Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la derrota del nazismo y el fascismo, Europa se comprometió a no permitir jamás el retorno de períodos tan oscuros y tristes.
Aunque no son comparables con el terror sembrado por Adolf Hitler y Benito Mussolini, las acciones de grupos ultraderechistas y su creciente auge en varios países activan las alarmas y temores de la comunidad internacional que advierte sobre el peligro de olvidar un pasado tenebroso, en el que fueron torturadas y asesinadas millones de personas inocentes.
Tras las recientes elecciones del Parlamento Europeo, la directiva saliente del bloque comunitario celebró ‘el triunfo de la democracia y de quienes quieren trabajar por Europa’ e insistió en que el ascenso de la extrema derecha había ocurrido de manera contenida y en menor medida que lo previsto.
De acuerdo con informes preliminares, en total, organizaciones como Reagrupación Nacional (liderada por la francesa Marine Le Pen), La Liga del italiano Matteo Salvini, Alternativa para Alemania y el Partido de La Libertad de Austria, suman 73 escaños en la nueva Eurocámara.
Si bien esas fuerzas quedaron por debajo de las cifras vaticinadas y no cuentan con la cantidad necesaria para tener un papel determinante en la toma de decisiones, el respaldo alcanzado por ellas continúa siendo preocupante.
Los seguidores de esas concepciones triunfaron en naciones como Hungría, Polonia, Reino Unido, Italia y Francia, y amenazan con formar un frente unido, enfocado en la defensa de posturas extremistas, racistas y contrarias a la UE.
Durante 2018, Alemania registró siete mil 700 delitos de corte xenófobo y mil 799 actos antisemitas, cantidades superiores a las reportadas en 2017, según develó un informe del Ministerio de Interior de ese país.
De acuerdo con el documento, dichas cifras representan un aumento del 20 por ciento con respecto al año precedente y el 90 por ciento de las agresiones fue perpetrado por grupos ultraderechistas.
Según el titular de esa cartera, Horst Seehofer, la Oficina Federal de Investigación Criminal contabilizó 36 mil 62 casos de delitos de carácter político, 20 mil 431 de los cuales son atribuidos a representantes de la extrema derecha.
Tras la divulgación de los datos, las principales autoridades del país, entre ellas la canciller federal Angela Merkel y el ministro de Relaciones Exteriores Heiko Maas, expresaron su preocupación e instaron a combatir todo tipo de violencia.
En 2018, Francia registró más de 540 actos antisemitas y Reino Unido mil 652, en tanto otras naciones como Países Bajos y Suecia no escaparon a la ola de violencia.
Una encuesta reciente de la Agencia para los Derechos Fundamentales de la UE concluyó que el 89 por ciento de los ciudadanos del bloque considera que el antisemitismo aumentó en los últimos cinco años y más de un tercio de los judíos residentes en los 28 valoró emigrar por sentirse inseguros.
En palabras del presidente de la ONG Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, ‘un tsunami deshumanizador se expande por el Viejo Continente, con múltiples expresiones que ponen en cuestión los valores democráticos sobre los que se construyó el edificio europeo’.
‘Aún no están enterrados los episodios de horror del nazismo y del fascismo y una nueva ultraderecha emerge con raíces del pasado, vuelve al son de marchas, persecuciones de gitanos, brotes de violencia, intolerancia xenófoba, incendio de mezquitas y ataques a inmigrantes, racismo, rechazo a la libre orientación sexual y, sobre todo, crímenes de odio, asesinatos alimentados por la negación de la dignidad del diferente’, sentenció.
Asimismo, advirtió que dichas fuerzas utilizan el horror sembrado por el terrorismo yihadista para fomentar el temor, el rechazo y los ataques a los extranjeros y grupos religiosos.
‘Esa es la Europa de la intolerancia que nos amenaza. Los resultados electorales son más que inquietantes y el escenario en general muestra el avance de la extrema derecha. Hay quienes se empeñan en ver a los inmigrantes como delincuentes, a los musulmanes como unos fanáticos o terroristas y a los judíos como criminales’, lamentó.
Pretenden, además, enfrentar a cristianos y a otras confesiones o convicciones, alimentar el odio indiscriminado contra cualquier colectivo por sus creencias, nacionalidad, etnia, razón de género o cualquier otro factor diferencial, alertó.
Asimismo, señaló que no se trata de un problema nuevo, sino de una crisis de valores fortalecida durante décadas, ante la cual la UE no ha implementado medidas y normas legales estrictas y eficaces.
Muchos atribuyen el auge de las organizaciones extremistas a la situación económica, el fracaso de la política tradicional, la crisis migratoria y otros muchos factores, pero nada justifica la defensa de ideologías contrarias al respeto de la vida humana, de los derechos ciudadanos, la tolerancia y la convivencia pacífica.
Más que elegir a su nueva cúpula y defender el proyecto europeo, la UE tiene ante sí el reto de impedir el ascenso de grupos criminales.
*Periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina.
La Habana, 31 de mayo 2019
Crónica Digital /PL