Lamentablemente la impresión que ha dejado la selección en sus últimos cotejos, deja harto que desear, y nos pone preocupaciones de cara a la Copa América, la cual se disputará en junio de este año en nuestro país.
¿Cuáles son estas dudas? ¿Qué preocupaciones hay? Entendamos que el proceso de preparación para el torneo comienza después del Mundial del año pasado, donde pudimos demostrar varias cosas que el periodo Sampaoli le había brindado al juego del equipo, y esa es la palabra que más duele hoy: “había”.
No hablo en presente pues todo lo que me gustó del Chile previo al Mundial (Clasificatorias y amistosos) y en el Mundial, se ha perdido paulatinamente. Falta intensidad, velocidad, cambio de ritmo, fineza en la puntada final, seguridad, e incluso “pachorra”. Entiéndase por “pachorra”, la agresividad necesaria que un plantel requiere para mantener su concentración y ánimo en el partido. Sería irresponsable culpar sólo a Sampaoli por este bajón futbolístico, dado que se está pasando por un proceso de recambio y proyección en el fútbol chileno, aunque éste no se ve muy fructífero por ahora.
Son dos recambios que debemos tener en la mirada: uno, es la camada de jugadores que reemplazan a nuestras “estrellas”, las cuales disputan los partidos de categoría “clase mundial”, y el otro, es el desarrollo de las selecciones menores, las que están pasando por un momento de crisis total. Hagamos memoria: Chile Sub 20 queda eliminado en la Fase de Grupos en Uruguay con Hugo Tocalli al mando, jugando bastante mal, sumado al poco tiempo que disponen los técnicos para transmitir la idea de su fútbol, y que ésta se haga presente en el campo de juego de forma plena. La Sub 17, por su parte, quedó estrepitosamente fuera del Sudamericano en Paraguay con “todos” sus encuentros perdidos, de la mano de Grelak. ¿Resultado? Ambos despedidos con un Mundial Sub 17 que se realizará aquí en el mes de octubre.
Volvamos al primer recambio. En el partido frente a Irán, como se ha ido demostrando en el proceso, los suplentes no lograron desarrollar el juego tal como “deberían hacerlo” los titulares indiscutidos, a pesar de que hoy, éstos tampoco fueron la salvación de un Sampaoli que ha sustentado muchos encuentros en lo que logran rescatar Sánchez, Medel, Vidal, Bravo, Aránguiz, etc. Eso es un indicio de que el plantel tiene una brecha demasiado alta, antes lo mencionábamos como desafío, y para la fecha actual es un problema. Comencemos con la defensa. El portero fue Claudio Bravo, a quien lo vi menos seguro que en Barcelona, pero sin culpa en los dos goles que recibió. La línea de cuatro defensores compuesta por Fuenzalida, Roco, Jara y Cornejo, tuvo a los dos últimos como rescatables del desastre que fue el retroceso de la zaga. Los dos primeros, responsables del sector derecho, fueron ampliamente superados por el ataque de Irán, su presión y sus amagues.
En el mediocampo, Millar estuvo más presente en la salida del equipo que en jugadas ofensivas, cumpliendo la labor del lesionado Marcelo Díaz; faltaba el reemplazante de la posición de Charles Aránguiz, utilizándose a Erick Pulgar en la función: acompañando el ataque con un recorrido frontal en el centro del campo como opción de pase para los delanteros y el creador del equipo. El tema es que Pulgar es defensa central, alto y sin la rapidez necesaria para el puesto, además que se instaló en la medialuna rival sin causar peligro ni movilidad en la mitad de la cancha. En Universidad Católica juega como mediocampista defensivo, en una posición más estática, aunque por el juego avasallador de Mario Salas involucra a éste en el ataque por algunos pasajes del partido. Rara y desafortunada apuesta. Matías Fernández, uno de los retornos más esperados, no pudo cumplir las expectativas por la poca compañía que generaron los dos jugadores mencionados anteriormente, y era bastante fácil para los rivales marcarlo y eclipsar sus habilidades para generar oportunidades de gol.
La delantera conformada por Vargas, González y Orellana, no logró conectarse entre sí, y desperdició dos oportunidades claras en el primer tiempo, en la cabeza de “chico Mark”, y en los pies del “histórico”. Chile se iría al descanso 1-0 abajo, tras el gol de Nekounam que se desprendió de la marca de Millar y conectó el lanzamiento de esquina tan dañino como siempre. En el entretiempo, ingresó Sánchez por Orellana, y Aránguiz por Pulgar. Ambos no lograron cambiarle la cara al partido y meter a Chile de nuevo en la pelea por la victoria, sumado a la segunda cifra de los iraníes. Se perdió la pelota en la salida, y una buena contra de los asiáticos acabó en el gol de Amiri y el balde de agua fría a las intenciones nacionales.
Llegando a la hora de partido, el DT hizo cuatro cambios más, agotando dicha opción: entraron Isla, Medel, Gutiérrez y Pizarro; por Fuenzalida, Roco, González y Millar. De ahí en más el equipo cambió. No de manera radical, pero se instaló con más peligro en terreno contrario, se creó más ocasiones de gol y logró mayor movilidad del balón. Ayudó a la tarea de Matías Fernández, quien se vio menos presionado cuando encaraba y eludía rivales. David Pizarro y Alexis Sánchez fueron los más participativos en la provisión de balones con ventaja, y no estimaron esfuerzos en demostrar calidad y superioridad por sobre sus compañeros. El equipo mejoró en la defensa con Medel en cancha, pensando también que el rival ya estaba completamente incrustado en su propia zona, dejando escasos espacios para que Chile pudiese realizar una hazaña en tan pocos minutos.
Ahora, la duda es otra. Entonces… ¿Qué haremos contra Brasil? Los vi jugar contra Francia, se reagrupan bien defensivamente, son un equipo corto en el mediocampo, y hacen transiciones rápidas que los deja con cuatro o cinco toques frente al pórtico rival con posibilidad de marcar, tal como lo hizo Irán. ¿Será conveniente renunciar a la posesión del balón y aplicar el oportunismo? No creo que sea necesario meterse hasta con el bus de la selección en el arco, ni tampoco entrar en una pelea de igual a igual, puesto que hoy Brasil es mucho más que Chile, lo cual no fue así en el Mundial. Es un partido bastante más difícil, y una prueba de fuego para ponernos nuestra chapa en la Copa América. Este cotejo puede catalogarnos de participantes, sólo anfitrión, candidato menor, o favorito. Veo muy difícil que se corrijan todos los errores en 3 días, sería milagroso, pero espero ver a un Chile con más convicción, más intenso, más fuerte, más oligofrénico en la búsqueda del triunfo, más Sampaoli.
La confianza y la esperanza es lo último que se pierde, este equipo nos ha dado bastantes alegrías como para darle la espalda ahora, pero no podemos dejar de lado la actitud de crítica “constructiva”, que sólo intenta mostrar los puntos a mejorar, a modo de que la selección sea más fuerte. Las estadísticas nos desfavorecen rotundamente: hemos ganado 7 veces contra los “brazucas”, empatado 14, y vencidos en 48 ocasiones. Números que sólo ratificarían las pocas ilusiones que podemos tener de sacarnos aquella espinita que nos clavó el palo de Mauricio Pinilla, en el último minuto del tiempo suplementario en el Mundial pasado.
Está en estos muchachos la posibilidad de darle un título al partido del domingo: una dulce revancha, o mantener la costumbre que el “Scracth” ha instalado en nuestra historia futbolística…
Por: Vicente Vásquez Feres
Crónica Digital, 27 de Marzo de 2015