Desmiente también la ‘eficacia’ de los cohetes ‘nuevos, bonitos e inteligentes’ lanzados por la coalición encabezada por el Pentágono, la necesidad de emplear 34 unidades por cada uno de los tres objetivos destruidos, y los tres heridos que causaron al enemigo.
En su lengua preferida, el tuit, Trump dijo: ‘La incursión en Siria se llevó a cabo de manera tan perfecta, con tanta precisión, que la única forma en que los medios de comunicación falsos pudieron degradarla fue por el uso de la frase misión cumplida’.
Seguidamente aseguró: Sabía que se aprovecharían de eso, pero me parece un gran término militar que debe recuperarse. ÂíQue se use a menudo!, añadió.
Es doblemente incongruente lo que escribió, porque ni fue perfecta ni la misión fue cumplida. Ya lo dijo: sus tropas permanecerán en Siria hasta que la guerra acabe.
Trump no ha interpretado a los reporteros. La comparación que hacen los periodistas con la misma frase rotulada por su colega de crímenes de lesa humanidad, George W. Bush, con los inútiles bombardeos de destrucción a Irak, no se refieren solamente a que la guerra no terminó ni la ocupación militar yanqui tampoco.
Los periodistas básicamente se refieren a la gran mentira que Bush y el estado mayor de su gobierno inventaron con la supuesta existencia de armas de destrucción masiva almacenadas por Saddam Hussein, que jamás aparecieron y aun así el exmandatario proclamó en un cartel con euforia fingida: Âímisión cumplida!
Nunca pudo presentar pruebas de la existencia de ese arsenal.
Las armas químicas en Siria tampoco han aparecido, ni aparecerán, y ya la inteligencia militar rusa ha informado tener pruebas del montaje realizado por Reino Unido en contubernio con los Cascos Blancos para hacer creer que sí se había producido un ataque químico en Duma y nada menos que a civiles, como si a un ejército vencedor enfrascado en la tarea de disuasión para terminar la guerra, le conviniera tamaña barbaridad.
Bush cometió el grave error de insistir en la presencia de aquellas armas que, de haber existido como él dijo, hubieran tenido un alto porcentaje de posibilidades de explotar por la intensidad y sostenibilidad de los ataques aéreos en cuadrícula a presuntos objetivos militares. Todo el mundo vio el ataque en vivo y en directo por la TV.
La historia se repite con Trump en Siria a menor escala pero con la misma intensa estupidez que Bush. Su colega en la mentira, el presidente de Francia Enmanuel Macron, no solamente ratificó la existencia de armas químicas en Siria sin aportar la más mínima prueba, sino que insistió después del ataque en que fue necesario ‘enviar un mensaje de que el uso de armas químicas no quedaría impune’.
Su juventud no debe eximirlo de recordar que el ejército de Estados Unidos fue el primero en el mundo en usar de forma masiva armas quñimicas y bacteriológicas en Vietnam, incluido el agente naranja sobre plantaciones de arroz y personas cuyas consecuencias aun la sufren las víctimas.
Si realmente el centro de producción de armas químicas de Duma hubiera estado activo y lógicamente con armas químicas almacenadas allí o en el área de ataque, ¿cuáles hubiesen sido las consecuencias del bombardeo? ¿Cuántos muertos se habrían registrado, no por la metralla de los atacantes sino por los efectos letales de ese presunto armamento que seguramente hubiese estallado o se hubiera esparcido?
Cobra mucho sentido, entonces, que el mando conjunto estadounidense-británico-francés adelantara los ataques a la visita de los peritos de la ONU pues estos iban a certificar, como un año antes, que no había tales armas.
Por Luis Manuel Arce Isaac
La Habana, 18 abril 2018
Crónica Digital /PL