Los múltiples atentados terroristas en Paris del viernes 13 de noviembre dejando una reguera de muertos y heridos, provienen de la misma matriz conceptual y operativa que gestó la industria terrorista para desestabilizar a Siria e Irak bajo la fachada del islamismo fundamentalista. Su fondo ideológico forma parte del proyecto de formar el gran medio oriente.
Estos atentados terroristas demuestran que ese proyecto fracasó, y con ello, la idea democratizadora para privilegiar el predominio de la Alianza Transatlántica en esa región, de la cual Francia forma parte central.
La idea de los atentados en Paris proviene de esa matriz conceptual con una diferencia en el objetivo. En Siria es desestabilizar e intervenir para ocupar y conquistar espacios por parte de los países de la OTAN que usan la industria terrorista alimentada por ellos mismos. Recomiendo leer notas complementarias aparecidas en ARGENPRESS en las siguientes fechas: 23-6-2014; 6-9-2013.
La industria terrorista que opera en la actualidad, es una invención neoconservadora estadounidense que se propagó, y es necesario reiterar que se fue formando a medida que el proyecto de formar el gran medio oriente no prosperaba.
Para explorar las causas del terrorismo de última generación, asociadas por geografía y forzadamente, con cierto fundamentalismo islámico, en el residual histórico del análisis se tiende a omitir la influencia del proyecto para reformar el medio oriente y una amplia zona adyacente.
El plan Lugar y el apoyo de Naciones Unidas
Este proyecto proviene del congreso de Estados Unidos a partir de las gestiones del senador republicano estadounidense Richard Lugar en 2004, para crear un gran fondo fiduciario e instalar el plan para formar un Gran Medio Oriente.
El senador Lugar en junio de 2004 declaraba:
“Se deben obtener las metas de reforma de los sistemas económicos, a la cual dichos estados se han resistido por décadas. Estas metas consisten reformar el sistema económico, reducir el control del Estado de las economías, diversificar las industrias y reformar los mercados laborales… también se introducirá reformas políticas”. Incluía además la formación de una fuerza de control del terrorismo con la intervención de la OTAN, (Brookings.edu. marzo, 2004).
Esta era una asignatura de doble punta porque a partir del atentado de las torres gemelas, la actividad operativa del control al terrorismo se descentraliza y se delega en la sub- contratación. No son uniformados del staff de planta por decirlo, los que se insertan en el terreno de la actividad terrorista formándose así una amplia zona gris difícil de monitorear y controlar. El “proyecto Lugar”, recibe un apoyo importante de Naciones Unidas dirigida entonces por Kofi Annan cuya trayectoria de equivocaciones en puestos de jefatura ya es ampliamente conocida.
El plan para formar el Gran Medio Oriente, se instala políticamente en consonancia con el lanzamiento en abril de 2005, del Tercer Informe de Desarrollo Humano para el Mundo Árabe preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A dos años de la ocupación militar en Irak, todo parecía indicar un proceso de “ahora o nunca” para reestructurar el medio oriente. El informe del PNUD divulgado el 7 de abril del 2005 se centraba en las libertades políticas en las naciones árabes:
“De acuerdo a los estándares del siglo XXI, los países árabes no han resuelto las aspiraciones de desarrollo del pueblo árabe, la seguridad y la liberación, a pesar de las diversidades entre un país y otro a este respecto…hay un consenso en que existen graves carencias en el mundo árabe, y que éstas se sitúan específicamente en la esfera política”. (PNUD. 2005)
También comienza a despegar el plan de medios que se refleja en un escrito de Ronald Asmus, (The Washington Quarterly. 2005), donde indica “la necesidad de una estrategia transatlántica para promover la democracia bajo el diseño de un Gran Medio Oriente”.
La invasión a Irak de 2003 fue el gran detonante y facilitador para implementar esta idea precedida por un ambicioso plan de Naciones Unidas elaborado en 2002, y que contemplaba democratizar los regímenes políticos autoritarios, incluyendo el cambio de régimen.
