A pocos meses desde que Jorge Sampaoli dejó la selección chilena de fútbol, es inevitable comparar su método con el de Juan Antonio Pizzi, quien lleva recién ocho encuentros dirigiendo a “La Roja”. La pregunta esencial sería: ¿Cuáles son las grandes diferencias entre ambas visiones de comprender el fútbol?
En un principio, cuando los primeros entrenamientos proyectaban el duelo con Argentina (1-2) por la 5ta fecha de las Clasificatorias para Rusia 2018, los jugadores bromeaban: “La diferencia es la estatura y el pelo”. Sin embargo, fuera de lo hilarante, es importante analizar lo relacionado al terreno de juego.
Los mismos seleccionados anuncian que la intensidad en los entrenamientos no ha variado, pero plasmar aquello en la cancha ha sido otro tema. El equipo de “Macanudo” realiza un pressing de forma más pasiva y esporádica. No es el conjunto suicida lleno de “kamikazes” de Sampaoli. Mientras el anterior técnico buscaba una fórmula para llegar al arco rival basada en la eficiencia, la velocidad y el vértigo, el actual lo hace de un modo más pausado, toma su tiempo para lograrlo, no le importa volver atrás para intentar de nuevo. No por nada Chile es uno de los elencos con más pases dados en la Copa América Centenario, superando por mucho la marca del año pasado.
Otra arista es el rol de los jugadores en sus respectivas funciones. En varias ocasiones quienes hacen de “asistentes” o incitadores del juego son Gonzalo Jara y Gary Medel con envíos largos –en distancia-, saltándose el mediocampo conformado generalmente por los “titularísimos”: Marcelo Díaz, Arturo Vidal y Charles Aránguiz. ¿Por qué pasa esto? En parte es una variante táctica, y también es una respuesta frente a la presión rival, la cual ahoga a los últimos tres mencionados, obligando a la acción de los defensas. Todo esto se suma a una gran cantidad de pelotas perdidas en la salida, que generaron casi todos los goles contrarios, considerando también el siempre peligroso balón detenido.
A un Chile que le presionan –y mucho-, le falta el toque de “magia” o sorpresa. Jorge Valdivia como “9 falso” y creador del armazón ofensivo cumplía esa característica con Sampaoli, aunque su condición física delimitaba el dilema si utilizarlo en el esquema o no. Pizzi optó por no convocarlo, para algunos una decisión radical. Con Matías Fernández ha tenido mala suerte, se lesionó en el encuentro frente a Argentina en marzo y también dejó la concentración para la Copa por un problema en sus meniscos. Si bien no es Valdivia, es uno de los que más se acerca a su estilo. Fabián Orellana dejó claro ante Jamaica que no puede asumir esa función, y al parecer tampoco como delantero. Una variante interesante es la de Pedro Pablo Hernández, quien movía los hilos en O’Higgins el 2013, pero en Celta de Vigo asume la labor de volante mixto. Cuando se lo pudo ocupar “creando”, Pizzi lo ubicó reemplazando la ausencia, posición y tarea de “Carepato” Díaz contra Bolivia. Rotar las características de armar el juego en ofensiva entre Charles Aránguiz y Arturo Vidal no ha dado grandes resultados. Por ahora.
El centrodelantero. Sacando a Valdivia de la nómina, Pizzi lucha constantemente entre un esquema que incluya al referente de área y el que no lo hace, como Sampaoli lo hizo por mucho tiempo. Cuando Alexis Sánchez lo intentó, no funcionó, dado que desde el proceso anterior sale del área para generar juego y buscar el balón –a veces de manera egoísta-. Subió considerablemente su influencia en el ataque en el último partido jugando por la banda y haciendo diagonales hacia el interior. Mauricio Pinilla y Nicolás Castillo son opciones para otro dilema: experiencia o proyección. Menos mal que Eduardo Vargas –el titular indiscutido de ‘Minimí’- despertó con Panamá. Las ocasiones que tuvo las metió, ganó confianza y seguramente su titularidad para los cuartos de final.
También se deben considerar cuestiones más ‘prácticas’ o ‘ejecutivas’. Por ejemplo, los sparrings. Jorge Sampaoli siempre recurrió a ellos al trabajo en vivo, Pizzi los graba y muestra el contenido a los nominados, sólo los utiliza cuando falta alguien o para ensayar jugadas preparadas. Antes, “Minimí” delegaba varias funciones suyas en Sebastián Becaccece. Ahora, “Macanudo” imparte casi todas las órdenes y su asistente Manuel Suárez evalúa. El calvo casildense no perdía ni un segundo: del aeropuerto a Juan Pinto Durán y no se diga más. El rosarino es de otra escuela, busca momentos de distensión del ánimo, da facilidades respecto a los compromisos familiares o en las ciudades que se visita, como Boston y Filadelfia.
Siguiendo con lo ‘práctico y ejecutivo’, no existe tanto misticismo respecto a la seguridad, como tener guardias mirando hacia el alrededor del lugar de concentración, tampoco hay tanta alarma por los drones. El misterio se trasladó a la definición de la oncena titular, lo cual es un rito sagrado de Pizzi, tanto como reconocer la cancha antes de cada partido, cosa que “Sampa” prefería no hacer. Los médicos juegan un rol fundamental, pues hoy no exigen mucho a los jugadores por sus lesiones como en antaño.
Hay una diferencia quizás aún más importante: Juan Antonio Pizzi fue futbolista profesional, Jorge Sampaoli no. Reconocido como un goleador de fuste hace varios años, el actual DT de la selección puede tener una llegada a los 23 elegidos desde la comprensión y empatía.
Independiente de las características donde haya disenso entre los últimos entrenadores, todo el trabajo hecho por ambos debe enfocarse en lo que realmente importa: clasificar a Rusia 2018. El mismo Marcelo Díaz dijo: “Esta es una copa que no te da nada”. Aun así, el certamen continental sirve para que los jugadores conozcan mejor al técnico. No obstante, mantengo la postura de que debió realizar más sorpresas en la nómina y barajar más opciones en su esquema táctico. Esta era la oportunidad de darle un empuje al desarrollo del fútbol joven y nivelar la experiencia –de forma práctica- a los que son suplentes.
Me preocupa el hecho de que en los cotejos disputados en la Copa América Centenario, haya poca respuesta desde el banco. La reacción está llegando por parte de los que están dentro de la cancha y sí, eso puede pasar, pero el ideal es que ambas partes sean proactivas. Sampaoli gritaba instrucciones frenéticamente en gran parte del encuentro, no sería raro que se hayan acostumbrado a eso, al menos en la selección.
El desafío de ahora es mucho mayor: México. Es local –prácticamente, no de forma nominal-, mejoró mucho respecto al amistoso disputado con Chile en San Diego y vienen con bastante confianza. Pregunta que he respondido varias veces: ¿Qué le queda al hincha?: Apoyar. No se está mostrando el mejor fútbol, aunque se notó un alza en el rendimiento que ojalá establezca una unión grupal, la cual es esencial para conseguir el objetivo mayor, estar en la Plaza Roja de Moscú.
Por Vicente Vásquez Feres
Crónica Digital, 15 de Junio 2016