Bolsonaro “es un hombre profundamente inculto, con una gramática limitada, que no fue capaz de presentar algún proyecto serio en casi tres décadas como diputado”, dice Jean Wyllys, diputado reelecto en los recientes comicios de Brasil, quien –además– es un reconocido activista de la causa LGTB.
En una entrevista otorgada al periodista Claudio Pereda, director de la revista chilena “Cultura y Tendencias”, comentó que la competencia electoral estuvo cruzada por la desinformación. Wyllys explica que “era como luchar en una guerra convencional con un enemigo que usa armas químicas”.
Consultado respecto de la posibilidad de darle “un beneficio a la duda” a Bolsonaro, señaló que “Bolsonaro no es un político nuevo, aunque pueda serlo para el resto del mundo. Es alguien que está en el Parlamento brasileño hace casi treinta años y ha sido la misma persona, defendiendo las mismas ideas y actuando de la misma forma”.
En ese sentido, explicó que “siempre reivindicó a la dictadura militar; tiene como mayor ídolo al coronel Brilhante Ustra, mayor torturador de nuestra historia; ha dicho siempre que está a favor de la tortura, ha defendido a los grupos de exterminio y toda su actuación ha sido para oponerse a los derechos LGBTs, su principal obsesión, a los derechos de las mujeres, a la laicidad del Estado, a las libertades individuales y también ha votado siempre contra los trabajadores”.
Añadió: “Hizo del odio su principal bandera política: odio contra los gays, contra los inmigrantes, contra los indios, los quilombolas, los refugiados. Sumado a eso, un macarthismo vintage, que parece salido del túnel del tiempo. Se trata de un hombre profundamente inculto, burro, mediocre, con una gramática limitada, no fue sido capaz de presentar algún proyecto serio en casi tres décadas como diputado”.
“Toda su campaña presidencial la hizo a partir de fake news, difamando adversarios, diciendo todo tipo de mentiras, amenazando a sus oponentes con la cárcel o el exilio, incentivando la violencia de sus seguidores, despreciando a la prensa libre y ofendiendo a las minorías”, advirtió. Más aún, “llega al poder rodeado por lo peor de la política brasileña, lo más oscuro, autoritario, corrupto, atrasado e inculto de nuestro sistema político. No se me ocurre cómo suponer que, mágicamente, al asumir la Presidencia pasará a ser una persona radicalmente diferente”.
Respecto de la responsabilidad de los errores del PT en la victoria de Bolsonaro, afirmó que “el PT ha cometido errores, no hay dudas. Como diputado, formé parte de una oposición de izquierda constructiva, pero también dura, en los gobiernos ‘petistas’, sin nunca dejar de reconocer sus aciertos”. Entre ellos, “erró al asociarse a sectores de la vieja política para pactar la gobernabilidad”, así como “aplicar políticas de ajuste neoliberal durante el segundo mandato de Dilma” Rousseff y “algunos de sus cuadros se involucraron en actos de corrupción”.
Sin embargo, agregó, “el PT también sacó a millones de personas de la pobreza y la indigencia, democratizó el acceso a la universidad, amplió la cobertura de salud y de educación para los más pobres, desarrolló planes de viviendas, programas sociales y alimentarios, llevó luz y agua potable a cientos de pueblos olvidados, impulsó políticas afirmativas, invirtió en la cultura. El PT erró, pero el ‘antipetismo’ tiene más que ver con sus aciertos. Y cuando se dice que esta elección la gana Bolsonaro por el rechazo al PT, en esa ecuación falta decir que, según todas las encuestas, Lula hubiese ganado por paliza, pero lo metieron preso y proscribieron su candidatura, luego de derrocar en forma ilegítima a Dilma”.
“Si la sociedad brasileña realmente quería votar contra el PT, ¿por qué tenían tanto miedo de que Lula fuese candidato? ¿Derrotar a Lula en las urnas no sería la mejor forma de sepultar al partido? Pero ellos sabían que Lula ganaba. Y con un candidato que tuvo pocas semanas para instalar su nombre, con Lula preso, con todos los grandes medios contra el PT y con una millonaria campaña ilegal de fake news, aún así, el balotaje fue 55% a 45%”, señaló.
El parlamentario reflexionó que “Bolsonaro se transformó en un fenómeno de masas y conquistó apoyos en todos los sectores de la sociedad, pero las encuestas de los días previos a la segunda vuelta muestran claramente un país dividido. Lo cierto es que la mayoría de las mujeres, los negros, los LGBTs y los más pobres votaron a Haddad y la mayoría de los hombres, los blancos, la clase media y los evangélicos votaron a Bolsonaro. Cuando uno pasa de lo macro a lo micro, cada persona está atravesada por diferentes posiciones de sujeto y todas esas identidades se entrecruzan. Hay gays de clase alta y negros o mujeres que son evangélicos, por ejemplo, y en esos casos la clase social o la identidad religiosa pueden pesar más”.
Por otro lado, detalló, “fue una campaña muy sucia, en que el nivel de desinformación fue brutal. Decenas de millones de mensajes de Whatsapp con noticias falsas y con mentiras burdas eran enviados cada día a miles de grupos. Era como luchar en una guerra convencional con un enemigo que usa armas químicas”.
Añade: “Es curioso que hubo durante toda la campaña una tentativa de asustar a la clase media con la idea de que si ganaba el PT, Brasil iba a transformarse en una copia de Venezuela, un fantasma ridículo, porque el PT gobernó por 13 años y nunca nos parecimos a Venezuela”.
Y advierte: “Bolsonaro es un admirador confeso de Pinochet, diciendo algo así como que ‘hizo lo que había que hacer’ en Chile. La única crítica de Bolsonaro a la dictadura brasileña fue torturar y no matar, ya que, según él, tendrían que haber eliminado a unos 30.000 opositores (…) El mayor peligro de Bolsonaro para la región, además de los daños económicos que va a provocar por su rechazo al Mercosur y su incompetencia diplomática –sin pensar en posibles locuras como la invasión a Venezuela que el demente de su hijo propuso durante la campaña- es que su elección rompe un paradigma. Hasta ahora, se creía que nadie podría llegar democráticamente al gobierno defendiendo la tortura y diciendo barbaridades sobre los gays, los negros, las mujeres y otras minorías. La elección de Bolsonaro puede empoderar a lunáticos locales de ultraderecha de otros países de la región, que crean que pueden imitarlo, como una serie de pequeños Hitler tropicales”.
“Creo también que la región tiene que estar atenta y vigilante a la situación de los derechos humanos en Brasil, como lo ha estado con relación a Venezuela. El riesgo de un gobierno que persiga a los opositores, aniquile los derechos de las minorías, censure a la prensa o quiebre las reglas de juego democráticas es grave. Y la acción de los grupos de choque bolsonaristas es preocupante”, concluye.
Fuente: www.culturaytendencias.cl (publicado con autorización para Crónica Digital)
Santiago de Chile, 20 de diciembre 2018
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