Por Antonio Rondón García
El presidente ruso, Vladimir Putin, se hizo con el los ecos del Mundial de Fútbol para hablar no solo de sus logros, sino del reto de como emplear su herencia, para sacar provecho a las instalaciones construidas.
De acuerdo con algunas estimaciones, durante ocho años de preparación del evento deportivo, considerado por la FIFA como el mejor de su historia, se desembolsaron unos 12 mil 300 millones de dólares, cuya recuperación es una de las tareas pendientes.
El Director General del Comité Organizador Rusia-2018, Alexei Sorokin, afirmó que el Mundial aportó al país unos 100 mil millones de rublos (unos mil 587 millones de dólares, al cambio actual).
Durante una reunión del Consejo Presidencial para el Deporte, realizado en el enclave occidental de Kaliningrado, Putin consideró que una de las principales tareas era garantizar una agenda deportiva para los 12 estadios del Mundial.
El mandatario ruso propuso a sus interlocutores del Gobierno, incluido el ministro de Deporte, Pavel Kolobkov, una lista de prioridades e iniciativas para organizar su financiamiento.
De hecho, el llamado programa Herencia, una de las principales preocupaciones de los organizadores rusos del Mundial, prevé cinco años de apoyo financiero estatal para el funcionamiento de las instalaciones construidas para la referida competición.
En su momento, durante una gira organizada por la FIFA para la prensa, funcionarios responsables del deporte en la sureña ciudad de Sochi explicaron que se preparan bases de entrenamiento, terrenos para la preparación de equipos juveniles y otras tareas.
Para ello, señalaron entonces, se tomó como base el programa desplegado para el empleo de las instalaciones deportivas construidas en la villa deportiva de Sochi, para las Olimpiadas de Invierno, efectuadas en 2014, en ese balneario ruso.
Ahora tal experiencia se extiende a 11 ciudades, incluida Moscú, donde se efectuaron los choques del Mundial, además de otras como Grozni o Voronezh, donde se desplegaron las bases de entrenamiento de algunos equipos foráneos.
Putin, por su lado, pareció recordar que la propia actuación del equipo nacional imprimió colorido al evento.
“Nos regalaron el orgullo de la victoria”, destacó, al llegar por primera vez en la historia de este país a cuartos de final, donde perdieron con Croacia por penaltis.
Rusia regaló una fiesta inolvidable, uno de los Mundiales más vistosos, impredecibles y de mayores resultados de la FIFA, comentó Putin, cuando se sabe que la audiencia fue de más de tres mil millones de personas y mil millones, solo en la final.
De hecho, la solicitud para el pasaporte del aficionado, el llamado Fan ID, una novedad de Rusia que sustituyó al visado, la efectuaron más de un millón 800 mil foráneos y rusos.
Como una forma de amplificar lo que ocurría en los estadios, en varias ciudades rusas, más allá de las sedes del Mundial, se organizaron las llamadas Fan Zone, a las que asistieron unos siete millones 700 mil personas en un mes de competiciones.
Pero Putin considera que Rusia no realizó algo sobrenatural al organizar un Mundial exitoso, pues eso es solo el comienzo, estimó. Nos quedan retos por delante como la Champeon Lige, la Liga de Naciones o el torneo Europa-2020, recordó.
El jefe de Estado solicitó que algunos choques de esos eventos se realizaràn en ciudades rusas y, insistió, deben contar con la misma calidad y convocatoria que el Mundial.
Pero Putin plantea nuevos retos. A una pregunta de si Rusia podría aspirar a la celebración
de unos Juegos Olímpicos de verano respondió: Claro, ¿y por qué no?. Por ahora, podríamos solicitar ser sede del Mundial de Fútbol femenino, adelantó.
Así que el Mundial de Rusia, con un promedio de asistencia del 98 por ciento en más de 60 juegos en 12 estadios, parece abrir nuevos retos para esta nación que, como afirmó Putin, levantó una ola de interés en el orbe, al realizar el citado evento.
Moscú, 23 de julio 2018
Crónica Digital /PL