REFLEXIONES EN TORNO AL CONCEPTO DE SEGURIDAD CIUDADANA Y SU SITUACIÓN EN CHILE

‘El sentido de la reflexión es el elaborar conceptos y conocimientos que permitan fundar políticas de seguridad concretas, para lo cual se hace necesario desarrollar dicho concepto, partiendo de la base que es un concepto complejo, es decir con diferentes dimensiones, y que por lo tanto, la proposición de políticas debe hacerse cargo también de dicha complejidad. En efecto, teniendo en cuenta que las políticas de seguridad ciudadana son políticas destinadas a disminuir la inseguridad ciudadana, se debe considerar que esta tiene dos dimensiones básicas, a saber. la inseguridad objetiva, esto es, la tasa delictiva efectiva o real, y la inseguridad subjetiva, o sea la sensación de temor experimentada por la ciudadanía respecto de ser víctima de un delito. A partir de esta diferenciación, aparece claro que se deben proponer políticas diferenciadas para cada una de ellas, mas allá del hecho que exista entre ambas una obvia relación. Por todo esto realizaremos una elaboración del concepto de Seguridad Ciudadana, explicando y distinguiendo sus dos dimensiones, al mismo tiempo que identificaremos las principales causas, factores o condiciones que se asocian a la producción de inseguridad ciudadana en ambos aspectos.

II.- ,El concepto de Seguridad Ciudadana.

Para definir el concepto de Seguridad Ciudadana, partiremos por efectuar una definición amplia y comprensiva del mismo, ya que de esta manera podremos identificar con mayor exactitud los factores que hacen posible o coadyuvan a generar la inseguridad, que es la situación que hace necesaria la intervención política, intencionada racionalmente para revertirla o neutralizarla.. De esta manera, entenderemos por Seguridad Ciudadana, en sentido amplio o comprensivo, “ aquella condición o situación de una comunidad que permite el libre y pacífico ejercicio de los derechos humanos de sus habitantes, acompañada de la conciencia de dicha condición por parte de los mismos, así como la razonable expectativa que esta situación se mantendrá en el tiempo”. Esta definición es amplia en cuanto contiene como elementos constitutivos de ella, la necesidad de que todos los habitantes de una comunidad (no sólo los ciudadanos, o no solo algunos), puedan hacer libre y pacífico ejercicio de sus derechos humanos (de todos y no sólo de algunosque tengan conciencia de dicha situación y que confíen que esta se mantendrá en el tiempo.. Por otro lado, entenderemos por Seguridad Ciudadana en sentido estricto o restringido, “aquella situación o condición de una comunidad en que de manera generalizada sus habitantes, puedan hacer pacífico ejercicio de la generalidad de sus derechos, sin verse impedidos de ello por acciones de violencia, de cualquier tipo o naturaleza, con un razonable nivel de confianza en ello, al mismo tiempo que con una también razonable sensación de seguridad que esta situación se mantendrá en el tiempo”..

,En ambas definiciones, amplia y restringida, aparecen nítidamente las dos dimensiones que componen dicho concepto, objetiva y subjetiva. La seguridad objetiva es, en los términos del concepto de este documento (restringido), ”La situación o condición de una comunidad, en que, de manera generalizada sus habitantes, pueden hacer pacífico ejercicio de la generalidad de sus derechos fundamentales sin verse impedidos de ello por acciones violentas, de cualquier naturaleza”, siendo, por tanto, la seguridad subjetiva “aquella situación o condición de una comunidad en que se tiene generalizadamente una razonable confianza respecto de que es posible ejercer, la generalidad de los derechos fundamentales, sin verse impedido de ello por acciones violentas, de cualquier naturaleza, así como también una razonable sensación de seguridad que esta situación se mantendrá en el tiempo”. De esta definición de seguridad subjetiva, surge también nítido que ella tiene una composición compleja, ya que además de exigir “la conciencia razonable respecto del ejercicio actual …”, la exige también respecto de la posibilidad de “ejercicio futuro”.

