Crítica Teatral
Por Miguel Alvarado Natali
Escrita y dirigida por Roberto Farías, “El Performer” recoge un momento importante de la vida de quien la interpreta, el actor Gonzalo Valenzuela, quien decide en el 2019 alejarse y escribir desde su interior, cartas para sus familiares fallecidos y sacar retazos de su propia vida. La obra nos sumerge en un paisaje sensible e íntimo y se está presentando en el Teatro Mori Recoleta hasta el 7 de Junio.
En un Chile alterado, que se desmorona y donde sus habitantes parecen extraviarse emerge el “El Performer”, un artista, travesti marginal que se presenta en su última función, una antesala de su muerte. Un acto voyerista y desgarrador donde se va trenzando un viaje emocional, profundo y una dura verdad de lo que percibe a su alrededor: la muerte, la rabia y la tristeza.
La puesta en escena no es en la sala habitual del Mori sino que en una casa antigua que ha sido usada como bar y hoy se ha generado un espacio acogedor y llamativo en ese mismo recinto. El escenario está montado en una esquina. Un sillón Luis XV color mostaza y atrás colgado en la pared de ládrillos , un cuadro de la virgen con la cara de la mamá del protagonista, nos da la bienvenida. Una escultura de algún Dios griego o del propio Jesucristo con velas que el actor enciende y al costado un colgador. En tanto que en la otra pared hay una ventana de la cual cuelga un espejo. Una escenografía colorida y que le da una atmósfera rica en un destiempo, hay un aporte en el diseño escénico.
La escena a oscuras es realmente conmovedora “No nacemos, nos despedimos del cordon umbilical, del calor abdominal de a la que no le enceñaron a ser madre, pero lo es”, hay una reflixión lastimosa del camino de la vida, de lo que no nos enseñaron y luego lo aprendimos a cachetadas en una crísis. La música de un piano melancólico que suena de fondo es original de Fito Páez para esta presentación y le da el toque perfecto de humanidad al artista, que se juega su diálogo final en las postrimerías de su existencia.
“El Performer”, en un monodrama que cautiva al público por su temática y estética. Bordea esos prejuicios que tenemos de lo “raro” y nos pasea por una sociedad decadente donde la rabia contenida se puede plasmar en el arte. Es la injusticia y el descontento, la soledad y la muerte.
Gonzálo Valenzuela llega a esa madures actoral y por fin se saca de encima todos esos papeles de teleseries. Está realmente notable, hay sentimiento, evocación y preparación, consigue que su personaje sea creíble, íntimo y único. Sus tacones, los cambios de vestuario, su baile y su rapado de cabellera, van al ritmo del texto de Roberto Farías. Es una obra vibrante, que bordea la ironía y el humor negro. Un monologo con un personaje de ficción, pero que grita las verdades de un país desmoronado.
- Autor y director: Roberto Farías
- Asistente de dirección: José Díaz
- Producción en terreno: Germán Henríquez y Elena Díaz
- Música Original: Fito Páez
- Producción musical: Diego Olivero
- Diseño escénico: Pamela Chamorro, Benjamín Botinelli y Franklin Sepúlveda
- Dirección de audio: Alexander Rodríguez
- Training heels y coreografía: Francia Gómez
- Coach y coreógrafo: José Vidal y Francia Gómez
- Bailarines: Alejandra González, Macarena Muñoz, Rodrigo Canobra y Daniel Hurtado
- Audiovisuales: Cristian Castro
- Fotografía: Cristian Castro y Daniel Corvillón
- Pintura cuadro: Cristian Osorio
- Producción general: Eloísa Ganderats y Elena Díaz
- Producción ejecutiva: Gonzalo Valenzuela
- Edad recomendada: +16 años
- Duración: 70 minutos
Santiago de Chile
Crónica Digital, 29 de Mayo 2025