Educación de calidad es la consigna que en estos tiempos ha motivado las movilizaciones de los estudiantes y la discusión política para una nueva reforma educacional en Chile. Intereses que, por cierto, no son ajenos a la ciudadanía y a cada familia chilena que desea que sus hijos e hijas la reciban. Junto con ello, los profesores exigen mejores condiciones laborales para desarrollar de buena forma su trabajo docente y el Gobierno piensa en cómo enfrentar la desigualdad, la inequidad y la calidad en la enseñanza para todos y todas, considerando la complejidad de las demandas de cada uno de los actores: profesores, estudiantes, familias y sociedad. No obstante, la posibilidad de responder a las exigencias sociales de una educación de calidad está en manos de los profesores y del apoyo irrestricto del Estado, que hoy se traduce en algunos aspectos clave de la Política Nacional Docente, como por ejemplo: la creación de un sistema nacional de inducción para docentes principiantes que busca el acompañamiento del profesor novel a través de mentorías, como también, la trayectoria de desarrollo profesional que exigen al profesorado demostrar sus competencias, experiencias y saberes en el Sistema de Reconocimiento para nuevas responsabilidades y progreso profesional.
En tanto, la Escuela desde siempre promueve oportunidades de desarrollo personal e intelectual para todos y todas con el propósito de construir una sociedad más justa e igual que valore y respete a los otros y su diversidad. Comprender los desafíos implícitos en ello, sitúan la discusión inicial en el profesorado y su práctica de enseñanza, siendo lo último, la forma como el currículum expresa sus propósitos más inmediatos. En ese marco, reconocemos que el profesor de cualquier disciplina, desde su imaginario, planea y diseña acciones pedagógicas y didácticas generales y específicas según sujetos y contextos.
En su desempeño diario, el profesor toma numerosas decisiones, muchas de las cuales permiten enfrentar y/o resolver los problemas de la enseñanza, constituyéndose aquello, en verdaderas oportunidades de aprendizaje que debemos comenzar a identificar, tipificar y comprender para ampliar el conocimiento profesional. Estamos convencidos que los problemas de enseñanza, debidamente tipificados, son focos importantes de discusión para hacer del perfeccionamiento una actividad académica situada, contextual y significativa, por lo tanto, asumimos el desafío de investigar para contribuir a estos asuntos.
En ese sentido, el reconocimiento, comprensión y construcción desde lo que resulte problemático, cobra valor y sentido para el profesor por reconocerse como un profesional capaz de construir conocimiento especializado y usarlo para fundamentar su enseñanza. Si asumimos que la enseñanza es una disciplina práctica, la atención está en atender la complejidad implícita y explícita que demanda solucionar los problemas particulares que de ella surgen, reparando sí, que lo primero que debemos comenzar a aprender es a identificar los problemas de enseñanza para movilizar los recursos cognitivos y afectivos que la formación profesional y experiencia docente proveen para la toma de buenas decisiones y así contribuir, en lo que respecta, a una educación de calidad.
Por Dr. Eduardo Ravanal Moreno
Facultad de Educación, Universidad Central
Santiago de Chile, 2 de junio 2017
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