Estoy orgulloso de pertenecer a la Nación Mapuche, no sólo por ser parte de una generación de jóvenes que decidieron hablar por sí mismos sobre su pueblo, sino porque ésta es una manifestación histórica de libertad y lucha centenaria por un espíritu de justicia que no desaparecerá jamás.
Hoy el Mapuche vive oprimido en una isla de segregación política, social y económica, rodeado por un mar de declaraciones de buenas intenciones, pero vemos con claridad que podemos romper esa opresión. Podemos, hoy, acelerar la llegada de ese día, tenemos las herramientas y no olvidamos que estar aquí es gracias a nuestros antepasados que dieron la vida para que nosotros respiremos este aire, pero que aún no podemos respirar a todo pulmón, porque tenemos una tarea pendiente.
En el tiempo de Pelantaro, la flecha y la lanza eran las armas para alcanzar la libertad, pero hoy una de las batallas se da en el campo político. Así es como hace un poco más de medio siglo, algunos Mapuche crearon La Sociedad Caupolicán y La Corporación Araucana, las que se constituyeron dentro del marco institucional y político, siendo un hito muy importante del pueblo Mapuche, en los últimos tiempos. No podían combatir al Estado de forma directa como antes, sino que, esta vez, lo hicieron mediante las reglas del juego del propio Estado y así fue como lograron tener representantes en el Congreso.
El primer triunfo en este nuevo contexto Mapuche dentro del marco político fue en 1924 con el primer diputado Mapuche de la historia, Francisco Melivilu, del Partido Demócrata, luego vino Manuel Manquilef, Partido Liberal Demócrata, Arturo Huenchullan, Partido Demócrata, José Cayupi y Esteban Romero, por el Partido Nacional Cristiano, Venancio Coñoepan, Partido Conservador y Rosendo Huenuman del Partido Comunista. Eran de distintos partidos políticos, entonces, ¿cuál es la militancia Mapuche? La respuesta es una: la primera militancia del Mapuche es con su pueblo, tenían como único objetivo su defensa. En consecuencia, los partidos políticos eran el medio, no el fin, para llevar las demandas de justicia al centro del poder del Estado.
¿Qué nos queda hoy? La responsabilidad de seguir el camino de nuestros antepasados y para, eso, debemos comprender que mientras no nos liberemos de nuestras propias cadenas, como lo es el haberse dejado domesticar por la sociedad dominante, el derrotismo, la falta de identidad y pertinencia. Cada uno debe firmar su propia declaración de libertad y comenzar a escribir su propia leyenda y cuando llegue ese día, estaremos más cerca de alcanzar el sueño de nuestros antepasados, de lo contrario, ninguna participación política y autónoma servirá.
¿Cómo podemos ganar esta batalla política? Si gran cantidad de Mapuche votan por los no Mapuche y ganan los de derecha, es porque son comprados aprovechándose de sus necesidades básicas no cubiertas, es la única manera que la derecha, progresistas liberales o socialdemócratas, ganen.
Sin embargo, llegó la hora de hablar de lo que nos asemeja a los Mapuche y comprender que tenemos el mismo problema en común, un problema de pueblo y llegar a entender que un ataque a uno de nosotros es un ataque a todo el pueblo, que el asesinato de uno de nosotros es la muerte de una parte de nuestro pueblo y que la derrota a uno de nosotros es la derrota de un pueblo. Esta no es una lucha particular y privada, es una lucha abierta, colectiva y de todos.
En la actualidad, el millón y medio de Mapuche está despertando, están transformándose y están siendo políticamente maduros. Se están dando cuenta que hay nuevas tendencias políticas en Chile y que nuestra temáticas sí son un tema relevante en el país, tanto así que es posible ver cada vez que hay una elección que los políticos se acercan tanto al Mapuche que hasta parecen uno de nosotros y esto significa que el político vio que los Mapuche tenemos un bloque de votos que puede determinar quién va a llegar al municipio, al Congreso y a la Moneda.
Recordemos que fue el voto Mapuche el que ayudó a poner a la actual administración de Chile. En todo caso, no hay que olvidar que constantemente su voto, sin mucho conocimiento, voto confuso e ignorante, puso la administración de Chile en manos de políticos filibusteros que han aprobado todo tipo de leyes inimaginables que han afectado a nuestro pueblo, nuestro territorio y también a los pobres y marginados de Chile.
Para avanzar y terminar la tarea pendiente, es nuestra responsabilidad instaurar una nueva forma de liderazgo que sea capaz de dar igualdad de oportunidades a todos. Es nuestra obligación generar propuestas más allá del discurso del territorio, autonomía y la participación política. Estas cosas son esenciales, pero debemos ser capaces de criticar la esencia misma de la democracia, porque ésta no alcanza para todos, a tal punto que llegamos ser víctimas de la democracia, nada peor que la hipocresía disfrazada.
La definición más simple de democracia habla que es un sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes, es el gobierno de la mayoría soberana, entonces, ¿cómo va a ser justo este sistema para un pueblo que es una minoría? Necesitamos, otro concepto de democracia que sea más justo y que permita que las minorías étnicas sean representadas con igualdad de derechos, necesitamos un sistema electoral especial para los pueblos originarios, con cuotas parlamentarias equivalentes a su población.
Así, entonces, los pueblos originarios pueden tener cuatro senadores y doce diputados, como mínimo, para plantear sus demandas en el epicentro del poder.
Nuestro pueblo no es perfecto. Somos pequeños y con distintas corrientes ideológicas, ubicados en la cola de la distribución del poder. Sin embargo, estamos llamados a una misión perfecta, que es liberar a los oprimidos, como nuestro pueblo Mapuche y como los demás pueblos originarios.
Estamos convencidos que los oprimidos no podemos ser oprimidos por siempre. Por lo tanto, debemos enviar una señal firme a quienes aún no creen en nuestra misión, por eso, debemos corregir los errores, ampliar la mirada, sanar las heridas, unificar a nuestro pueblo y cumplir la misión. Prometo mi mejor esfuerzo, a eso vengo.
Por: Diego Ancalao, vicepresidente nacional de la Izquierda Ciudadana.
Santiago de Chile, 8 de enero 2016
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