,Con estos conceptos podemos a su vez deducir o construir sus inversos, o sea el de inseguridad ciudadana, con sus correspondientes de inseguridad objetiva y subjetiva. De esta manera, la inseguridad ciudadana será: “aquella situación o condición que sufre una comunidad y por la cual una parte significativa de sus habitantes se ven privados del libre y pacífico ejercicio de sus derechos humanos, o sienten temor de verse privados, como resultado de acciones violentas, de cualquier naturaleza, y sin vislumbrar para el futuro, por lo menos inmediato, un cambio positivo en la situación”. Así entonces, la inseguridad objetiva será: “aquella situación o condición que sufre una comunidad por la que una parte significativa de sus habitantes se ven impedidos del libre y pacífico ejercicio de sus derechos humanos, como producto de acciones violentas, de cualquier tipo”. Por su parte, será inseguridad subjetiva, “..el temor de verse privados, los habitantes de una comunidad, del libre y pacífico ejercicio de sus derechos humanos, como producto de acciones violentas, de cualquier naturaleza, así como no percibir que esta situación evolucionará positivamente, por lo menos en el corto plazo”. De acuerdo a lo dicho, la inseguridad objetiva será posible de medir a través de la estadística de las acciones violentas, de carácter delictivo, que se cometen en una comunidad en un lapso determinado, procediendo a clasificarlas de acuerdo a las categorías establecidas por el Derecho Penal y la Sociología. Se tendrá de esta manera las tasas delictuales. Para estos efectos se entiende la violencia en un sentido amplio, de cualquier tipo, es decir, física o simbólica , abierta o encubierta, directa o indirecta; en definitiva, de todo tipo de violencia. Se resalta el carácter delictivo que éstas deben poseer, ya que no todas las acciones violentas susceptibles de causar temor son de naturaleza delictual (v. g., aquellas destinadas precisamente a reprimir los delitos, o, incluso, en ocasiones, a prevenirlos). Asimismo, el temor es posible de medir y cuantificar mediante métodos y tablas elaborados por la Sociología y la Psicología Social. Tendremos entonces los denominados índices de temor.

,Un concepto de seguridad ciudadana ideal, amplio y comprensivo nos permite entender de manera más adecuada las razones, o algunas de las razones que hacen posible o colaboran en generar la inseguridad ciudadana, ya sea objetiva, subjetiva o ambas, y a su vez, nos permite explicarnos, el porque ocurre que comunidades con parecidas tasas delictivas presenten índices de temor diferentes. Asimismo, es posible encontrar, que sociedades con niveles similares de temor lleguen a tener tasas delictivas con diferencias significativas. La mera constatación sociológica de estos hechos, nos indica que ambas dimensiones de la inseguridad no tienen una relación ni directa ni inversamente proporcional, sino que esta relación es de una cierta autonomía. Esto complejiza las posibles herramientas de solución, o sea las políticas, ya que nos evidencia que no son posibles las soluciones únicas y lineales; por lo que habrá que analizar en cada caso la composición de factores que las provocan. Más complejo es aun, cuando al examinar los índices de temor y las tasas delictivas comprobamos que aquellos y éstas, no se distribuyen parejamente en todos los sectores y estratos, así como tampoco lo hacen territorialmente.

,En el caso de nuestro país, diversos estudios nos muestran, en comparación a otras realidades, una asimetría significativa. En efecto, se observa que, a pesar de tener unas tasas delictivas relativamente bajas, los índices de temor, presentan una notoria mayor magnitud.

,Es en este sentido, que estimamos la conveniencia de tener un concepto amplio de seguridad ciudadana, que comprenda todos los derechos humanos, ya sean de naturaleza civil, política, social, económica, cultural, ambiental o comunicacional, al mismo tiempo que incluya a todos los habitantes, así como a los impedimentos de todos los órdenes posibles, es decir, pacíficos o violentos, individuales o sociales, puntuales o estructurales, y que considere por último, todos los factores con capacidad de generar miedo o temor, ya sean de carácter real (físico) o virtual, directos o indirectos, o de cualquier tipo.

