Sr. Director,
Fui uno de los cientos de vocales de mesa que tuvieron tiempo para dormir una siesta, aburrirse y elucubrar teorías acerca del voto voluntario y, por extensión, sobre la democracia que tenemos.
La desideologización forzada a la que estuvo sometido nuestro país durante los años de dictadura y que se ha prolongado durante los 22 años posteriores del marasmo ideológico liderado por la Concertación y profundizado con maestría por la Alianza, han terminado por transformar al grueso de nuestra población en una suerte de ameba light e individualista, con ansias exacerbadas de consumo y propensa al sobreendeudamiento.
Como muchos invertebrados con sistemas neuronales básicos, esta masa social amorfa desde el punto de vista político, responde a estímulos específicos de manera predecible. Cuando los estímulos son pobres o de baja intensidad, un organismo de este tipo no reacciona. La escasa calidad de los candidatos representó un estímulo cercano a cero.
La combinación nefasta entre el descrédito casi total de partidos políticos y la oferta a raudales de candidatos insípidos ideológicamente, salvo escasas excepciones, transformó las últimas elecciones municipales en una clara prueba que desde 1990 nos hemos convertido progresiva y sostenidamente en una Nación de invertebrados políticos, incapaces de oponer resistencia racional y coordinada frente a las agresiones permanentes perpetradas por vermes igualmente subdesarrollados, enquistados en las esferas de poder desde que la República es República.
Atentamente,
Marcelo Saavedra Pérez
Biólogo
Santiago de Chile 31 de octubre 2012
Crónica Digital