Llegar a China aun con noticias alentadoras sobre el panorama regional, significó un momento incómodo para el secretario norteamericano de Estado, Mike Pompeo, debido a la obstinación de su Gobierno de exacerbar las tensiones sin medir consecuencias.
Aquí solo estuvo cinco horas, pero fue suficiente para comprobar en persona las reacciones que causan la interminable hostilidad de la actual administración republicana de Estados Unidos.
En un primer turno, Pompeo se topó frente a la prensa con el firme rechazo del ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, a las continuas críticas y acusaciones de Washington a las políticas internas y externas de China.
El canciller demandó a la Casa Blanca acabar de inmediato con esa conducta contraproducente, pues se tratan de señalamientos infundados que representan un ataque directo a la confianza mutua, ensombrecen los vínculos bilaterales y empeoran las fricciones.
Sobre el delicado asunto de Taiwán, en específico, expresó insatisfacción con el tratamiento dado y enfatizó en que las acciones estadounidenses dañan los derechos de China sobre dicha isla, una parte inalienable de su territorio.
‘Estados Unidos debe trabajar con China para avanzar por la senda de la cooperación de ganancia compartida en vez de centrarse en el enfoque erróneo de la confrontación’, aseveró Wang Yi, al abogar por estrechar comunicación como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Pompeo, por su parte, se limitó a mencionar las ‘preocupaciones’ de su país sobre algunas acciones de China y dijo que le interesa analizarlas debido a la importancia de los lazos entre ambas potencias.
Otro encuentro engorroso para el jefe de la diplomacia estadounidense fue el sostenido con Yang Jiechi, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China y quien exigió a la Casa Blanca el manejo apropiado de las diferencias, respeto mutuo y dejar de afectar los intereses del gigante asiático.
A juicio del alto dirigente chino, los nexos binacionales llegaron a un nivel crítico y enfrentan grandes desafíos que requieren encontrar de una vez un punto medio y los consensos necesarios para normalizarlos.
Yang recalcó la determinación de Beijing a tomar todas las medidas posibles para proteger su soberanía e intereses, pero también a ampliar la cooperación de beneficio mutuo con la primera economía del mundo.
Pompeo admitió el estancamiento de la confrontación, expresó esperanza en destrabarla y lamentó la cancelación de un diálogo bilateral previsto en este mes que serviría de oportunidad a nuevas negociaciones.
Pero las expectativas de una conciliación en corto tiempo son pocas porque mañana la Comisión Ejecutiva sobre China del Congreso norteamericano emitirá un reporte que, de seguir la tendencia conflictiva, atizará más la discordia entre las dos potencias.
Aparte de poner en apuros a Pompeo, el choque Washington-Beijing ya resiente la economía global con una rebaja en el pronóstico de crecimiento.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional vislumbra hasta una contracción de 0,8 por ciento del Producto Interno Bruto si persiste el duelo, principalmente en el plano comercial.
Beijing, 9 octubre 2018
Crónica Digital /PL