III.-,La inseguridad ciudadana en Chile.-

,Lo anterior, por cuanto consideramos, científicamente relevante la interpretación hecha por el Informe de Desarrollo Humano en Chile de 1998, titulado: “Las Paradojas de la Modernización” elaborado por el PNUD, en lo que respecta a considerar como factores explicativos de un índice de temor, o de desconfianza, que es el caldo de cultivo de aquél, significativamente alto, las carencias que en diversos ámbitos, era posible constatar en distintos segmentos de los habitantes de Chile. En efecto, se afirma en dicho texto: “En esas conversaciones se expresan tres temores básicos: 1) el temor al otro, 2) el temor a la exclusión social y 3) el temor al sin sentido. Se trata de tres temores que remiten a las coordenadas básicas del hecho social: la confianza en los otros. El sentido de pertenencia y las certidumbres que ordenan el mundo de la vida cotidiana. Sabemos que en la sociedad moderna esas coordenadas no se producen, ni reproducen de modo espontáneo y evidente. Ellas forman parte de las tareas que la modernidad se ha propuesto de manera intencional y reflexiva. Su precariedad remite, por tanto, a un posible déficit de los mecanismos específicos por medio de los cuales la sociedad chilena ha pretendido asegurar la integración social”. En otro lugar del mismo informe se lee: “Sin embargo, a partir de las investigaciones hechas para este informe, pareciera ser que la inseguridad descansa, más allá de las tasas reales de delito, sobre la imagen metafórica de un delincuente omnipotente y omnipresente, que condensa un temor generalizado y, por lo mismo, exagerado. El delincuente se convierte, al menos en parte, en un “chivo expiatorio” que nombra (y esconde) una realidad difícil de asir.

,El análisis de la seguridad ciudadana remite pues a factores subyacentes. En el miedo al otro parecieran resonar otras inseguridades, aquellas provocadas por el debilitamiento del vinculo social, del sentimiento de comunidad y, finalmente, de la noción misma de orden.”

A mayor precisión, podemos del mismo informe extraer la siguiente afirmación : “ …, la mayoría de la gente, según la base empírica de este Informe, se siente insegura de encontrar empleo, y no está convencida que la educación vigente asegure el futuro de sus hijos. Tampoco confía en poder costear una atención médica oportuna y de buena calidad, y teme no tener ingresos suficientes para vivir adecuadamente la vejez”.

De lo transcrito aparece, meridianamente claro, que los habitantes de nuestro país tenemos un conjunto de desconfianzas e inseguridades, que no diciendo relación directa con atentados violentos (físicamente) al libre ejercicio de sus derechos fundamentales, dicen relación con la dificultad de ejercerlos o el temor de no poder ejercitarlos . En este contexto psicosocial, es plausible pensar que la realidad de la delincuencia violenta o la suposición de ella, encuentre un terreno apto para provocar un temor que explique esta distancia tan grande que presenta nuestro país entre las tasas reales de delincuencia, y los índices de temor existentes.

,Por otra parte, esta situación de distancia entre las tasas delictivas y los índices de temor nos impone resolver la siguiente interrogante: Si la tasa delictiva es baja o relativamente baja, y por lo tanto no es posible atribuir a la experiencia directa de los habitantes este temor, o al traspaso de experiencias mediante el relato, ¿Cómo se llega a generar este nivel de temor a la delincuencia? o de otra forma ¿Por qué, siendo reales o teniendo realidad subjetiva, otros motivos de temor, se condensa éste en torno a la delincuencia?. Una respuesta plausible, es posible de encontrar en el mismo informe: “ ..Esto es explicable si se tiene en cuenta que la gente comunica sus experiencias con el lenguaje que le provee la sociedad. En Chile los medios de comunicación de masas no sólo han identificado inseguridad con delito y seguridad con policía, sino que han hecho de este tema uno de los espacios en que buscan su conexión con las emociones de la gente. Más allá de la presencia objetiva de la delincuencia, que resulta ser menor que el temor frente a ella, ésta es una explicación del hecho de que el miedo al delito sea el objeto espontáneo de las conversaciones sobre seguridad..

