Por Marcel Garcés Muñoz
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha traspasado la tenue línea roja que Naciones Unidas intentaba mantener como frontera entre la guerra y la paz en el mundo, y ha puesto a la humanidad, ante el dilema de detener el holocausto nuclear o atar las manos, enjuiciar y castigar a quienes desde el poder militar, económico trasnacional y político avanzan en intentar imponer a la humanidad un Orden Global neofascista, un imperio neocolonial totalitario, criminal, una especie de “Paz de los cementerios”.
Se busca imponer, normalizar mediante las armas, la conspiración gansteril, el asesinato alevoso, la traición a la palabra empeñada, del genocidio, el chantaje, la corrupción y el servilismo de políticos yanaconas, obedientes a la batuta imperial, un escenario sin Derechos Humanos, sin perspectivas de futuro, y manipulado por la “inteligencia artificial”, las multinacionales, el Pentágono y una red de bases militares a escala estratégica mundial, Pactos, subordinados a escala regional e internacional, la CIA y sus mercenarios civiles en los niveles políticos, empresariales, “académicos”, “analistas” y otros servidores y yanaconas locales, regionales, o internacionales.
La operación de inteligencia y operativa militar junto a la doctrina planificada desde hace años por la Rand Corporation, anexa al Pentágono, y el Complejo militar e industrial de Estados Unidos, encontró en Donald Trump y Benjamin Netanyaju, ( y en nival inferior al también desquiciado cabecilla ucraniano, Volodimir Zelenski), los individuos sin escrúpulos de conciencia, y embriagados por la droga del poder absoluto, los instrumentos políticos parta desatar los demonios de la guerra, el exterminio, el genocidio que lleva a la humanidad el holocausto.
Ambos, calificados por manifestantes y personalidades democráticas como “criminales de guerra” en sus propios países, no han vacilado en asesinar a miles de civiles, entre ellos científicos, mujeres, niños, gobernantes, intelectuales patriotas y democráticos, que no se subordinan a sus designios miserables, y se resisten a convertirse en esclavos o marionetas.
Lo menos que les importa en su desquiciada lógica es el destino incierto y desdichado de sus propios pueblos.
Y mucho menos es el Derecho Internacional, los principios logrados por el mundo para la convivencia internacional, el respeto a los Derechos Humanos, la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos y su derecho a soñar con un porvenir.
Esa es la disyuntiva que pretenden imponer al mundo y a sus propios pueblos.
Este es el verdadero Imperio del Mal, tantas veces anticipado en las novelas que han popularizado el concepto y el cine de anticipación con que se busca acostumbrar a las audiencias a un futuro sin destino.
La meta de Trump y compañía, incluidos algunos que se apresuran en Chile a alinearse con su retórica y objetivos demenciales es ni más ni menos que ofrecer el exterminio, el fin de la historia, el holocausto nuclear a quienes se resistan a sus designios demenciales.
¡Cuidado! Están con el dedo en el gatillo nuclear.
Gaza, y sus decenas de miles de palestinos asesinados- hombres mujeres y niños- y ahora Irán, es solo el comienzo de una lista de objetivos a nivel global.
Por ello, con todo lo importante que moviliza a nuestras elites políticas, con vista a las Primarias, y las campañas de El Mercurio por distraer a los ciudadanos con confrontaciones internas más bien supuestas que reales de las “fuerzas oficialistas”, inventadas, pero sobre todo, estimuladas por la campaña electoral de la Derecha, en su guerra sucia habitual, tenemos que tener en cuenta el problema global que nos amenaza.
Y es necesario, como lo hizo el presidente Gabriel Boric, al condenar la política belicista del presidente Trump y el ataque artero a Irán y advertir sobre sus consecuencias para la paz mundial, salir al paso de la amenaza que ello significa para la seguridad, regional y nacional, y a nivel global.
En lo nacional, por cierto, tenemos una responsabilidad inmediata e insoslayable, en un momento por cierto decisivo.
Lo indispensable al ir a votar en las Primarias es entender, que junto con expresar su preferencia por tal o cual candidato o candidata, lo decisivo y determinante es la unidad del progresismo, que el lunes 30 lo que importará es la unidad sin reticencias de la coalición, la discusión de un programa que le den sentido a su proyecto de cambios y progreso, una sintonía movilizadora con las demandas populares y la proyección histórica que se merece en su confrontación con los y las diversas capas y sectores de una sociedad enfrentándose a las fuerzas de la venganza de las oligarquía derechistas y retardatarias contra un pueblo en movimiento.
Solo así se entiende una continuidad histórica de un proceso de progreso, justicia social, patriotismo y participación, de ejercicio de la soberanía popular iniciado cí, a la democracia iniciado con O´Higgins, Balmaceda, y continuado con Pedro Aguirre Cerda, Eduardo Frei, Michelle Bachelet, Salvador Allende y Gabriel Boric.
Es cierto cada uno de los ciudadanos y ciudadanas, jóvenes, tiene respuestas, aspiraciones, ilusiones, que debemos defender para las futuras generaciones, pero basta ya de dejarse engatusar con “diferencias” propuestas desde la Derecha, y que en definitiva son secundarias, y es en el ámbito de la democracia donde debemos discutirlas, con respeto mutuo y fraternidad, sin soberbia, y mucho menos descalificaciones o pretensiones hegemónicas.
Tras la jornada de este domingo 29, viene un momento de reflexión conjunta y responsable de todos y todas, de las fuerzas de la coalición progresista del gobierno- donde nadie sobra- en preparación activa de las futuras confrontaciones con la Derecha neofacista que pretende reivindicar la dictadura de Pinochet y de las oligarquías económicas y monopolios en alianza con las transnacionales.
Se trata de una confrontación cívica en democracia, en que el conjunto del progresismo, del reformismo real y no declarativo, debe asumir un compromiso con el futuro, en primer lugar con la defensa de la democracia, en la perspectiva del progreso, el desarrollo, la justicia social.
Esto es lo define el escenario político que caracteriza la etapa electoral que culmina este 29 de junio, y que abre un nuevo espacio de perspectiva crucial para la historia política del Chile del futuro.
Marcel Garcés Muñoz
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 24 de junio 2025
Crónica Digital