Uno de los dos aspirantes al poder, la médico Michelle Bachelet o el empresario Sebastián Piñera, que este domingo se enfrentan en una segunda vuelta electoral, asumirá un país con una enorme brecha entre ricos y pobres que no cesa de crecer.
Organismos oficiales confirman que el 20 por ciento más acaudalado de los chilenos percibe 15 veces más que el 20 más pobre, y de esa cifra de poderosos, el uno por ciento resulta particularmente concentrador de riquezas.
El reconocido analista Orlando Caputo argumentó que el 56 por ciento del Producto Interno Bruto “se queda en las manos de esa quinta parte de población más adinerada y a la quinta parte más pobre le corresponde sólo el cuatro”.
Con similar tono, el ex ministro de Planificación Roberto Pizarro reconoció que el centro de la controversia social en el país es la disparidad de ingresos, jubilaciones, salud y educación, marcadamente incomparables entre ricos y pobres.
Denunció que no resulta secreto que pupulan viviendas para los sectores más desprotegidos que no resisten las lluvias del duro invierno nacional.
Chile está ubicado entre los 15 primeros países (de 130) con peor desigualdad de ingresos a nivel mundial y según el Instituto Nacional de Estadísticas, aún 532 mil 607 personas se mantienen analfabetas: 258 mil 262 hombres y 274 mil 345 mujeres.
Por otra parte, de acuerdo con el Censo del 2002, existe un 4,7 por ciento de indigentes, es decir 728 mil 63 personas.
Un 14,08 por ciento enfrenta el desamparo no indigente (dos millones 179 mil 653).
Otros guarismos, nada alentadores, revelan que en el país 160 mil 31 hogares viven bajo la línea de la penuria y 471 mil 571 se marcan en rojo como necesitados.
Respecto al desempleo, el economista Patricio Malatrassi comentó que constituye una de “las ferocidades con que se manifiesta el modelo, una de las más dolorosas”.
Explicó que la desocupación, cercana a los dos dígitos, nunca ha variado en lo sustantivo durante estos largos 15 años de la Concertación, alianza de gobierno de democratacristianos y socialistas.
“Se ha mantenido con altibajos en los mismos rangos que durante la dictadura (1973-90)”, agregó.
Malatrassi opinó que el desempleo entre los jóvenes chilenos triplica la tasa de cesantía nacional. “Allí hay una gran parte de la explicación de la baja calidad de la educación, la delincuencia y drogadicción. La mecánica del modelo crea jóvenes sin futuro”.
Teniendo en cuenta esta realidad, Bachelet y Piñera abordaron con fuerza los temas de la desigualdad y sus posibles soluciones durante sus campañas para llegar a La Moneda.
Para Macarena Andrade, del Instituto Libertad, ligado al partido Renovación Nacional del empresario, “En Chile estamos mejor que en el resto de la región, pero eso sólo indica que somos los menos malos, porque la herida social sigue abierta”.
Santiago de Chile, 15 de enero 2006
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