Se refiere, en general, al rol que el presidente de la Conferencia Episcopal jugó como mediador en el conflicto de los trabajadores subcontratados de Codelco, pero en particular a su llamado a los empresarios para que establezcan un “sueldo ético”, por sobre el mínimo, cuando obtuvieran utilidades.
“Tengo buena opinión de lo que dijo monseñor Goic en el conflicto de Codelco, lo que hizo en la intermediación, pero me gustaría preguntarle si él cree que una persona que da empleo pero no paga el sueldo, según él ético, es una persona no ética, o si preferiría que ese empresario sencillamente cerrara la empresa y no diera empleo”, cuestionó la senadora, agregando que “mucha gente que realmente no tiene idea de economía empieza a hablar y con sus dichos aumenta las presiones para este tipo de movilizaciones”.
Suele ocurrir que la soberbia es una de los ropajes de la ignorancia. Y por ese motivo, cuando se escuchan voces que no concuerdan con las propias, se recurre a la descalificación burda y grosera.
Afortunadamente, en este tipo de ataques en vez de descalificar al aludido, denigran al propio acusador, revelando su inconsistencia y estrechez de juicio.
En este caso es evidente que para la señora Matthei la economía es una ciencia exacta, regida por leyes en las que solo pueden intervenir los iniciados en las tecnocráticas artes de la administración y las finanzas.
Desafortunadamente, esta visión no sólo es frecuente en ella, sino también en la formación de la mayoría de las escuelas de economía de nuestro país. El reduccionismo del paradigma neoliberal ha vaciado al análisis económico de su dimensión filosófica y ética, derivando en una técnica regida por leyes inmodificables, autofundadas, que no necesitan mayor justificación que su mera existencia.
Sin embargo, toda la historia de la economía nos muestra que el objetivo fundamental de su estudio ha sido lograr establecer mecanismos de administración y asignación de los recursos que permitan el bien común de la sociedad. Por ese motivo, ya Aristóteles distinguía entre la economía, entendida como la administración prudente y justa de los bienes, y la crematística, entendida como el arte de hacerse rico, o de adquirir riquezas.
La senadora Matthei pareciera saber mucho de esta última ciencia pero carece de todo conocimiento sobre una ciencia social que debería ayudarnos a convivir bajo criterios de justicia y dignidad.
Monseñor Goic, al hacer referencia al establecimiento de un sueldo ético se sostiene un una tradición conceptual que atraviesa la historia de occidente. Se trata un concepto que nace de la más autentica tradición de fe cristiana, y que durante siglos se llamó Salario Justo. De este concepto habló Santo Tomás de Aquino, la encíclica Rerun Novarun, y la Doctrina Social de la Iglesia.
Se trata de un sueldo por hora suficiente para pagar los gastos de vida más esenciales para un trabajador y su familia. O como lo explica el catecismo “El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común” (Catecismo nº 2434).
Por lo tanto, pagar un sueldo ético no es una ocurrencia pasajera de un obispo. Es un concepto que perfectamente puede ser cuantificado y determinado, tal como lo hizo Mons. Goic cuando afirmó: “por lo menos todos los que puedan, no paguen el sueldo mínimo legal, sino que por lo menos 250 mil pesos. Eso sería un primer paso”.
En un país en el que nos han repetido como cantinela, por treinta años, que sólo bajando los salarios habrá trabajo para todos estos comentarios han retumbado como un estruendo revolucionario. Sin embargo se trata de la pura y santa doctrina de la Iglesia, que expresada con toda su fuerza parece desconcertar a muchos católicos de comunión frecuente.
Sería interesante que la senadora Matthei revisara en el blog del “intachable” José Piñera, una figura que no puede ser descalificada como heterodoxa en materia económica. Allí encontrará una interesante carta sobre el salario justo, enviada a su tío, el Obispo Bernardino Piñera, en julio de 1981, que puede ilustrarle un poco a lo que se refiere Monseñor Goic. Sería una oportunidad inestimable de aprender un poco de economía. Aunque sea tarde en su vida.
Por Alvaro Ramis. El autor es Teólogo y Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 9 de Agosto 2007
Crónica Digital
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