El presidente de Chile, Sebastián Piñera, criminalizó las protestas masivas en su contra y declaró que el país se enfrenta hoy a una guerra.
En un intento por estigmatizar a los manifestantes y desvirtuar la atención de la opinión pública sobre el verdadero trasfondo de las protestas el mandatario declaró desde la guarnición militar de Santiago (capital) que la Nación austral enfrenta una guerra contra un “enemigo poderoso”,
Piñera reiteró que no permitirá que vándalos desestabilicen el orden y la democracia en el país, haciendo ver que los manifestantes son delincuentes contra los que debe arremeterse con toda la fuerza como hizo hasta ahora.
Algunas fuentes aseguraron a la prensa que detrás de los asaltos y actos de vandalismos están infiltrados de la derecha chilena, con el fin de justificar el uso indiscriminado de la fuerza por parte del Gobierno.
El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) denunció la víspera que desde que iniciaron las protestas ha habido casi medio centenar de heridos y varias torturas sicológicas y físicas durante las detenciones.
Sergio Micco, funcionario de ese ente explicó que de los heridos nueve están muy graves y de las personas detenidas, 151 son hombres, 61 mujeres y 71 son niños, niñas y/o adolescentes, de acuerdo a los testimonios recogidos por los profesionales del Instituto.
Comentó que hay varias querellas por violencia policial donde los detenidos acusan a las fuerzas policiales de uso desmedido de la fuerza, vejaciones, malos tratos, golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y hombres, maltratos sexuales, entre otras.
Analistas y manifestantes coinciden en que lo que pasa hoy en el país es resultado de las políticas neoliberales aplicadas por el Gobierno de Piñeira y que estás no son sino las primeras muestras de lo que vendrá.
Santiago de Chile, 21 de octubre 2019
Crónica Digital /PL