Santiago, 6 de mayo de 2024
Sr. Director
Diario el Mercurio
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La editorial de Dn. Felipe Schwember (EM 6/5/24) rechaza “el mito fundacional que inspira la visión política de quienes hoy nos gobiernan: la revolución como remedio de las injusticias que real o presuntamente lastran la vida social”. Argumenta que “su necesidad es desmentida por la democracia liberal: la revolución sólo tiene razón de ser allí donde hay tiranía y, en consecuencia, la autocorrección del sistema político es imposible”.
La historia de Chile desde la década de 1930 y hasta 1973 no deja de darle la razón. El sistema democrático chileno efectivamente fue capaz de remover radicalmente, con apego a constitución y la ley, y de modo singularmente pacífico, “las injusticias que lastran la vida social”, incluidas las mayores al acabar con el latifundio y nacionalizar el cobre. Ningún país lo había logrado de ese modo, lo que reconoce la veneración universal al Presidente Salvador Allende.
Dn. Felipe no considera, sin embargo, que la remoción de estos lastres cursó sobre el trasfondo de masivas irrupciones populares en el espacio político, las que se han sucedido a cada década en promedio a lo largo de un siglo. Dichas irrupciones, incluida la Revolución Chilena con mayúscula, empujaron al sistema democrático a hacer lo que había que hacer.
En 1924, en cambio, una extendida agitación social fue el trasfondo del movimiento militar que acabó con la restauración impuesta por la contrarrevolución de 1891, bajo la forma de una república parlamentaria. Dominada por la oligarquía terrateniente, no fue capaz de realizar las que el Presidente Arturo Alessandri denominó “reformas necesarias”. Si las realizó la dictadura nacida del “ruido de sables” que en una noche forzó al parlamento a aprobar todas las leyes respectivas y en pocos años creó las principales instituciones del moderno estado desarrollista chileno.
Una nueva irrupción popular a inicios de los años 1930 restableció la sucesión de gobiernos democráticos de todos los colores que lograron la proeza histórica referida. En los años 1980, una heroica rebelión popular enfrentó a la dictadura de Pinochet en todos los terrenos, el pueblo no lo olvida, y acabó con ella mediante formas democráticas.
Lamentablemente, la democracia así restablecida en tres décadas no ha sido capaz de abordar siquiera las reformas necesarias para acabar con los abusos y distorsiones de la restauración oligárquica impuesta a la fuerza el 11 de septiembre de 1973. Es la causa del 18-0 y la crisis política nacional aún en pleno curso.
El 15-N nuevamente el sistema político intentó abrir un curso democrático a la crisis. Lamentablemente, las autoridades de la Convención, Parlamento y Gobierno, hasta ahora no han estado a la altura de intentar siquiera realizar las reformas necesarias.
Como dijo el Presidente Alessandri Palma, su postergación lleva a los pueblos a la hecatombe.
Manuel Riesco
Vicepresidente CENDA
Santiago de Chile, 8 de abril de 2024
Crónica Digital