El aspirante por el PRN aprovechó esa decisión de la CIDH, de obligatorio cumplimiento para Costa Rica, por ser firmante de la entidad continental, para oponerse y amenazar incluso con sacar al país de ese organismo de llegar a ser presidente, y basó su campaña proselitista a partir de ese momento en el rechazo al matrimonio igualitario.
Con una frase repetida hasta el infinito de ‘principios y valores’ defendió el concepto de familia tradicional y con ello atrajo los votos de los costarricenses más conservadores, que en las consultas de mediados y finales de enero anterior lo catapultaron al primer lugar, con un 17 por ciento de respaldo de los electores.
En la jornada electoral de ayer domingo, Fabricio Alvarado ratificó esos pronósticos y se alzó con la victoria en la primera vuelta, con un 24,79 por ciento de los sufragios válidos emitidos, escrutadas el 89,09 por ciento de las Juntas Receptoras de Votos. Sin embargo, no pudo proclamarse presidente, pues para ello necesitaba el 40 por ciento.
Para sorpresa de analistas y no pocos habitantes de este país, Fabricio Alvarado disputará la segunda ronda electoral, a realizarse el 1 de abril, frente al aspirante por el gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC), Carlos Alvarado, que también mostró un crecimiento considerable en el favoritismo de los electores ticos.
En las encuestas previas, Carlos Alvarado aparecía en tercer lugar con un 10,6 por ciento de la intención de voto, cifra que duplicó, porque con el mismo porcentaje de centros de votación escrutados, tiene un 21,76 por ciento.
Pero el hecho más sobresaliente de las elecciones generales de Costa Rica radicó en que por primera vez en la historia política de este país, los dos partidos tradicionales, Liberación Nacional (PLN) y Unidad Social Cristiana (PUSC) quedaron fuera de la definición presidencial.
Desde 1954 y durante 60 años, el PLN y el PUSC se alternaron la presidencia de esta nación centroamericana, hasta que en 2014, el candidato del PAC, Luis Guillermo Solís, derrotó en segunda ronda al aspirante del PLN, Johnny Araya.
En su discurso ante los seguidores, Álvarez reconoció la derrota y se culpó por el rotundo fracaso de su partido en las urnas, pues desde el comienzo de la campaña proselitista daba por seguro un triunfo contundente en la primera vuelta, que lo llevaría a la silla presidencial sin necesidad de una segunda ronda.
Otro resultado curioso de los comicios generales es que el abstencionismo marca un 34,27 por ciento, aunque elevado, es inferior a lo vaticinado por las encuestas previas, que lo situaban cercano al 40 por ciento.
Por Alejandro Gómez
San José, 5 febrero 2018
Crónica Digital /PL