Por Héctor Vega
Hace algunos semanas falleció Carlos Tomic, Ingeniero Comercial, hijo de Radomiro Tomic, histórico defensor del cobre que a mediados del siglo pasado participó de los acuerdos del cobre con las autoridades de Washington que en algo mejoraron la posición de factoría que aún mantiene la minería del cobre en Chile. Posteriormente junto con Jorge Lavandero, en los años de la dictadura recorrió Chile alertando la riqueza que Chile vendía al exterior a precio vil. Carlos, desde la ingeniería siguió la vocación de su padre.
A fines del siglo XX, en 1999 Carlos publicó un libro que relataba su experiencia de muchos años en la minería, “El cobre es chileno y debe ser refinado en Chile”. Allí se leía que “es un imperativo para un ciudadano chileno de fines del siglo XX el asumir la responsabilidad de procesar al menos hasta un nivel elemental las riquezas mineras que la naturaleza ubicó en nuestro territorio….
“Desde todos los confines del mundo vienen a vernos, insistía Tomic…. desfilan las autoridades públicas y privadas a negociar contratos de abastecimiento a largo plazo de materias subprimas sin procesar, y nosotros aceptamos este rol de proveedores de sub materias primas, proveedores de empleos para ultramar, arrendadores de capacidad de fundición y refinación para el cobre, la plata y el oro chilenos sin refinar”.
“Hay que hacer algo, hay que atreverse a decir que Cochilco está equivocado y que otras autoridades públicas también lo están… hay que atreverse a decir algo y hacer algo. Miles de nuevos puestos de trabajo están en juego. De nosotros depende contribuir a crearlos”.
Carlos trabajaba en Cochilco cuando en su oficina abordamos el tema de los concentrados que se embarcaban por 5 puertos del territorio de Chile sin que ninguna institución se hiciera cargo de ello. En el presente 5,7 millones de toneladas métricas de fino en más de 17 millones de concentrados se embarcan, concentrados que en un 70% contienen subproductos cuyo valor es superior al cobre que los barcos metaleros transportan a fundiciones/refinadoras de ultramar. Lugar de destino desde donde se enviaba el valor de los cátodos de cobre que las refinerías extranjeras liquidaban a los exportadores de Chile, cuentas que ignoraban completamente los subproductos que se obtenían a saber, el berilio, níquel, zinc, platino, paladio, rutenio, rodio, osmio, iridio……Tierras Raras, minerales base de aleaciones cuyo precio en los mercados internacionales superan 6 o 7 veces más el valor que se liquida por los cátodos.
La base de esta investigación, argumentaba Tomic, se encuentra en las declaraciones que aparecen en los Documentos Únicos de Salida (DUS), donde aparte de la plata, el oro y el molibdeno el resto de los subproductos se ignora. Por eso era, y es, necesario crear la industria minera capaz de agregar valor a la materia prima.
No podíamos caer en el mismo error, cuando a comienzos del siglo XX la ciencia, la tecnología, los conflictos bélicos y los intereses comerciales de las grandes potencias industriales, nos arrebataron la riqueza subyacente en las pampas calicheras.
En los años 90 del siglo pasado se escuchaba la voz del senador Jorge Lavandero en relación a los impuestos que eludían las transnacionales, amén de un royalty que en aquella época la legislación no preveía; ni desde el Congreso ni desde el Ejecutivo concertacionista se hicieron cargo de las críticas que periódicamente formulaba el senador. Las cuentas que debían desembocar en el impuesto a la Renta, se encontraban en manos de sociedades financieras fiduciarias con sede en paraísos fiscales, situación que se mantiene hasta el día de hoy. En el siglo XXI se logró incluir el royalty con lo que aún, cuando aporta a las comunas del territorio, no deja de ser un impuesto específico más acá de lo que se espera aporte.
Ya en esa época y, ahora indudablemente en el siglo XXI, aparece la necesidad de enriquecer el debate con la refinación del cobre en Chile, crear el sector minero industrial.
Tres meses antes de su fallecimiento, Carlos me visitó en Santiago, con algunos de los documentos de Cochilco en que había contribuido. Pienso que intuía que su legado no podía pasar desapercibido. Entre ellos había un documento que respondía a una carta (22/01/2001) que Carlos había enviado al Vicepresidente Ejecutivo de Cochilco y que éste en su respuesta (29/01/2001) hacía llegar al Senador Sergio Bitar, parlamentario también interesado en la conveniencia económica de aumentar la capacidad de fundición y refinación en Chile, un oficio donde abordaba los impedimentos para instalar una nueva capacidad de fundición y refinación adicional.
El Oficio de Codelco parte del principio que dichas instalaciones constituyen una decisión que compete particularmente a los privados: “si el sector privado no ha invertido de manera significativa en este rubro, es porque los agentes tienen motivos significativo para no hacerlo” (sic). Cochilco se explaya en los altos costos de los planteles nuevos de fundición y refinería que requieren invertir del orden de US$ 3000 por tonelada de cátodos producidos. Por eso, expresa, “Codelco hasta ahora sólo ha invertido para lograr calzar su capacidad de fundición con su producción de concentrado”. Luego aborda el caso de Japón con una “enorme capacidad de fundición y refinación instalada. Esto ha llevado al gobierno japonés a gravar en 3% la importación de refinados y no la de concentrados como una forma de subsidiar su industria de fundiciones”. En el tema ambiental y “la inseguridad que esta variable genera, es clave a la hora de evaluar proyectos de este rubro”….. “solo los planes de descontaminación de las cinco fundiciones estatales significaron invertir aproximadamente US$ 1.174 millones en la década pasada”.
