Seguramente me dirán que ya me repito. Incluso que ya es cansador el recuerdo de grandes momentos de la historia de Atacama. Pero como esta es mi profesión no puedo dejar de recordar y tratar de poner en valor los grandes hitos y sucesos generados en este territorio. Lo cierto es que tengo siempre la secreta aspiración de que estos recuerdos de nuestra historia, entren e influyan a los sistemas escolares. Nuestra educación mejoraría, desde la inicial hasta la universitaria, si hubiera una intervención sistemática de historia de Atacama en los distintos currículos. ¿Se imaginan? Ingenieros de Minas, que conozcan la historia minera de Atacama y el aporte que esta hizo al desarrollo social de Chile. O profesores que conocieran sobre la historia de la educación en Atacama, o deportistas que supieran sobre nuestros grandes jugadores y atletas. Y digo esto a modo de ejemplo, porque sin duda lo más adecuado sería que la ciudadanía en su conjunto conociera y manejara su historia, porque como decía el gran profesor e historiador francés Marc Bloch, “la incomprensión del presente, nace fatalmente de la ignorancia del pasado”.
Por esto es que en ocasiones insisto y reclamo por algunos tópicos de nuestro patrimonio, que nos dan sentido de pertenencia, dignidad y orgullo de ser de la Región de Atacama. El 2019 hay dos hechos que todos los atacameños y atacameñas no podemos ignorar, y que tenemos el deber ineludible de recordar y poner en valor: los 160 años de la Revolución Constituyente, y los 140 años del Batallón Atacama (1859 y 1879), fechas y acciones míticas.
La Revolución Constituyente, protagonizada por variados líderes y facciones políticas, fue una lucha por la participación y la toma de decisión de las regiones. Buscaba cambiar la Constitución de 1833, una carta fundamental conservadora y centralista, que no pudo dar respuesta para que Chile y las provincias y regiones crecieran y se desarrollaran en forma adecuada. El discurso de uno de sus grandes líderes, Pedro León Gallo, el 6 de enero de 1859, cuando es nominado Intendente de Atacama, es un canto a la acción regional: “Atacameños: No soportaremos más este centralismo ciego y delirante. Al autoritarismo de Santiago opondremos nuestra valentía; a la ceguera de sus jefes, nuestra sana voluntad de progreso regional; al afán de imponer sus desaciertos, nuestra conciencia batalladora”.
Por su parte el Batallón Atacama, batallón cívico, que es organizado por Guillermo Matta, radical y masón, que con el sustento de la ciudadanía ponen en marcha este ejército de atacameños. Las páginas que escribieron aquellos soldados son brillantes, pero también se destacó el rol de la mujer: la Subteniente Filomena Valenzuela es una heroína en tierra de hombres. El 26 de octubre, la ciudadanía le entrega al batallón Atacama (comandado por Juan Martínez), su estandarte que los guiara en esta guerra tan dura y compleja para los países en conflicto. Sus acciones repercuten hasta hoy.
El 2019, todas las autoridades, los parlamentarios, los alcaldes y concejales, los consejeros, las universidades, liceos y escuelas, los sindicatos, grupos de estudios, la prensa escrita, las radios y la televisión, la ciudadanía, no pueden dejar de recordar y problematizar estos dos hitos, de cuyo conocimiento y comprensión depende comenzar a construir el orgullo de ser de Atacama, y tal vez comencemos un proceso de mejoras definitivas para construir una mejor calidad de vida para esta tierra, para sus mujeres y sus hombres.
Por Guillermo Cortés Lutz. Doctor en Historia. Grupo de Estudios de Atacama (GEA).
Copiapó, 20 de marzo 2019.
Crónica Digital.