Crítica de teatro
Por Miguel Alvarado Natali, Editor de Cultura
La sangre invisible, es un drama ficticio que bordea un pasado histórico escrita y dirigida por Nelson Brodt, el cual hace un tiempo ya venía con esta idea de plasmar en escena, un capítulo que conjugara el pasado y el presente de dos soldados y un prisionero tragados por el desierto. Con presentaciones en el Teatro Sidarte los días 4-11-18 y 25 de Mayo, a cargo de la compañía La Gira Teatro.
@cronicadigital
En un solitario y perdido rincón del desierto del norte de Chile. Un soldado está cuidando a un prisionero que está rodeado de un montón de huesos y vestigios de otra época. El cautivo ya está desesperado e inquieto por marcharse de ese lugar y el soldado inquebrantable sigue a la espera de su batallón que lo socorrerá. Ambos se enfrascan en una discusión de poder en aquella inmensidad de soledad y muerte, que los mantiene atrapados en un tiempo indefinido, donde deambula además un andrajoso y polvoriento combatiente de infantería del la Guerra del Pacifico.
Sugerente es la escenografía, huesos partidos, restos de ropa y hasta un carnet de identificación antiguo rodeados de piedras y rocas. En tanto, el vestuario está muy bien logrado, al igual que la utilería y el rifle del militar. El inconveniente y la falla técnica de la música lamentablemente se noto y se extrañó. Sin embargo, el temple de los actores se mantuvo y salieron airosos de la escena.
El trabajo actoral es potente, la preparación física y la concentración sicológica dan un resultado correcto. Diego Subercaseaux interpreta a Arturo, este prisionero asesinado por militares en 1973. Su actuación es desgarradora, más aún cuando nos damos cuenta que es un espíritu que no tiene donde ir. Por su parte el actor Alexis Saldaña asume el rol del sargento Riffo, uniformado del ejército de Chile, que no da pies atrás en su misión. Riffo realiza una presentación notable, su temperamento y su parada de “milico” mantiene la atención de la audiencia. Me sorprendió el espacio escénico que ocupó por muchos minutos y desde antes que el público entrara a la sala, el actor Diego Muñoz. Por momentos parecía un maniquí parado en el fondo del escenario, hasta que su corta intervención en la escena le da un giro a la trama, ya que es un soldado de la Guerra del Pacifico. Es Riquelme, con la mirada perdida, el uniforme desteñido, en busca a sus compañeros y un destino que no existe.
La sangre invisible es la de los fantasmas atrapados en la Guerra del Pacífico, los detenidos desaparecidos del 73 y las mujeres que deambulan hasta nuestros días buscando cuerpos por ese vacío desierto. Todos los personajes están temerosos de su propia muerte, de su destino y no se han dado cuenta que son almas en pena. Es un montaje lúdico, que te atrapa en su confusión, -están o no están- y eso es lo que te envuelve en un pesar, casi una pena que se devuelve de la historia una y otra vez. Los muertos nos quieren decir algo, pero nadie los escucha, nadie los ve en esa desolación, por eso hay que enterrar a los muertos: al soldado desconocido y el detenido desaparecido.
Es una obra que nos lleva a reflexionar de nuestro pasado político. Muertes por defender el territorio, por cumplir una orden y por pensar distinto. Tres almas atrapadas en el tiempo que nos estremecen y nos hacen pensar en nuestro presente. Es una puesta en escena novedosa, atrevida y que hay que ver.
Elenco: Alexis Saldaña, Diego Subercaseux y Diego muñoz.
Por Miguel Alvarado Natali
Santiago de Chile, 11 de Mayo 2024
Crónica Digital