‘En sus principales conclusiones el trabajo de Naciones Unidas confirma que la protección que estas áreas están recibiendo es totalmente inadecuada y que son necesarias medidas urgentes por parte de la comunidad internacional.
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El informe, que se solicitó el 2004, concluye que “muchas pesquerías no son manejadas hasta que están sobreexplotadas y claramente agotadas y, debido a la gran vulnerabilidad de las especies de aguas profundas y su bajo potencial de recuperación, ésta es una fuente especial de preocupación para estas poblaciones. Este hecho plantea la necesidad urgente de medidas provisionales en circunstancias particulares, a la espera de la adopción de medidas de conservación y gestión”.
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Si bien el estudio y sus conclusiones parecen poner el acento sobre un grave problema, resulta molesto para las organizaciones preocupadas de la conservación y recuperación de los mares, que Naciones Unidas haya tenido que tomarse dos años para confirmar algo que ya se le había presentando a los organismos internacionales. Sobretodo considerando el impacto que una práctica como el arrastre puede generar en el corto plazo y lo lento que puede llegar a ser una recuperación de los fondos marinos.
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Esto, además de ser inconsistente con el Acuerdo de Naciones Unidas sobre Stocks Pesqueros (1995) y el Código de Conducta de la FAO para la Pesca Responsable, representa una gran amenaza para la frágil, vulnerable y única biodiversidad existente en los hábitat y ecosistemas de aguas profundas, debido al alto grado de endemismo propio de las montañas submarinas y la tendencia de las flotas arrastreras de fondo de ir provocando sucesivas desapariciones de las poblaciones de peces objetivo en estas pesquerías comerciales. Por ello Naciones Unidas debe tomar la única medida con la que puede hacer frente a este problema, establecer una moratoria sobre el arrastre de profundidad cuando la Asamblea General de Naciones Unidas se reúna en octubre próximo.
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Por lo mismo, corresponde plantearle al gobierno chileno que, por estas razones y como ciudadanos de un país oceánico, promueva la adopción de una moratoria para las operaciones de pesca de arrastre de fondo que se desarrollan en alta mar, fuera de las Zonas Económicas Exclusivas de los Estados ribereños. Sólo una moratoria para la pesca de arrastre de fondo en alta mar proporcionaría protección inmediata a la extraordinariamente rica, vulnerable y desconocida biodiversidad de las aguas profundas. Paralelamente Chile debería mostrar igual preocupación por este tema en sus aguas territoriales, donde se aplican técnicas de arrastre y otras que generan impactos y sobre explotación a niveles tan significativos como los evidenciados por las Naciones Unidas.
Por: Jordi Berenguer. El autor es periodista y Coordinador Interno de la Fundación Oceana. Colaborador de Oceana.
Santiago de Chile, 28 de julio 2006
Crónica Digital , 0, 67, 16’