Estadísticamente, salvo incumplimientos a la Ley de Cuotas,(porcentaje de participación de género en las listas), por ejemplo, o alguna otra impugnación legal, por lo que las cifras son aún provisorias, se consigna que 925 candidatos se postulan para ocupar los 155 puestos de diputados y otros 122 disputarán los 23 curules de senadores, que se eligen en esta oportunidad.
Es un plazo relativamente breve dada la trascendencia política que ha asumido la contienda electoral y lo que está en juego en las urnas.
Y ello explica el encarnizamiento de la confrontación con que la derecha económica, política y fáctica ataca al Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, y sobre todo las reformas que se han impulsado desde La Moneda, y los movimientos sociales y políticos democráticos y populares.
Para el candidato empresarial Sebastián Piñera, una de las fortunas mas cuantiosas del país, gracias a los manejos poco claros de su trayectoria de “emprendedor” sin escrúpulos, las demandas masivas por la reforma educacional, el fin del siniestro sistema de las AFP, y la recuperación del sistema de la salud pública, en lugar de entronizar una “industria” privada, son amenazas a sus conceptos de libertad de empresa, al dejar de ser los “bienes de consumo” que son su ideal y objetivos.
Queda claro entonces lo que está en juego en la contienda electoral presente.
Lo que la derecha quisiera es desmantelar lo logrado, lo construido con las reformas, sabotear los avances democráticos, frustrar el progreso social, impedir el protagonismo de los ciudadanos.
De manera que el escenario político electoral que se abre ante los ciudadanos y el país, es complejo, y demanda de las fuerzas políticas, y sobre todos de los electores, un esfuerzo sostenido, y un rumbo firme ante los desafíos históricos y las maniobras de los enemigos del progreso y la democracia.
Desde luego la etapa hasta el 19 de noviembre va a requerir de una estrategia sólida y responsable de todos quienes, mas allá de las consignas, lemas, sensibilidades o programas, representan al mundo progresista de la sociedad y de la historia, el amplio abanico de quienes buscan mover el país hacia un futuro de justicia, progreso, libertad y respeto de los derechos humanos.
El llamado no puede ser otro que el respeto a las diferencias, la consideración a quienes son líderes y a las agrupaciones políticas, que también buscan caminos de libertad y justicia, que se confrontan con los objetivos de la derecha, el “piñerismo”, los corruptos y los “viudos” del pinochetismo.
Esa es la principal contradicción, la verdadera línea divisoria.
Pero además la Derecha mediática y política quisiera instalar el falso dilema de que los sectores democráticos progresistas enfrentarían (o se distraerían) y por lo mismo se dividirían, dejando de lado la campaña presidencial y privilegiando los intereses particulares de la elección de parlamentarios, con la falsa ilusión de pretender lograr una “mayoría legislativa” que saboteara la gestión de un Piñera “triunfante”.
Se trata de una tesis aventurera y derrotista, una operación de una sucia guerra sicológica, destinada a erosionar la confianza, a desmoralizar, a dividir e intrigar en las fuerzas democráticas progresistas, una pos verdad.
Una segunda etapa de esta confrontación histórica entre la Derecha y el progresismo democrático vendrá tras la primera vuelta presidencial, donde todo indica que pasarán a la papeleta, Piñera y Alejandro Guillier.
Con claridad y dramatismo histórico se evidencia que la contradicción que atraviesa la escena política, es entre el retroceso reaccionario, el oscurantismo, versus el progreso social y político.
El sector democrático progresista que reconoce filas tras Guillier, debe desde hoy tener en cuenta, asumir, desarrollar esta perspectiva política estratégica, con las distintas fuerzas políticas que reflejan a este mundo, con los movimientos sociales que han emergido con sus visiones criticas y hasta confrontacionales.
La tarea es desafiante, pero ya hay que estar pensando en ella. Esta es una responsabilidad insoslayable. Una visión mesiánica de que en solitario y “puros” le daremos una lección a la historia, no solo no tiene sentido político práctico, sino que, como lo testimonia la historia, sería más que un error, una estupidez.
Una política creadora, de respeto mutuo debe diseñarse desde ya para conformar, tras el 19 de noviembre y con vista a la segunda vuelta del 17 de diciembre, la más amplia coalición patriótica, reformista, renovadora de la política, que junto a un amplio mundo social, sea capaz de derrotar a los que quisieran implantar el retroceso social y económico, una involución política en el país.
Lo hemos dicho antes, aquí no sobra nadie, todos tienen un lugar, y hay espacio para todos los sueños de progreso, de justicia social, de respeto a los derechos humanos, para avanzar a una plataforma común: moderna, renovadora, incluyente.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 24 de agosto 2017
Crónica Digital
Falacia Ad Hominem, generalizacion y doctrina sectaria del “nosotros somos buenos ellos son los malos”.
Desde la irrupcion de la calma al sentarse y meditar en que la opinion ideologica es linda como un credo, pero hay que pagar cuentas y trabajar, surge una moderada vision pragmatica que demuestra que el discurso de hermandad, mimos, arte, zancos y peñas esta bien para el Viernes y Sabado en la noche, pero nada mas.
La demonizacion del lucro, la empresa, y el capital, no ha sido reemplazado con algo que sirva. Si no se trabaja ni produce, no hay dinero y solo con plata salta el lorito. Este gobierno saliente, fruto de horneos de ultima hora, ha sido calificado por el “pueblo” como, incapaz, corrupto, inoperante, e inepto. Queremos algo mejor. Y de lo que hay, Kast y Piñera son la alternativa al cuento. Gente que sabe del funcionamiento de la economia, frente, al populismo de prometer oros y moros. Sera una alegria ver que se instale al fin, la idea de que esa superioridad moral de la izquierda, es nada mas que un mal cuento, un mito, una idea sectaria.