El hecho de que al ser pillados en falta, los políticos de la Unión Democrática Independiente, UDI, vinculados al llamado “Caso Penta”, rasguen vestiduras y pidan “disculpas públicas”, como lo hizo el senador pinochetista, Iván Moreira, en un pretendido gesto de “hombría”, como dijo, solo le agrega hipocresía y cinismo al inevitable reconocimiento de lo que púdicamente denominó “irregularidades”.
El habitualmente vociferante senador de la Región de Los Lagos, y habitual vocero de verano de la UDI, se victimiza y trata de recurrir a la conmiseración de la Opinión Pública, aunque lo que, por decencia, le correspondería hacer, es renunciar al cargo obtenido dolosamente.
O el sistema democrático debiera tener un mecanismo para revocar el mandato de quienes han llegado a las instituciones representativas de la democracia por medios espúreos.
La magnitud y gravedad de la corrupción política puesta en evidencia obliga a una reflexión mayor y a la adopción de medidas urgentes de profilaxis política.
El reconocimiento de los hechos de la escandalosa relación entre dinero y política en las últimas elecciones legislativas devela hasta qué punto los poderes económicos, los intereses empresariales corrompen las instituciones del sistema democrático, con el objetivo de ponerlas al servicio de sus objetivos de lucro y ganancia, convirtiendo la política en un “bien de consumo”- -según el conocido concepto piñerista- y la administración del Estado en un mero mecanismo de compra y venta.
Un estudio de las argumentaciones que intentan “explicar” la descarada dependencia de algunos políticos del dinero empresarial, revelan no ya errores , sino los horrores de una relación sinceramente inmoral, donde lo que impera es la dependencia política , económica y moral, que necesariamente se genera entra ambas partes.
Es sabido que el que pone el dinero pone la música, al son de la cual bailan los servidores de los que financian a “sus “ diputados y “ sus” senadores.
El golpeteo de pecho del senador Iván Moreira sobre las “irregularidades” cometidas, y su reconocimiento de que no se puede buscar empates morales con ajenos, para defender y justificar conductas delictuales e inmorales propias, no puede justificar su conducta, ni la de sus otros compinches. Ellos todos ya han pasado la edad de la ingenuidad para pretender que la opinión pública nacional acepte que cometieron errores, que no sabían o no se daban cuenta.
Intentar responsabilizar a una secretaria o un jefe de campaña u otro funcionario secundario solo le agrega impudicia al escándalo.
El argumento falaz, de que “todos lo hacían”, o que los fraudes a Impuestos Internos, serían una práctica habitual, generalmente “aceptada”, no los libera de su responsabilidad.
El problema delictual de estafar al Fisco, de defraudar al conjunto de los chilenos, es un tema, del que deben , los responsables,, responder ante los tribunales.
Pero el problema principal, fundamental es que junto con defraudar, y engañar a sus electores, han violentado la democracia, han pervertido la vida política del país; han escamoteado la dignidad de sus investiduras, y demolido la confianza ciudadana en las instituciones representativas del país.
Se trata flagrantes- y ahora confesos delitos contra la moral y la ética política pública, los que deben ser sancionados con medidas ejemplarizadoras
Es posible que se busque presentar algunos culpables de poca monta, se escenifique algún proceso para calmar la indignación ciudadana, se utilicen algunos “fusibles”, que no serán los verdaderos “coroneles”, ni los “capitanes” del empresariado y de las cúpulas políticas comprometidas.
Es probable que se encuentre y se presente algún chivo expiatorio para aquietar las aguas, el que será discretamente recompensado, con algún capital, algún puesto discreto en un directorio u otra prebenda a disposición de los que caen en desgracia, o deben cargar con el muerto.
Pero la sociedad, el escenario político nacional quedará manchado y herido con una lacra, que debe ser extirpada, en beneficio de la confianza ciudadana, del porvenir del país y de la salud de la democracia.
Aquí se trata de un problema de moral pública.
No hay que olvidar que tuvimos un gobierno en que los empresarios dictaron las políticas, y donde ministros y otras autoridades, tras su paso por la Administración del país, volvieron a lo suyo, los grupos económicos de poder, los directorios bancarios y algunos aspiran a dirigir los gremios empresariales.
Incluso quien fuera presidente de la República, siendo una de las principales fortunas del país y del mundo, reasume el timón de sus empresas e intereses, disponiendo de un porcentaje de sus recursos para su proyecto político de intentar la vuelta a La Moneda.
Por eso, si hubiera una verdadera disposición de enmendar rumbos, de reconocer la gravedad del delito y del mal causado lo menos que uno podría esperar de los protagonistas de este escándalo, es que, como mínima expresión de decencia, renuncien a los cargos representativos, en el Senado o en la Cámara de Diputados, obtenidos mediante tales actos de corrupción.
La relación repugnante de dinero y política, la corrupción que significa que empresarios, con sus específicos y particulares intereses políticos y económicos, financien campaña para poner legisladores a su servicio, debe ser eliminada de raíz de la vida política del país.
Y lo mínimo que deberá contemplar una nueva institucionalidad política y constitucional, en un país que quiere ser decente, es que se establezca la revocación de mandato para quienes utilicen tan deleznables métodos para llegar al poder.
Por Marcel Garces, el autor es periodista, miembro del Consejo editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 9 de enero 2015
Crónica Digital
Aquí lo que hace falta en todo sentido de la palabra, es la ¡HONESTIDAD EN GENERAL! Hay mucho que decir sobre el quehacer en general de muchos funcionarios públicos, por ejemplo hablar sobre los viáticos creo que nos encontraríamos con muchas sorpresas. Falta mucho para encontrar a hombres y mujeres totalmente honestos como en en la ANTIGUA GRECIA, REPRESENTANTES EN LA BULÉ O ECLESSIA REALMENTE PROBOS. ¡ES POR LOS MALOS EJEMPLOS QUE HEMOS VISTO QUE TENEMOS QUE ELEGIR CON LUPA A NUESTROS REPRESENTENTES, QUE TENGAN UN CURRICULUM SOCIAL, ANTECEDENTES PARA FINES ESPECIALES, INTACHABLES Y QUE TODOS DECLAREN SU PATRIMONIO VERIFICADO, AL INGRESAR Y AL SALIR DE UN CARGO PÚBLICO, ES DECIR QUE SEAN COMO UN MANANTIAL QUE SIGNIFICA AGUAS CRISTALINAS QUE NACEN DE LA CORDILLERA SIN MUGRE, TRANSPARENCIA TOTAL! ¡UN ABRAZO A TODOS Y ADELANTE HASTA TRIUNFAR!
El artículo del periodista Marcel Garcés es excelente y describe claramente el problema de fondo que el país debe enfrentar y rectificar:
Sanear la actividad política extirpando testaferros de la oligarquía, por genuinos y honestos representantes de la ciudadanía.
La revocación del mandato pareciera ser una buena herramienta para dicha rectificación. Pero, a la vez, habría que prevenir que mayorías ocasionales utilizaran tal revocación para perseguir y destruir parlamentarios honestos.
Recordemos que la derecha es un enemigo sin Dios ni ley.