Sin embargo, en un segundo momento, cuando la conversación se torna más reflexiva y confiada, la seguridad adquiere otros significados. Allí los temas de la violencia, el delito y las estrategias de protección y desconfianza son remitidos a problemas en la sociabilidad de los chilenos. En ese momento las relaciones humanas son puestas en primer plano.”

,De esta manera el informe citado, nos proporciona dos importantes explicaciones a nuestras dudas. Por una parte nos dice que el temor al delincuente encierra o esconde tras él otros miedos, que también dicen relación con las posibilidades de ejercicio de derechos básicos, pero cuya dificultad o negación no es producto, por lo menos directa y físicamente, de acciones violentas, sino más bien por razones estructurales de nuestra sociedad. Por otro lado nos muestra como los medios de comunicación de masas tiene un papel relevante en el hecho que la delincuencia sea asociada espontáneamente a la inseguridad que se siente.

La constatación de estos dos hechos descritos, tiene una gran importancia para este documento, en la medida que pretende fundar políticamente, medidas para intervenir nuestra sociedad, pues si por un lado el temor al delincuente esconde otros miedos, y por otro, son los medios de comunicación de masas, los que catalizan esta sublimación, las políticas y programas destinados a hacer desaparecer, o por lo menos, disminuir la inseguridad ciudadana, deben hacerse cargo de estos factores intervinientes. Esto significa, en concreto, que se debe considerar la forma de hacer desaparecer o atenuar aquellos otros miedos, provenientes del funcionamiento de nuestro sistema político-económico- social, y al mismo tiempo contrarrestar los efectos que, una cierta orientación de los mensajes mediáticos, tienen en la generación de inseguridad, Esto se complejiza aun màs, ya que como hemos dicho, la inseguridad no se reparte igualitariamente en todos los estratos, niveles y territorios de nuestro país, debiéndose considerar las acciones a emprender, de manera diferenciada ,de acuerdo a los diferentes cortes de intervención posibles. Por ejemplo, se deben diferenciar los diagnósticos y las intervenciones, con criterios comunales, regionales y nacional, por lo menos. Incluso respecto de ciertas porciones de territorio comunal se hace necesario especificar mas aún, ya que por determinadas características pueden necesitar un tratamiento diferenciado para su mayor eficacia Aun en el caso que se considere que no es posible intervenir en el nivel comunal sobre ellos, pues tienen una entidad que no es posible de enfrentar a este nivel, se deben tener en cuenta, pues su consideración servirá para no evaluar negativamente los impactos de las acciones y políticas emprendidas, que no obstante de ser atingentes y eficaces, sólo podrán, obviamente, reducir la inseguridad, en la exacta proporción de la importancia relativa que tenga el factor insegurizante sobre el cual hayan actuado. Al mismo tiempo, impedirá considerar como resultados positivos de políticas comunales, aquellos que se deban al cambio positivo de variables regionales o nacionales.

,Una enseñanza de carácter más general, que es posible extraer de este informe del PNUD, se refiere a la orientación que deben tener las acciones que tengan por objetivo disminuir o eliminar la sensación de inseguridad (inseguridad subjetiva). En efecto, fluye de aquél la necesidad de realizar acciones que más que destinadas directamente a generar seguridad, se debe tratar de acciones y políticas destinadas a producir CONFIANZA, y a reconstituir, por esa vía, los lazos comunitarios y de solidaridad entre los habitantes, cuya pérdida, parece estar a la base de la inseguridad, tanto subjetiva como objetiva.

