La fragancia de las flores y su capacidad para atraer a los polinizadores disminuye donde los cambios atmosféricos aumentan los niveles de ozono troposférico (O3), señala una investigación que reflejó la revista New Phytologist.
Esa tendencia perjudica además a las abejas y a otros insectos que no localizan su propia comida, agrega el estudio.
De acuerdo con los investigadores, las plantas dependen de unas moléculas de olor para atraer a las abejas y otros polinizadores que obtienen alimento de las flores mientras las polinizan.
Pero los cambios atmosféricos dificultan este proceso cada vez más, sobre todo debido al ozono que se acumula en las capas más bajas de la atmósfera y que se prevé aumente en las próximas décadas.
Según la investigación, las frágiles moléculas de olor de las flores se descomponen con mayor rapidez a medida que están expuestas a mayores concentraciones de ozono.
El ozono es un contaminante altamente reactivo que aumenta la degradación de todos los compuestos volátiles que emiten las plantas y les acorta la vida, dijeron los estudiosos.
Si aumentan los niveles de ozono como está previsto, las flores serán cada vez menos atractivas olfativamente para los polinizadores, pues no serán capaces de mantener una fragancia intensa que se percibe a distancia, lo cual afectará a la flora y la fauna.
Los polinizadores tendrán problemas para encontrar su fuente de alimento (las flores) y disminuirán las visitas de polinizadores a las plantas, reduciéndose su éxito reproductivo.
Para realizar el estudio los investigadores usaron de modelo el abejorro (Bombus terrestris), uno de los polinizadores más comunes en Europa y el mundo.
El estudio no sólo demuestra cómo el ozono degrada los compuestos volátiles responsables de la fragancia de las flores, sino que lo relaciona con las consecuencias negativas que ello tiene sobre los polinizadores.
Los científicos observaron que la degradación de los olores florales en presencia de altas concentraciones de ozono reduce la distancia a la que las flores pueden atraer a los abejorros.
Aunque el equipo probó los efectos en las flores de la especie mostaza negra (Brassica nigra), los expertos opinan que el mismo fenómeno sucedería en otras plantas.
Washington, 21 septiembre 2015
Crónica Digital