Por último, descartada la posibilidad de un proyecto estatal de fundición y refinación, Cochilco concluye: “Frente a este escenario, instalar una nueva fundición, vía inversión privada, se ve poco probable”.
En las relaciones humanas no todo es color de rosas; surgen discrepancias en la distinta percepción que uno tiene sobre la realidad. Tuve en el pasado dos serias discrepancias con Carlos.
Tuvimos visiones muy diferentes en el caso (que dividió a la opinión pública) del senador Lavandero cuando las transnacionales encabezadas por el empresario Luksic, decidieron ejecutar a quien las señalaba como saqueadoras de las riquezas naturales del país, específicamente el cobre. El partido demócrata cristiano partícipe del gobierno de Ricardo Lagos (PPD), período en que se fraguó esta ejecución, nunca escuchó la defensa del senador acusado, excepto connotados dirigentes que sí lo hicieron de manera muy privada en la Cárcel de alta seguridad. Creo que la reflexión y la soledad dentro del PDC hicieron recapacitar a Carlos que entendió el complot infame con que las transnacionales quisieron acallar la voz de Jorge Lavandero.
La segunda discrepancia fue en relación al papel que jugó Radomiro Tomic en la Chilenización del cobre. En mi libro sobre el cobre (2025) escribí que Radomiro, fue muy crítico de las asociaciones que buscaba Frei Montalva con las empresas mineras norteamericanas; no de la Chilenización sino del método en que las empresas cedían 51% de sus derechos a cambio de respetarles la administración y comercialización del mineral. De hecho siendo ya candidato a la presidencia, Tomic argumentó que la “mejor opción para el país, de ahora en adelante […] era la nacionalización por ley, por razón de utilidad pública […] sin pagar el mineral de los yacimientos que están ahí desde el comienzo del mudo y que pertenecen a la nación chilena” (Cf. El Mercurio entrevista a R. Tomic, 12/07/ 1969). Visión muy diferente a la que Frei Montalva y sus negociadores más cercanos, Raúl Sáez y Ernesto Lagarrigue, mantenían con las empresas norteamericanas.
En el seno de la democracia cristiana la oposición a este proyecto y su clara orientación hacia la nacionalización era encabezada por Rafael Agustín Gumucio, Julio Silva Solar, Bosco Parra, Vicente Sota, Luis Maira, Alberto Jerez.
El 21 de mayo de 1970 en su último Mensaje al Congreso, Frei presentó la Chilenización como “un vuelco fundamental en la posición de Chile como nación” y “Chile sin sentirlo, ha adquirido el dominio de esta riqueza…dentro del respeto de las normas jurídicas, (alcanzando) los mismos resultados y en mejores condiciones” (que una nacionalización impuesta). Cf. E. Novoa. La Batalla del Cobre. Editorial Quimantú, 1972, p. 72.
Esta discrepancia con Carlos terminó cuando exhibí ante él la argumentación del equipo asesor de la Cepal que apoyó la nacionalización del Cobre, me refiero a Aníbal Pinto, Max Nolff y otros economistas de Cepal que tuvieron oportunidad de explicar el proyecto de nacionalización del presidente Allende ante las comisiones conjuntas del Senado y la Cámara de Diputados de la época.
Esta discusión no llegó más allá pues en algún momento Carlos me dijo, dejémoslo hasta ahí pues veo que estas sacando la artillería pesada en esta controversia.
Nada absolutamente nada de lo que aquí relato pone una sombra de duda en los grandes principios que defendió Carlos Tomic en su vida.
Queda en nuestro recuerdo la bandera de lucha que levantó durante su vida. Entendamos la soberanía sobre este recurso esencial, el Cobre, que nos ha dado la naturaleza y avancemos un paso más hacia la construcción de un sector minero-industrial.
Pensemos que en 2050 nuestras reservas habrán llegado a un peak a partir del que se inicia la inevitable curva descendente de la rentabilidad.
¿En esta lucha contra el tiempo qué significado tiene crear un sector minero-industrial? Existen en el mercado 400 aleaciones de cobre posibles, algunas de mayor valor que otras, con tecnologías de alta demanda en el mundo industrializado.
Estas representan valores en los mercados internacionales de 6 o más veces que el de los cátodos de cobre. Es el momento de preguntarse acerca del juicio que las futuras generaciones tendrán acerca de las opciones que tomamos en el presente cuando se activen movimientos migratorios masivos, yacimientos y poblados abandonados en medio de socavones, relaves, napas freáticas contaminadas, en un paisaje que alguna vez fue testigo de tiempos mejores.
Santiago de Chile, 29 de junio 2025
Crónica Digital