sociedad de derechos sociales garantizados para todos.
En este cuadro, los hombres y mujeres progresistas debemos estar más unidos que nunca, insertos en los territorios y en cada espacio de organización social y territorial. Nos quedan largos días por delante, llenos de esperanzas y lágrimas, sufrimientos y alegrías, con el convencimiento seguro de que estamos en el camino correcto.
Estamos en momentos decisivos para la patria y los progresistas debemos asumir un papel de contribuir a la conducción y la organización de la ciudadanía en rebeldía. Piñera está acorralado con sus halcones, que presiona por represión, sin iniciativa política clara por el momento, sin comprender en su embriaguez de poder que sucedió, que paso con su oasis. El proyecto neoliberal está herido, pero Piñera juega al desgaste de la protesta.
Los tiempos corren a favor de los cambios y los aires de cambio social que ya soplan en América Latina se están sintiendo con particular fuerza a lo largo de nuestro país. El Chile que despertó tiene que permanecer en pie, en la perspectiva de lograr el objetivo básico para resolver las demandas que hoy se levantan en todas las calles: Plebiscito, Asamblea Constituyente, Nueva Constitución.
Los progresistas tenemos grandes desafíos que enfrentar y debemos ser capaces de estar a la altura de lo que exige el pueblo y la ciudadanía. Debemos avanzar con todo tipo de iniciativas para fortalecer y potenciar la unidad de todas las fuerzas políticas y sociales en disposición de levantar una alternativa nacional de cambios, con firmeza y humildad, por sobre todo con la conciencia tranquila que nunca fuimos ni somos parte de este modelo.
Adelante, con todas las fuerzas de la historia.
Por Pedro Abarca. El autor es Vicepresidente de Organización Regional del Partido Progresista de Chile.
Santiago, 2 de noviembre de 2019.
Crónica Digital.