La Habana (PL) Acostumbrados a asociar la malnutrición con los países del Tercer Mundo, muchos podrían alarmarse al conocer que unas 33 millones de personas en Europa presentan riesgo de esta condición física, con los niños y los ancianos como los más perjudicados.
De acuerdo con el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (Eufic, por sus siglas en inglés), las cifras comunitarias son alarmantes; en el caso de algunas enfermedades, la proporción de pacientes malnutridos alcanza el 60 por ciento, mientras uno de cada tres adultos mayores que vive de forma independiente está con riesgo de desnutrición.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define esta afección como el desequilibrio entre el suministro de nutrientes y de energía a nivel celular y la demanda o necesidad que el cuerpo tiene de los mismos para asegurar el crecimiento, el mantenimiento y las diversas funciones concretas.
Escasez de agua y alimentos no son los únicos factores existentes para ser víctimas de ese mal, pues además de los desnutridos, también la pueden padecer personas obesas y con sobrepeso.
La Asociación Dietética Británica (BDA) y la Fuerza Operacional contra la Malnutrición en el Reino Unido advirtieron que esta condición física se ha convertido en un problema muy grande en ese país, donde afecta a uno de cada 10 ancianos, lo cual responde a casi tres millones de adultos mayores.
Para la directora honoraria de la BDA, Helen Davidson, la actual situación se contradice con lo que por mucho tiempo se consideró como una afectación del Tercer Mundo.
En España, el 27 por ciento de los niños sufre esta enfermedad debido a la crisis económica, en tanto una de cada cuatro personas de la tercera edad tiene desnutrición, principalmente los mayores de 80 años que viven solos, informa la Fundación Española de la Nutrición.
Asimismo, el 30 por ciento de los niños en la nación ibérica padece de sobrepeso u obesidad, según una Encuesta Nacional de Salud.
Mientras 870 millones de personas padecen hambre, el mundo se enfrenta a un doble lastre de la subnutrición crónica y la carencia de micronutrientes, coexistentes con la obesidad, el sobrepeso y las enfermedades no transmisibles asociadas, las cuales afectan a más de mil 400 millones habitantes, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Para la OMS, constituye la amenaza más grave a la salud pública a nivel mundial, al ser el factor que más contribuye a la mortalidad infantil cada año, cuando seis millones de niños mueren de hambre a causa de la malnutrición asociada a la desnutrición.
Advierten estudios llevados a cabo a gran escala en el Reino Unido y en los Países Bajos sobre una alta prevalencia del padecimiento en hospitales, donde se estima que uno de cada cuatro pacientes está desnutrido o corre riesgo de desarrollar ese estado físico, y muchos más no son diagnosticados debido a una evaluación inadecuada.
Varias organizaciones alertan que los niveles de concienciación respecto a los problemas nutricionales y conocimiento de los profesionales sanitarios son bajos y no tratan adecuadamente el padecimiento desde el punto de vista médico.
Resulta contradictorio que por más de 20 años se ha denunciado la insuficiente importancia concedida a ese mal en todas sus formas: subnutrición, carencias de micronutrientes e hipernutrición.
Durante la Conferencia Internacional de Nutrición (CIN), realizada por la FAO y la OMS en Roma, en 1992, los ministros y plenipotenciarios, representantes de 159 estados, plantearon que el hambre y la malnutrición son inaceptables en un mundo con los conocimientos y recursos necesarios para acabar con esta catástrofe humana.
Otro de los contra para los afectados es que a menudo el tratamiento nutricional no está incluido en los presupuestos de la atención sanitaria ni de los servicios sociales.
A medida que Europa se enfrenta a la crisis financiera, nunca ha sido más importante hacer frente a la carga económica de la malnutrición en los presupuestos sanitarios, evidencia un dossier elaborado por expertos británicos, bajo el título Suplementos Nutritivos Orales (SNO) para Abordar la Malnutrición.
Lo cierto es que, en el bloque comunitario, el coste del tratamiento de los pacientes que padecen malnutrición asociada a enfermedades es elevado, más de 120 mil millones de euros al año.
En ese sentido, autoridades británicas indican que la lucha contra ese estado en adultos mayores podría ahorrarle al Servicio Nacional de Salud cerca de 45 millones 500 mil libras esterlinas (unos 53 millones 140 mil euros) anualmente.
Sin embargo, la FAO alerta que mientras hacer frente a los efectos de la malnutrición supone un costo elevado desde el punto de vista fiscal, económico y humano, el costo de la prevención es mucho más bajo.
El Eufic advierte que en Europa ese padecimiento está asociado a una mayor morbilidad, a hospitalizaciones prolongadas y gastos superiores en asistencia sanitaria.
Dicha dolencia puede reducir la respuesta inmunitaria, lo cual pudiera provocar un mayor riesgo de infecciones, cicatrización deficiente de las heridas, retraso en la recuperación de enfermedades y hospitalizaciones prolongadas.
La pérdida de nutrientes, como una de las principales causas, puede verse acelerada por diferentes formas, entre ellas, la diarrea, disfunción intestinal grave, quemaduras, sudoración excesiva, hemorragias intensas y alteración de la función renal.
Figuran entre los más vulnerables a este padecimiento los lactantes, adolescentes, mujeres embarazadas, pues tienen mayores necesidades nutricionales que otras personas, y por ello son más sensibles a los efectos de una nutrición deficiente. En ese aspecto, las organizaciones sanitarias alertan que los bebés prematuros constituyen un grupo de alto riesgo, en tanto denuncian que esta condición física, como problema, es poco conocida.
Con el propósito de solventar la ignorancia sobre el tema, la Sociedad Europea para la Nutrición Clínica y el Metabolismo, la Alianza Europea de Nutrición para la Salud y el Grupo Industrial Internacional de Nutrición Médica produjeron en 2008 un cortometraje titulado “La malnutrición: otro problema de peso”.
La cinta reitera que este padecimiento causado por la desnutrición plantea una amenaza exactamente igual a la obesidad, además, reclama la adopción de medidas consensuadas por parte de los gobiernos y los organismos y profesionales sanitarios.
Un llamado similar realizaron esas organizaciones años más tarde, quienes junto a otras asociaciones científicas y expertos de la industria y de grupos de pacientes y aseguradoras sanitarias, advirtieron a los gobiernos y ciudadanos del bloque que el desorden nutricional asociado a enfermedades constituye un problema crucial de salud pública.
En los dos decenios que siguieron a la CIN de 1992, y pese a las mejoras logradas en muchos países, el avance general en la reducción del hambre y la malnutrición ha sido inaceptablemente lento, denunció recientemente la FAO, cuando informó sobre los preparativos de la segunda Conferencia Internacional de Nutrición, del 19 al 21 de noviembre de 2014.
Según el organismo internacional, de 2010 a 2012 casi 868 millones de personas -el 12,5 por ciento de la población mundial, o una persona de cada ocho- se hallaban subnutridas, frente a mil millones desde 1990 hasta 1992.
Pese a las medidas adoptadas en los últimos años, por increíble que parezca, la malnutrición afecta a 33 millones de personas en Europa, pero una vez más la región demuestra que dentro de sus políticas, el sector de la salud no es una prioridad.
Por Arianna Barredo Ramos Periodista Prensa Latina.
Santiago de Chile 3 de Junio 2013
Crónica Digital