Los estudios Sony, la empresa que la financia, baten palmas ante cifra palpables y contables, que borran la inquietud generada por los ataques de grupos religiosos que criticaron duramente y vetaron incluso la proyección del largometraje en algunos países.
En el mercado anglosajón (Canadá y Estados Unidos), la película de Ron Howard, con la francesa Audrey Tautou como Sophie Neveu, acumuló casi 189 millones de dólares, mientras que en el resto del mundo suma, hasta ahora 453 millones de dólares.
Desde el inicio del rodaje, la cinta estuvo inmersa en polémicas y ataques sin cuenta. Mientras el Louvre le abrió las puertas de su Gran Galería, la Abadía de Westminster, en Inglaterra, se las cerró de un portazo.
Basado en el libro homónimo del escritor norteamericano Dan Brown -un best seller construido como un thriller rebosante de persecuciones, suspenso, intrigas y una gota de romance-, el filme gira en torno al supuesto enlace de Jesucristo y María Magdalena.
De esa unión nacen descendientes cuya línea sanguínea se prolonga hasta el presente con ramificaciones en los círculos de poder político y económico.
Grupos católicos de todas partes del mundo acusaron a Brown y a Howard de blasfemos, de desvirtuar y tergiversar la historia narrada en la Biblia. La película fue prohibida en Paquistán, Bielorrusia y en la islas Samoa, seguida siempre de idéntico rumor de escándalo.
Estrenada en la gala de apertura del pasado festival de Cannes, la crítica especializada la acribilló casi hasta hacerla pedazos. Lo único que dejó indemne fueron los efectos especiales, pero los comentaristas se preguntaban si valía la pena haber invertido tanto para tan poco.
En lugar de desestimar al público, las reacciones alérgicas a El código no hicieron más que incrementar el interés de los espectadores, que siguen acudiendo en masa para contastar por sí mismos hasta que punto es válida, o no, la película.
Nueva York, 13 junio 2006
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