Para el senador independiente Alejandro Guillier, aspirante de centroizquierda al sillón principal del Palacio de La Moneda, la semana que termina le ofreció un balance positivo. Contó con el favor de su propio rival.
Esta suerte de milagro ocurrió a una torpeza o maniobra intencionada del derechista Piñera, quien lanzó una acusación de fraude electoral que tuvo un efecto boomerang.
La acción recibió una dura condenada por buena parte de la opinión pública del Gobierno, el propio Guillier y de la ex aspirante por el Frente Amplio (FA), Beatriz Sánchez, quien en particular deploró la maniobra del multimillonario.
El abanderado de la derecha cruzó un límite (…) sus declaraciones son inaceptables. No se juega con Chile y no todo vale en una elección, remarcó Sánchez, quien anunció su voto por Guillier en segunda ronda.
Luego, el legislador se hizo del espaldarazo de un segmento importante de figuras de la cultura, principalmente de escritores, actrices y actores, músicos, cineastas, promotores del arte y académicos.
Empero, tampoco terminó en un jardín de rosas. El ex mandatario Piñera apretó su acelerador con un notable favor de los más pujantes medios de prensa locales, a la vez que consiguió el abierto respaldo de hombres de negocios.
Varios multimillonarios, al igual que el exgobernante conservador, se sumaron a la cruzada contra Guillier, con ataques enfocados en sus supuestas ideas comunistas, retomando aquellos fantasmas que parecían dormidos de la era macartista.
La agenda estilo Joseph McCarthy, el tristemente célebre político estadounidense, que hizo válida la cacería de brujas contra todo lo que pareciera cercano a la izquierda, se instaló en Chile de cara a la segunda vuelta del 17 de diciembre.
Guiños abiertos a ex militares en retiro, algunos con dudosos expedientes en materia de derechos humanos, apologías al mercado y promesas de un Chile mejor sin pobreza, son algunos detalles que matizan la campaña de Piñera.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 7 de diciembre 2017
Crónica Digital /PL