En efecto, si bien hasta el momento hemos diferenciado entre inseguridad subjetiva (sensación de temor), e inseguridad objetiva (tasa delictiva o posibilidad real de sufrir un atentado), estableciendo, además la dimensión de autonomía entre ellas, es decir, que el hecho de que suba o baje la una, no significa necesariamente que suba o baje la otra, debemos ahora hacernos cargo de las posibilidades de influencia de la una sobre la otra. En el caso de la influencia de la inseguridad objetiva sobre la subjetiva, es necesario decir que es posible, que en el caso concreto que se analice, se verifique la hipótesis de conocimiento más generalizado, como es aquella que dice que si hay más inseguridad objetiva, se debe al hecho de que hay un aumento de la tasa delictual, y por el contrario, si aquella ha disminuido, lo ha hecho porque esta también ha bajado. Para que esto se pueda afirmar, como es evidente, se deben haber mantenido estables, el otro conjunto de factores que intervienen en la producción de seguridad /inseguridad . La otra posibilidad, es decir, que el aumento de la inseguridad subjetiva, (ya sea este aumento producto del aumento de la tasa delictiva o de otro factor interviniente ), provoque a su vez un aumento de la inseguridad objetiva, es también, perfectamente posible. Y, de la misma manera que en la hipótesis anterior el efecto se produce de manera directa y/o indirecta. En la primera hipótesis, el aumento de la inseguridad subjetiva puede provenir del hecho de haber sufrido en carne propia el acto delictual, o haber sido testigo presencial del mismo, lo que nos daría la manera directa, siendo a su vez indirecta cuando nos enteramos de ese atentado por relato personal o cotidiano del mismo o por la vía de los medios de comunicación de masas. En la segunda hipótesis el aumento de la inseguridad objetiva puede ser provocado directamente por el (los) individuo(s) cuya inseguridad subjetiva ha aumentado. Piénsese por ejemplo en la compra ilegal de un arma, o en un linchamiento. Un ejemplo de aumento indirecto de la inseguridad objetiva, será aquel caso en que el temor lleve a presionar por la aplicación de “mano dura” (tolerancia cero), la cual, en todos los casos conocidos ha llevado a violaciones de los derechos mas elementales de las personas, especialmente de los mas pobres y desprotegidos. Caso claro son los denominados “escuadrones de la muerte”. Estos tipos de conductas delictuales, provocadas por agudas sensaciones de temor y consecuentemente de desamparo, son desgraciadamente, no sólo posibilidades teóricas en nuestro país, pues, aunque de manera incipiente, se han concretado en linchamientos y en la aparición de brigadas de autoprotección en sectores impedidos económicamente de contratar guardias privados, los cuales, a su vez, por si solos no garantizan la evitación de los actos delictivos, así como también la experiencia demuestra que tienen, como cualquier órgano de protección penal, altas probabilidades de violar directamente los derechos que debían proteger..

Por otra parte es también necesario hacer notar la posibilidad de que cada una de estas inseguridades se autoreproduzca, esto es, se retroalimente a si misma. Es decir, que el aumento de la inseguridad objetiva traiga mas inseguridad objetiva, lo cual también ocurre, como hemos dicho con la inseguridad subjetiva. También debemos llamar la atención sobre los efectos ambivalentes de algunas acciones o políticas específicas en este campo. Baste para ejemplificar esta afirmación, mencionar el caso de la denominada “detención por sospecha” cuyos efectos son diametralmente opuestos, dependiendo de los sectores en que examinemos. En aquellos que la solicitan o instan a su uso en los casos en que está contemplada en el ordenamiento jurídico, su existencia y aplicación trae una cierta sensación de seguridad. Por el contrario, en aquellos sectores sociales que la sufren en su aplicación, generalmente sectores marginales y de pobreza, con múltiples carencias, y por eso mismo, estigmatizados, la posibilidad de ella genera temor.

3.-Conclusiones.-

En definitiva son múltiples los factores intervinientes en la producción de fenómenos de inseguridad (objetiva y subjetiva) y sus distintos pesos específicos en cada caso, producirán diversos resultados, lo que obliga a escudriñar concienzudamente cada caso, en cada momento histórico, ya que además está la complejidad del dinamismo de las situaciones. En lo dicho en los acápites anteriores, creemos se encuentran las principales herramientas conceptuales que permitan analizar la realidad social en esta crucial materia.

Por Mauricio Salinas Escobar. Abogado Secretario Corporación Ciudadanía y Justicia. Académico del Instituto Jorge Ahumada y de Crónica Digital.

Santiago de Chile, 6 de noviembre 2007
Crónica Digital’

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