Según dicho informe, que analiza las necesidades y demandas de las personas con discapacidad en materia de salud, sugiere medidas de mejora. “Contrariamente a lo que se ha venido considerando con habitualidad, en España las personas con discapacidad no son ni se sienten enfermos”. Si excluidos.
En este sentido, la discapacidad es una circunstancia personal y un hecho social producto de la interacción de factores individuales (el hecho físico, la materialidad de la discapacidad, que en ocasiones deriva en otros problemas de salud) como sociales (entorno de la persona). En gran parte de los casos, la discapacidad si trae consigo problemas de salud mental.
“Me siento excluido y marginado por una sociedad y un sistema de salud que es implacable con la diferencia, intolerante”, me decía un ciudadano chileno que acababa de ser avisado que portaba VIH. El hecho es que para una persona que trabaja en el área de la salud o en el rescate de personas, el saber tratar a las personas con discapacidad, puede ayudarle a salvar vidas.
Un accidente automovilístico, un incendio, un terremoto, perderse en una excursión son situaciones límite para los seres humanos; pero cuando se tiene una discapacidad, sea motora, sensorial o mental, la desesperación o la incertidumbre puede aumentar, ya sea por una discapacidad física o por no tener noción alguna de lo que ocurre a su alrededor.
Si además, funcionarios como los bomberos, que también se dedican a rescatar personas, no saben qué hacer o cómo comportarse ante la atención a personas con discapacidad, los imprevistos pueden convertirse, y de hecho muchas veces se convierten, en tragedias mayores.
Cambiar esta situación es lo que se propone Miguel Ford, el sargento segundo de los Bomberos Metropolitanos de la ciudad de Caracas, Venezuela. Su historia personal lo avala para esta tarea. En 1997, Ford tuvo un accidente que cambió en parte su vida: quedó parapléjico.
Al bajar por los tubos que usan para deslizarse para salir a cumplir su trabajo de bombero, se distrajo por otro compañero que le habló, no se agarró bien, cayó al vacío y golpeó su cabeza contra el suelo desde siete metros de altura.
“Tardé un año y medio en poder seguir mis estudios técnicos, porque no quería continuar. Pasé por una etapa de negación. Fue gracias a mis demás compañeros que pude regresar a mi trabajo porque, en vez de mandarme a mi casa, me reintegraron a mi trabajo”, comenta Miguel Ford.
Desde hace un mes, el sargento, quien ha regresado incluso a las tareas más rudas de la profesión bomberil, está trabajando en un proyecto para enseñar a sus compañeros de carrera y a los nuevos bomberos a atender a las personas con discapacidad en un accidente u otra situación y no causarles más daño por desconocer su estado.
“Lo que propongo es que se hagan dos procedimientos cuando atendemos las emergencias: el primero, que coordina los pasos para atender el incidente; y el otro, que pueda atender mejor a los discapacitados, que los efectivos no empeoren la condición de la persona, porque en ocasiones mis compañeros se han encontrado con carros donde hay hasta cuatro personas discapacitadas y no saben qué hacer”.
Mejorar el trato
Ford quiere que sus compañeros no sólo sepan atender la emergencia, sino que conozcan que atender a un discapacitado no es lo mismo que ayudar a una persona anciana y que si saben como proceder no solo salvarán una vida, sino que darán un paso más para mejorar el trato general hacia los discapacitados en el país y el mundo.
El funcionario venezolano, aspira a que su propuesta sea incluida como una materia en la formación bomberil a partir del año que viene y desea que se ponga en marcha en febrero, para conmemorar su accidente hace diez años, el cual, reconoce, le cambió la vida para siempre en un instante, pero se niega a que lo detenga.
Me permití compartir hoy con ustedes un caso español de investigación y un testimonio de vida de la hermosa capital de Venezuela, muy relacionados entre si, ya que ambos apuntan a mejorar el trato de salud, la toma de conciencia y a respetar la diferencia. Lo que resulta más interesante, es que ambos son perfectamente aplicables a la realidad chilena.
Con información de Teresa Rita, Caracas, Venezuela y Minoría Sorda, España.
Por: Alejandro Hernández. El autor es Presidente de la Fundación Nacional de Discapacitados. www.fnd.cl
Santiago de Chile, 29 de agosto 2006
Crónica Digital , 0, 72, 3