El hallazgo confirma una hipótesis científica de hace 40 años sobre las características de esos cuerpos celestes, entre las cuales figuran algunos cuyas masas son entre cuatro y ocho veces más grandes que el Sol.
En opinión de los autores de la investigación, ese tipo de estrellas “invadió” la galaxia a la que pertenece el Sistema Solar y su estudio revelaría las claves para el conocimiento de la formación química de ésta.
El experto Pedro García-Lario, participante en el estudio, precisó que la observación se ha centrado en unos 100 astros ricos en rubidio, a los que se les llama estrellas de la rama asintótica de gigantes.
Es criterio del equipo investigador que esos cuerpos están en una etapa anterior a la formación de nebulosas planetarias, lo que sería una suerte de antesala de su muerte o conversión en enenas blancas.
El grupo de expertos contó con la cooperación de la Agencia Espacial Europea (ESA), en Madrid, el Instituto de Astrofísica de Canarias (CSIC), y del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC), de Barcelona.
A pesar de que 40 años atrás se predijo la existencia de ese tipo de estrellas, explicó García-Lario, por la nucleosíntesis estelar, ese descubrimiento significa la primera prueba de que esas estrellas producen grandes cantidades de la variante radiactiva 87 del rubidio.
El especialista dijo que esas estrellas gigantes contribuyen al enriquecimiento del medio estelar cuando expulsan gran parte de su masa.
Determinar los componentes químicos que expulsan las gigantes de la rama asintónica antes de morir es importante para predecir la evolución de la Vía Láctea y tal vez aportar datos sobre el origen del sistema solar.
Washington, 9 noviembre 2006
Crónica Digital/PL , 0, 59, 10