La visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a Cuba, la primera en 88 años, y tras más de medio siglo de confrontación, y de una constante de agresiones y complots terroristas, sabotajes, acciones criminales y hostilidad desembozada, boicot económico por parte de Washington, constituye un hecho político histórico y la confirmación del valor de la dignidad en las relaciones internacionales.
La visita marca un cambio profundo no solo en la relación entre los dos Estados- respeto mutuo, la soberanía nacional, reconocimiento de la autodeterminación y la no intervención, la independencia de los pueblos para elegir su propio camino político y económico, sino puede, y debe leerse, en varias claves y planos trascendentes para la política internacional, sus principios y su práctica y las relaciones entre Estados Unidos con la región.
Hay que decir que la Casa Blanca, y los grupos de poder de Estados Unidos aceptaron con evidente retraso, y en muchas esferas del poder, a regañadientes, un ánimo ya maduro en influyentes sectores políticos, académicos del país, y hasta en la determinante población de origen cubano residente en Estados Unidos, sobre todo en La Florida.
Además la realista decisión de los presidentes Obama y Raúl Castro de restablecer la normalidad en las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, anunciada el 17 de diciembre de 2015, no podía demorar más, luego de que la región, de manera unánime, se pronunciara por la cordial acogida al gobierno de Cuba, en la familia de países americanos.
Se trata también de la superación de un conflicto heredado de la llamada Guerra Fría que tuvo al mundo con el dedo en el gatillo- o el botón- de la hecatombe nuclear
El presidente Barack Obama ha tenido un gesto de realismo, superando las dificultades internas de este paso, pero acogiendo una demanda política, cultural, económica y social, madura en su país.
Pero aún quedan temas pendientes y complejos de resolver, dadas las correlaciones de fuerzas políticas internas, las presiones y hasta sabotajes de grupos de poder políticos y militares reaccionarios.
El embargo, la pretensión de imponer exigencias en el ámbito político y económico, los afanes intervencionistas de algunos políticos estadounidenses, las políticas hostiles en migración y seguridad nacional, son vallas a superar en el tiempo que se avecina.
El propósito cubano, en esta etapa histórica fue expresado ya en 1977 por Raúl Castro al comparar la restauración de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba con la reconstrucción de un puente destruido en tiempos de guerra: “Si cada uno reconstruye su parte del puente, podremos darnos la mano sin que haya vencedores ni vencidos”.
Para Cuba la normalización de los vínculos diplomáticos, la visita de Obama, representa un triunfo de la dignidad, la firmeza de principios y propósitos, de su voluntad de buscar una negociación con Estados Unidos, de establecer relaciones en todos los ámbitos, pero sin transigir en la exigencia de respeto a su proyecto nacional, a su autodeterminación,, a su soberanía.
La presente visita de Obama a Cuba que abre una nueva etapa en la relación mutua, representa además el éxito de una estrategia de dignidad y fortaleza mantenida por La Habana – durante desde el primer día de la revolución y durante 50 años de diálogo reservado entra ambas partes, que los norteamericanos William M. LeoGrande y Peter Kornbluth, autores de la “Historia de las negociaciones secretas entre Washington y La Habana”, denominan “Diplomacia encubierta con Cuba” ( Editorial Fondo de Cultura Económica).
Una política coherente de firmeza de propósitos y flexibilidad en el diálogo, que se expresó en largas, complejas, a veces decepcionantes negociaciones donde se combinó serenidad y audacia, concesiones y exigencias, la principal de las cuales fue respeto al país, a su gobierno y su proyecto, sin dejarse avasallar y ceder a la intimidación.
No todo está dicho sin embargo. Persisten en Estados Unidos y en la región grupos y lideres obcecados por concepciones imperiales o yanaconas, sectarias y aventureras, que intentarán sabotear los necesarios pasos económicos, diplomáticos y políticos, culturales y sociales que deben darse en el proceso de normalización y de rencuentro.
Hay quienes, desde diversas trincheras ideológicas, políticas, mediáticas, buscan minimizar, tergiversar, caricaturizar o desnaturalizar los alcances y significados de este hecho histórico: se trata de los que permanecen en las trincheras de la Guerra Fría, los nostálgicos del rol imperial de Estados Unidos en la región y el mundo, los subordinados de la CIA y el Pentágono, los intereses que están por restablecer la hegemonía global estadounidense en el mundo, desplegar el brazo armado del imperio en el mundo y su dominio político y económico.
Por ello, junto con congratularse por los avances en la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos -de lo cual la presente visita de Obama a la isla, es una expresión significativa- es indispensable mantenerse alertas.
Los sectores democráticos de América Latina, y del mundo, deben acompañar este proceso, cuya trascendencia es histórica, por su significado de expresión de la voluntad patriótica de un pueblo.
Y sin duda, una confirmación del valor de la dignidad.
Por Marcel Garcés Muñoz
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 21 de marzo 2016
Crónica Digital