Por Carlos Ernesto Sánchez*
Hoy en la soledad de estos campos de Puchuncaví donde vivo, el dia está gris y recuerdo con nostalgia a María Elena Gertner, gran actriz y sobresaliente Escritora, autora de Libros como “La Mujer de Sal” y otros textos que fueron éxito de ventas y con varias reediciones.
La conocí cuando en el patiperrear me trasladé a vivir a El Tabo, balneario ubicado en la Quinta Región, cercano a la famosa Isla Negra, donde Neruda fijo residencia, que la dictadura allanó, sin respeto ni consideración al vate Premio Nobel de Literatura y gravemente enfermo de cáncer. En ese territorio vivía María Elena, junto a su hija Francisca. No sé cómo ni cuándo, nació nuestra intensa amistad. No nos veíamos diariamente, pero si diariamente desgranábamos larga, entretenida conversación por teléfono.
La Escritora no tenía mañanas. Su día comenzaba a las dos de la tarde, con el ritual de baño y belleza, desayuno y contemplación del entorno.
Sin duda ella era expresión máxima de aristocracia en el espíritu, con belleza superior. Mujer libre, encantadora, feminista no de militancia, sino de obra y vida. Loca de amores y amistad.
En el balneario de los Poetas, la presencia de esta mujer, sin duda fue aporte y polo de atracción por ser ella actriz de famosas teleseries, dramaturgia importante, novelista, cuentista que de un día para otro deja escenarios para sumergirse en las empolvadas calles de Isla Negra.
Hoy la obra de esta escritora no conocida por feministas, que entre gritos y eslogan intenta convencer sin sustento sus posiciones, hacen urgente reedición de la Obra de Gertner.
Hoy más que nunca es necesario preservar la memoria, no solo de hechos políticos, sino también de aquellos personajes que con su vida y obra, dan testimonio y muestran ruta por donde transitar.
Recuerdo que la gran Gladys Marín solicito que organizara un homenaje a María Elena Gertner, el cual se realizo en la casa Museo Michoacán, que había sido residencia de Delia del Carril, ex esposa de Pablo Neruda y extraordinaria artista plástica. Hasta este lugar llego lo más selecto del mundo intelectual a celebrar a la gran escritora y actriz.
El Partido Comunista y el conglomerado de Izquierda, que levantaba la Candidatura Presidencial de Marín, enviaba así potente señal de la importancia de la cultura y sus actores en futuro gobierno de izquierda.
Fue un acto sobrio, emocionante, reconocer a esta audaz mujer que desde las letras y la actuación expresó su compromiso con un Chile más amplio, convocante, diverso, solidario.
Si bien es cierto que María Elena, se refugió en la soledad de Isla Negra, jamás dejo de estar al día del acontecer que vivía el país.
Hoy, desde los campos de Puchuncaví, donde “En la condición del Hombre feliz” Según Pascal “solo espero la Muerte” recuerdo a esta gran intelectual, gloria de las mujeres como Gladys Marín, Elena Caffarena, Sola Sierra, Eliana Aranibar, María Luisa Bombal, María Carolina Geel, Mistral, Bachelet y otras que enorgullecen el escenario de la patria.
Es el momento para hurgar en bibliotecas, exigir a editoriales que publiquen la obra de Gertner, para que otras generaciones tengan el placer de reconocerse en las luchas de hoy, escritas en el ayer.
Cuando escribo esta columna, hace frío en el campo de Puchuncaví, espero que en cualquier momento suene el teléfono y la voz susurrante de María Elena, avise que pasará por mi casa a dejarme una botella de Pisco Sour, pero la realidad es otra y su obra y recuerdos hablan por ella.
*Escritor
Crónica Digital
Santiago de Chile, 27 de febrero 2020