Primero como interino y desde el 31 de agosto último bajo juramento constitucional, las continuas y cada vez más nutridas manifestaciones populares reclamando ‘Fuera Temer’ no dejaron al flamante mandatario otra alternativa que actuar como un presidente en las sombras y de pocas palabras.
Primero contrarió la tradición y llegó hasta su palco para presenciar el desfile cívico-militar por el Día de la Independencia en un vehículo cerrado y no en el descapotable utilizado siempre para esta especial ocasión, y además sin lucir la banda presidencial; mas, incluso así no pudo escapar del clamor de parte del público que interrumpió el ceremonial para exigir ‘Fuera Temer’.
Solo dos palabras pronunció el mandatario en la ceremonia: ‘autorización concedida’, y lo hizo para poner en marcha el vistoso desfile, que abrieron representantes del Programa de Atletas de Alto Rendimiento de las Fuerzas Armadas, de sobresaliente desempeño en los Juegos Olímpicos Río 2016.
De Brasilia voló a la Ciudad Maravillosa, donde le aguardaría otro trago amargo: la repulsa sufrida en un abarrotado estadio Maracaná, que antes y durante la ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos estallaría en un desafiante grito de ‘Fuera Temer’, que ni la música ni los fuegos de artificio pudieron apagar.
Desafiante, porque en su viaje a China apenas posesionado el gobernante había manifestado a periodistas que lo acompañaban que quienes se sublevan en pequeñas protestas suelen ser un grupo muy reducido de personas. No son los que representan a la mayoría de los brasileños, dijo.
‘Parece que son grupos mínimos, ¿no? No tengo datos numéricos, pero son 40, 50, 100 personas. Nada más. Ahora, en el conjunto de los 204 millones de brasileños es una cantidad insignificante’, comentó.
También el canciller José Serra intentó desde allá restar importancia a las protestas, las cuales consideró ‘de pequeña expresividad’.
Mini, mini, mini, mini, mini, mini, afirmó, mientras la emblemática Avenida Paulista era colmada por decenas de miles de personas dispersadas por la Policía Militar con gas pimienta, balas de goma y chorros de agua.
En otra peculiar interpretación, el ministro de Economía, Henrique Meirelles, reconoció que se trataba de una cifra sustancial, pero alegó que ‘los desempleados son muchos más que estas 100 mil personas que se manifestaron’.
De cualquier modo, y pese a los esfuerzos gubernamentales por aminorar el alcance de las protestas, solo la víspera y convocados a participar de la 22 edición del Grito de los Excluidos más de 200 mil brasileños salieron a las calles para demandar respeto a la democracia, elecciones directas y la salida de Temer del gobierno.
‘Ningún derecho menos’, exigieron también los manifestantes, que según medios alternativos de prensa sumaron unos 20 mil en Río de Janeiro, 10 mil en Belo Horizonte, cinco mil en Maceió, 10 mil en Brasilia y 15 mil en Sao Paulo, por mencionar solo algunos.
Ellos (el Gobierno) tienen en sus manos la prensa, el Poder Judicial y un congreso corrupto y, por eso, creyeron que podrían dar un golpe y nada sucedería; pero olvidaron que el pueblo brasileño está con nosotros, dijo ayer en Sao Paulo el presidente de la Central Única de los Trabajadores, Vagner Freitas.
Pero la resistencia al golpe será intensificada; continuaremos en las calles y el día 22 habrá una gran paralización que servirá para preparar al país para una huelga general, anticipó el líder sindical.
Por Moisés Pérez Mok
Brasilia, 8 septiembre 2016
Crónica Digital / PL