Los atentados tienen una raíz política que es profunda. El advenimiento de un grupo expandido de ideólogos neoconservadores durante la administración de George W. Bush, se apodera virtualmente de la política exterior de Estados Unidos. Este es el fenómeno clave cuyo impacto internacional hasta ahora no se ha dimensionado en toda su magnitud. Por eso que lo del viernes 13 de noviembre en Paris, resulta en primera instancia engañoso atribuirlo al radicalismo religioso.
Los componentes básicos de este proyecto se transforman en vías rápidas de generar condiciones para el intervencionismo, que eufemísticamente consiste en desestabilizar para intervenir.
En el corazón del pensamiento neoconservador, la ONU no sirve para la transformación de países en clave de mundo desregulado y menos atado a la burocracia estatal que es la esencia del funcionamiento de la ONU.
El imperativo financiero
La idea de democratizar “a la occidental” el mapa político del Medio Oriente y el Norte de África, proviene de los imperativos del sistema financiero mundial. El objetivo es transferir los valores del estado liberal a los países árabes e incorporar a una gran zona de recursos, principalmente los energéticos (más del 60% de las reservas petroleras del mundo) y humanos, que entregarían nuevo vigor a la economía global en crisis, pero no solucionarían los problemas políticos del estado liberal que bajo la globalización han aumentado, por la creciente desigualdad y concentración de poder en ciertas regiones.
Es así que la incorporación de nuevos capitales y mercados con democracias “a la occidental”, deberían funcionar como dos tenazas en pos de la supremacía global en un capitalismo comandado bajo la doctrina neoconservadora y en clave de gobernabilidad totalitaria.
La industria del terrorismo
El neoconservadurismo que se maneja desde los cuarteles centrales del gran capital internacional y de sus delegados en los países, ha encontrado un campo fértil de reclutamiento en las zonas más pobres y desafectadas del mundo islámico, incluyendo a los países de Europa Occidental con población islámica marginalizada. Desde esas fuentes se ha generado una industria del terrorismo en función de provocar pánico político y social en determinados países.
Aunque el término “industria del terrorismo” parezca extravagante, es lo que es. En notas anteriores para diversos medios, analizando la crisis internacional en torno a la guerra que libra Siria contra el terrorismo desde 2011, me he referido a esa industria no estatal, (aunque recibe fondos estatales de varias naciones), que ha utilizado a Siria como una probeta de ensayo. (Fundamentación bibliográfica en notas aparecidas en ARGENPRESS en las fechas: 23-6-2014 y 6-9-2013).
Esta intervención se sitúa en el tipo de intervencionismo unilateral que se ubica al centro de la doctrina en política exterior del partido republicano y que ha sido capaz de insertarlo en la política exterior de Estados Unidos como parte de su estrategia por la supremacía global.
El intervencionismo unilateral ha sido utilizado en la operación “Contras”, en Nicaragua, para desestabilizar el gobierno Sandinista en la década de 1980, y que estuvo ligado a al affaire Irán-Contras durante la guerra de Irán con Irak, en plena presidencia de Ronald Reagan un mentor del neoconservadurismo.
La historia es muy conocida. Estados Unidos le vendió secretamente armas a Irán violando las propias normas del bloqueo a Irán. Los ingresos por esa venta incrementaría los fondos de la guerrilla anti gobierno sandinista llamada Contras, pese a existir una expresa disposición del congreso de suspender el apoyo financiero a los Contras, debido a una fuerte presión internacional.
La intervención unilateral violando todas las normas del derecho internacional y la Carta de Naciones Unidas, tuvo otra expresión máxima en la actividad terrorista del régimen del Apartheid. En la década de 1980, la Sudáfrica administrada por el Partido Nacional, asesorado por las agencias de seguridad de Israel y Estados Unidos, introdujo el terrorismo a mansalva en los movimientos políticos para desestabilizar a los gobiernos no alineados con la Alianza Transatlántica en Mozambique y Angola. Estas intervenciones también operaron bajo el rótulo de guerras o guerras civiles como patrón de intervención.
