Más allá de las cifras de este proceso que sin duda profundiza la participación democrática y el protagonismo ciudadano y que sin duda merecen atención, no parece ser la hora del descorchar el champagne o de las declaraciones triunfalistas o , peor, de las explicaciones que intentan ser ingeniosas y que no pasan de ser en algunos casos, francamente patéticas.
Pongamos las cosas en su debida dimensión. Las cifras objetivas no dan razones para la euforia
Este domingo hicieron uso de sus derechos cívicos, un millón 811.411 ciudadanos, una cifra más elevada que la supuesta o esperada por los comandos de los pactos participantes y los habituales analistas políticos.
Se trata del 12.8 por ciento de los 13.531.583 ciudadanos que a la fecha constituyen el Padrón electoral, y donde 13.032.666 son “Independientes”, es decir, sin afiliación partidista.
El candidato derechista, empresario y ex presidente, Sebastián Piñera obtuvo 827.347 votos para un total de la lista de la coalición derechista, Chile Vamos, de 1 millón 471 mil 631 , lo que lo convierte como se esperaba, tras una campaña iniciada en marzo de 2014, en el candidato presidencial de la Derecha para los comicios del 19 de noviembre próximo, en primera vuelta y el 17 de diciembre en la eventual segunda vuelta.
Por otro lado la lista del Frente Amplio obtuvo 327.613 votos,, sin responder a sus propias expectativas, quedando como candidata de la coalición para los comicios presidenciales de noviembre próximo, Beatriz Sánchez (221.348 preferencias), y Alberto Mayol (106.265), fuera del juego.
El abogado y docente universitario, ex precandidato presidencial en el Partido Socialista, Fernando Atria, en un análisis de los resultados de las primarias en El Mercurio del 3 de julio advierte a este conglomerado que “la votación del Frente Amplio muestra que por sí solo no es una alternativa a la derecha. Esto, por cierto, puede cambiar en el futuro, pero es poco probable que lo haga en los meses que quedan en la magnitud que es necesaria antes de la elección presidencial”.
Los comentaristas de la derecha sostienen por su parte que Chile Vamos “convocó a un 74 por ciento más de electores”, que en la primaria entre Pablo Longueira y Andrés Allamand en junio de 2013, mostrando en medio de una campaña caracterizada por la ansiedad y el esfuerzo por conquistar la participación del sector, que los resultados constatan sin duda un techo actual de sus posibilidades de adhesión electoral.
En las primarias presidenciales del 1 de julio de 2013 donde votaron 3.007.687 ciudadanos, la Nueva Mayoría obtuvo 2.137.423 votos, ganando la nominación la actual presidenta, Michelle Bachelet, con 1.565.269 votos, el 73.05 por ciento, y la derechista Alianza por Chile (hoy, Chile Vamos) llegó a las 806.601 preferencias, y donde se impuso el líder de la UDI, Pablo Longueira con el 51.37, por sobre Andrés Allamand de Renovación Nacional (48.6 por ciento).
Para que las cuentas queden bien claras: esta vez individualmente Piñera como el candidato de la UDI, RN y el PRI, obtuvo 827.347, subiendo 20 mil 746 votos, por sobre lo obtenido hace 4 años atrás. Por otro lado, tras una grosera, ofensiva y descalificadora campaña electoral interna, Ossandón, junto con reconocer el triunfo de Piñera, declaró que no podía endosarle automáticamente los 371.653 votos que apoyaron su candidatura y sus duras críticas a la Derecha, a los escándalos empresariales (Colusión, corrupción) y a espúrea relación dinero y política practicada por personeros de la UDI y RN, vinculados a Piñera.
En cuanto a los 216.435 votos de Felipe Kast, el tercero del sector, tampoco es seguro que se volcarían totalmente a Piñera, dado que algunos votantes pudieron creer en el discurso reformista y critico de esta “nueva” cara de la Derecha, aunque rápidamente formó filas junto al presidenciable.
Por otro lado para la Nueva Mayoría, es decir el bloque que acompaña a Alejandro Guillier, la urgencia de hoy es el Programa, la unidad del conglomerado, la hora del trabajo denodado en la base social, de la identificación de las demandas ciudadanas y la definición del mensaje político electoral, la consigna (y no hablamos del slogan publicitario), eficaz, unificadora y movilizadora, la hora de ampliar su base de apoyo, de abrirse al diálogo, a la conjunción de fuerzas, desde ahora, durante el proceso hasta la que será la primera vuelta y luego, constituirse en fuerza que cohesione a todos los demócrata progresistas.
Obviamente que en esta perspectiva, y sin perder las identidades propias, debe considerar a la DC y al Frente Amplio y sus respectivos mundos. Hay más cosas que acercan que las que diferencian, en sus diagnósticos de nuestras falencias como sociedad, y las demandas populares y las críticas al modelo político.
Habrá que aprender además a entender los énfasis de estas fuerzas, o sus ansias de abrir paso a sus sueños y obviamente superar las descalificaciones mutuas, la caricatura o esas pretensiones de superioridad intelectual, moral o de experiencia política de la que algunos hacen ostentación para ganar discusiones estériles.
La experiencia de los pueblos y de sus luchas sociales histórica, confirman que para los avances se necesitan todas las fuerzas, todas, todas las manos, todas. Y que nadie sobra, y que la unidad social del pueblo se construye con la vocación de la unidad, del respeto mutuo, y en la decisión de defender y profundizar la democracia, los derechos humanos, la justicia y el progreso.
Hay malestar ciudadano, en las nuevas generaciones, en sectores que inician su ruta social y política, que rechazan aquello que les impide, inhibe, obstaculiza su realización, su progreso, sus sueños.
Todos tienen su lugar donde aportar, donde compartir con el conjunto de la sociedad, con los que han vivido años de lucha y han sembrado la simiente de la conciencia social, rebeldía, del rechazo a la injusticia, a la violencia contra el pueblo, la ciudadanía, contra los que hoy quieren retrotraer la historia, los que se oponen al progreso social, a los Derechos
Humanos: como la educación , la salud, el trabajo,
Hay una ansia de futuro. Hay que poner en marcha, una vez más, la épica de los cambios. Y ofrecer respuestas nuevas, creadoras, a los antiguos problemas que no hemos podido resolver adecuadamente, y que no por ser antiguos, como la explotación, la injusticia, el abuso, atención de salud, viviendas, educación gratuita y de calidad, pensiones dignas, son menos presentes y urgentes.
El camino es el de la unidad de los demócratas y la pronta entrega del Programa Presidencial de Alejandro Guillier, para hacerlo parte de la voluntad ciudadana y para seguir avanzando en las reformas.
Hay que convertir la indignación y el rechazo a la injusticia, en fuerza creadora.
Tenemos la oportunidad para construir la fuerza política y social más amplia, más diversa, más amplia, más unitaria y más eficaz para un Chile mejor, para una sociedad de ciudadanos conscientes y creadores, una sociedad más justa con todos sus hijos.
Periodista
Director de Crónica DigitalSantiago de Chile, 4 de julio 2017
Crónica Digital
… “convertir la indignación y el rechazo a la injusticia, en fuerza creadora” … y en “conciencia revolucionaria” como decíamos en los 60’s …