El diputado de la UDI, Ignacio Urrutia, un bravucón con fuero parlamentario, ha manifestado, con ocasión de la aprobación de un bono de carácter reparatorio para las víctimas de prisión política y tortura, que “los verdaderos patriotas están [presos] en Punta Peuco”. Es decir: Para el diputado Urrutia son verdaderos patriotas aquellos criminales que cumplen condena por delitos de lesa humanidad. Opinión que también han manifestado su par Jorge Ulloa y una cáfila de cómplices civiles de la tiranía militar. Para ellos, patriotismo es haber adiestrado perros para violar seres humanos, haber torturado personas indefensas y desarmadas, haber asesinado y hecho desaparecer compatriotas. Uno de sus mayores ejemplos de patriotismo es el bombardeo a La Moneda el 11 de septiembre de 1973, cuando cientos de soldados armados con aviones, tanques y artillería pesada “combatieron” contra Salvador Allende y algunos miembros de su guardia. El presidente sólo estaba armado de un fusil.
En cualquier país del mundo que se considere democrático no se permitiría hacer alarde de la delincuencia y acciones genocidas, pretendiendo otorgarle categoría de héroes a criminales procesados y condenados por dichos hechos. Menos que lo hagan autoridades de un poder del Estado. En el mismo tema, el comandante en jefe del ejército, general Humberto Oviedo, semanas antes, declaró ante la comisión de defensa de la cámara de diputados, en un lenguaje lleno de subterfugios –y con arrogancia implícita incluida- que dejaran de presionar al ejército pues ellos sabían lo que tenían que hacer. Discurso que, en el fondo, buscaba justificar la exhibición de fotos de violadores de los derechos humanos en dependencias del ejército, como es el caso del ex director de la DINA, recientemente fallecido, general (r) Manuel Contreras, que purgaba condenas por más de quinientos años. La derecha pinochetista, representada por la UDI y personajes como el diputado Urrutia, junto a la alta oficialidad de las fuerzas armadas, no cejan en su discurso histórico distorsionado y lleno de impunidad, siendo su principal medio de comunicación el diario El Mercurio y su cadena.
Pero: ¿Por qué sucede esto en Chile? ¿Por qué en nuestro país se da de manera tan concreta el adagio popular: “El ladrón detrás del juez”? ¿Por qué no existe una condena del 100 % de la ciudadanía contra tales farsas? Las respuestas podrían ser muchas, manipulación de la opinión pública, manipulación de la historia, infiltración del imaginario cultural de los chilenos, el patrioterismo inoculado por décadas en la conciencia social, etcétera, pero existe una razón que está por sobre todas: La traición de la Concertación al programa de gobierno con que fue electo Patricio Aylwin, manifestada en el contubernio, a cambio de prebendas económicas, de los principales dirigentes de los partidos de la Concertación, con la derecha pinochetista y económica. Las pruebas sobran. Las causas judiciales también. En todo caso, hay algo que está claro, los patriotas del diputado Urrutia no podrían golpear hoy al pueblo como lo hicieron en 1973, pues la resistencia sería distinta. Nadie se entregaría sin defender su libertad contra las hordas militares con toda la fuerza de un pueblo dispuesto a vivir decentemente. Eso el diputado Urrutia y sus acólitos deberían tenerlo presente. La guitarra hoy la tocarían miles de miles en todas las calles del país.
Por Alejandro Lavquén
Santiago de Chile, 14 de septiembre 2015
Crónica Digital
El primer elemento interesante es que el autor reconoce que el presidente tenía un fusil, no precisamente de adorno, cosa extraña en un país que se suponía democrático con los poderes funcionando y con las policías responsables de la seguridad publica entre esas las del presidente de la República. Es decir confirmamos que el presidente tenía una guardia pretoriana ilegal armada denominada GAP, propio de un país bananero y revolucionario.
Genial también el comentario sobre la manipulación de la opinión pública, cuando hemos sido testigos del incansable y exitoso lavado de cerebros efectuados por la izquierda para contar su version de la historia. Una sola, la verdad oficial, militares asesinos, terroristas idealistas, le recomendaría al autor que leyera la declaración de Chillan del partido socialista en 1967 donde proclama la lucha armada para la conquista del poder total, de esa forma se podría dar cuanta sobre quienes fueron los verdaderos responsables del quiebre de la democracia en Chile.
Finalmente hablamos de justicia, ¿cual justicia?, la que condenó a libertad vigilada a uno de los asesinos del senador Guzmán, la que condena por ficciones jurídicas como lo ha reconocido uno de sus jueces.
Comparto la visión del ladrón detrás del Juez.