Las 13 grandes torres de ese enclave dispuestas en línea de norte a sur tienen una antigüedad de dos mil 300 años, y permitieron a los antiguos pobladores de ese lugar pronósticos bastante certeros sobre la llegada de solsticios y equinoccios.
Las observaciones realizadas en ese enclave, a 400 kilómetros de Lima, capital peruana, jugaba un papel esencial en la vida de antiguas civilizaciones amerindias pues permitía determinar el momento idóneo para la siembra.
Ivan Ghezzi, de la Pontificia Universidad Católica de Perú, indicó en la revista, que el conocimiento de la astronomía estaba presente entre los antiguos habitantes de las Américas mucho antes del desarrollo de la civilización inca.
Restos de guerreros de arcilla encontrados en el enclave sirvieron a esas antiguas culturas de ofrendas religiosas relacionadas con la observación astronómica, señalaron en Science Ghezzi y el arqueo-astrónomo británico Clive Ruggles.
“Las torres de Chankillo nos proporcionan una prueba de las primeras observaciones solares y de la existencia de avanzados cultos al Sol, los cuales precedieron casi dos mil años a los del Cuzco incaico”, señalaron los expertos en la publicación estadounidense.
El descubrimiento de la utilidad de las torres del Chakillo responde por fin vieja interrogante.
Hasta ahora, se pensaba que los observatorios más antiguos de las Américas se hallaban en Coricancha, próximo al Cuzco o que fueron construidos por la cultura Moche, levantadas seis siglos después de las torres del Chankillo.
Washington, 2 marzo, 2007
Prensa Latina , 0, 35, 10