Estas guerras, a otra escala, en un contexto histórico diferente, con otras variables en juego y con la Unión Soviética como factor de contención, también fueron escenario de los desmanes, las decapitaciones y otras aberraciones que se practican hoy bajo la fachada del EIL o DAESH en Siria e Irak. La diferencia de estas intervenciones con las anteriores consiste no tanto en los niveles del daño a la población, sino en la escasa información al público de las atrocidades porque la industria mediática en Estados Unidos y Europa Occidental principalmente, no había anticipado el inmenso lucro que se podría obtener con la exposición de la barbarie. También existía en esa misma industria mediática, cierto decoro en mantener alguna equidistancia respecto a favorecer uno u otro bando.
El respaldo comunicacional
Hoy, ese escenario mediático ha cambiado radicalmente. Los medios de mayor alcance en occidente toman partido y el caso más patente ha sido el apoyo abierto de muchos de esos medios, al plan de derrocar al gobierno en Siria. Buenos ejemplos han sido CNN, Al Jazeera, Le Monde, El País de España, y The New York Times, hasta cierto punto.
The New Yorker que hasta los reportajes de Seymour Hersh, (hoy, desaparecido de sus páginas) mantenía una postura para un análisis más abierto, bajo la dirección de David Remnick se ha transformado en una publicación deformadora de la verdad de lo que sucede en Siria, con el uso de reporteros propios de la revista y locales, que entregan una visión parcial dirigida a mantener el clima de derrocamiento.
Todo esto ocurre por el predominio de la idea neoconservadora en política internacional que se administra desde Estados Unidos pero que atraviesa fronteras y latitudes en estamentos de diversa naturaleza. La idea central en el neoconservadurismo es re-posicionar a EEUU como la mayor potencia política y militar y que ningún poder similar al de la Unión Soviética lo enfrente.
La segunda consiste en profundizar a escala mundial los ejes del ajuste económico estructural de la década de 1980: privatizar, desregular, abrir zonas de libre mercado, desestatizar la gestión económica y social. La idea es un mundo convertido en un “Tea Party” para todos, con la refundación del estado liberal desde las bases neoconservadoras.
La palabra fascista asusta, neoconservadurismo no. La empresa privada y el libre mercado desregulado, aunque maltraten a los trabajadores y se relacionen con ellos en todos los estamentos en un sistema cercano a la esclavitud, expresamente no es asociada con el fascismo.
De allí que el neoconservadurismo aparezca como una vuelta de tuerca a la sofisticación del fascismo en la actualidad.
La estrategia a través del control político ideológico del mundo árabe e islámico promoviendo democracias “a la occidental” falló y por tanto había que intervenir directamente acudiendo a cualquier medio para generar violencia política y social. Los atentados en Paris es una respuesta política de esa industria por la desazón que provoca el fracaso del plan por derrocar al presidente Bachar el Assad en particular y la imposibilidad de consolidar ese gran medio oriente proyectado en los cuarteles neoconservadores.
Son los subcontratados desafectados del plan que actúan golpeando duramente para dar señales a sus “empleadores”. La motivación es golpear al jefe que “me dejó en ascuas”. El gobierno francés, ha sido y es un empleador clave de esos terroristas subcontratados que golpearon no solo donde la seguridad es más permisiva y es más expedito reclutar, sino también por ser un articulador central en el plan de derrocar al presidente Assad .
Con todo, no se puede descartar que la propia OTAN esté detrás de estos brutales atentados asesinando a inocentes para justificar futuras intervenciones en una guerra que está perdiendo en todos lados. La participación militar de Rusia en apoyo del gobierno Sirio en la lucha contra la industria terrorista, ha provocado un vuelco estratégico que sin duda a la OTAN le genera una suerte de crisis existencial. ¿Para qué embarcarse en un plan de derrocar a Assad, si se ha provocado la peor crisis humanitaria post guerra en Vietnam, y Paris sufre dos atentados terroristas en menos de 12 meses con cerca de 200 muertos? ¿Cuál es el próximo escenario?
Los errores del tipo de intervenciones como las efectuadas en Afganistán, Irak y ahora en Siria, se pagan caro a todos los niveles.
Por Francisco Coloane
Santiago de Chile, 15 de noviembre 2015
Crónica Digital
Excelente