Por Víctor Osorio. El autor es periodista y fue Ministro de Estado.
La serie “El Eternauta”, recientemente estrenada por Netflix y protagonizada por Ricardo Darín, se ha convertido en un fenómeno de audiencia en todo el mundo. Incluyendo a Chile. Ello ha provocado que las miradas se orienten a Héctor Germán Oesterheld, genial creador argentino que imaginó la icónica historieta homónima e inspiradora. Se ha rememorado, por ejemplo, que fue una víctima de la última brutal dictadura del país trasandino, detenido y desaparecido, así como sus cuatro hijas, tres yernos y dos nietos.
Un aspecto menos divulgado fue la contribución de Oesterheld a una parte de la llamada “edad de oro” de la historieta en Chile, que se expresó en la multiplicación de revistas, con una amplia diversidad de géneros, en el desarrollo de una “industria” (con editoriales como Zig–Zag, Lord Cochrane y luego Quimantú) y una audiencia de masas. Aunque no existe claridad en la periodización del ciclo, es probable que su final fue consecuencia del impacto del Golpe de Estado, que pulverizó esa etapa de producción de calidad y resonancia cultural.
Una de las expresiones de esa “edad de oro” fue la revista “El Pingüino”, una publicación que circuló en Chile desde agosto de 1956 hasta 1969. Se caracterizó por un humor atrevido para aquellos años, que cuestionaba la moral y recato de la sociedad. Incluía humor gráfico, relatos y fotografías e ilustraciones “pin–up” de mujeres. Era una “revista picaresca”, como la caracteriza, por ejemplo, el investigador Jorge Montealegre en su “Historia del Humor Gráfico en Chile” (2008). Fue parte clave del entonces desarrollo de la historieta, por su enorme circulación y porque allí pasaron autores destacados como René Ríos, Pepo (creador de “Condorito”) o Themo Lobos (relevante desarrollador de “Mampato”).
“El Pingüino” fue obra de Guido Vallejos. Cuenta Montealegre en su trabajo, que entre 1956 y 1965 fue editada y distribuida por Zig–Zag. Tras un período de independencia, “Vallejos vende El Pingüino a la editorial Lord Cochrane, y asumen Alberto Vivanco como director y su hermano (Jorge) Pepe Huinca como subdirector hasta 1969. Además de los directivos es el momento de mayor participación de (José) Palomo y Hervi (Hernán Vidal)”. Esos cuatro creadores pronto serán el cerebro de la inolvidable revista “La Chiva”, que dejó una huella en la historia por su contenido de crítica política y social, y que en tiempos del Gobierno de Salvador Allende pasará a ser “La Firme”, con pretensiones de educación popular.
Moisés Hasson comenta en su trabajo “Pin–Up El. Comics Picarescos en Chile” (2015), que “El Pingüino” bajo la dirección de Vivanco “se deja notar de inmediato”. Entre otras cosas, menciona que uno de los cambios fue “incorporar trabajos de historietas de varias páginas y sumar al guionista argentino Héctor Oesterheld”.
ENCUENTROS CON EL ETERNAUTA
En efecto, fue en ese período de “El Pingüino” que Oesterheld inició su colaboración creativa con esta recordada revista chilena.
Al respecto, es importante traer a colación el testimonio de Carlos Alberto Cornejo, quien junto a Alberto Vivanco crearon uno de los personajes más populares de la historia del comic en Chile: la tira “Lolita”, que llegó a ser personaje símbolo del popular diario “Clarín”. Por otro lado, Cornejo fue brazo derecho del propietario del tabloide: Darío Sainte–Marie, más conocido como Volpone. Ese diario llegó a ser el primero en circulación en los años 60. Más tarde, colaboró con “El Pingüino” cuando su conducción pasó a manos de su amigo Alberto.
“Cuando recuerdo a Héctor G. –y ocurre más a menudo de lo que mi pena quisiera– caigo en una imagen recurrente. Nos encontramos a ambos lados de una mesa estrecha, él ocupa la silla vacía de enfrente, poco a poco, como un hectoplasma (¿Héctor–plasmado?) y yo lanzo su palabra–frase de estupor, esa que ponía en sus relatos cuando un personaje chocaba con lo innombrable: –Pero”… Así comienza su testimonio Cornejo, publicado el 2004 y titulado “Mis encuentros con El Eternauta”.
Recuerda “nuestro primer encuentro cara a cara, a ambos lados de una mesa en un salón del subsuelo del Hotel ‘Los Tres Sargentos’ de Buenos Aires (…) Era enero de 1965, 35 grados a la sombra. El, un hombre con unas canas prematuras, de 45 años. Yo, en plan de joven reportero, había cruzado la cordillera y lo llamé para entrevistarlo (…) Lector suyo desde hacía siete años, para mí, Héctor G. era el más grande guionista de historietas del habla hispana. Seamos precisos: el único merecedor de ese título”.
Le contó que “El Eternauta” comenzó “como algo entre la novela La Guerra de los Mundos de Herbert G. Wells y el modo en que la contó Orson Welles por radio. Si los marcianos atacan, deben hacerlo donde el lector lo note… en Buenos Aires, este caso. Y no basta poner marcianitos verdes, con antenas… deben ser extraterrestres de horror como los Manos o los cascarudos. En el fondo, pensé un Robinson Crusoe, la soledad del hombre rodeado no por el mar sino por la muerte… (Está escrito: se anticipó a su propia historia… Lo leo y me entra un escalofrío). Y no es un hombre solo. Tiene su familia y sus amigos y juega a las cartas en un chalet de Vicente López ajeno a la invasión que se viene encima. Queda más consistente, ¿no?”.
Cornejo recordó que en 1957 leía las revistas “Hora Cero” y “Frontera”, con los trabajos de Héctor. Las compraba a la vuelta del colegio, en un quiosco de revistas santiaguino, el único que traía esas publicaciones y que estaba frente al Palacio de La Moneda.
Rememora que Oesterheld visitó Santiago de Chile “y nos sentábamos de a tres (con Alberto Vivanco) en un parque frente al río Mapocho a preparar nuestra confabulación”. Detalla: “Discurrimos un plan audaz: transformaríamos la revista El Pingüino (…) introduciéndole historias de Héctor G., disimuladamente, hasta convertirla en ‘Territorio Oesterheld’. Al año siguiente, ya no había Pingüino”.
Más adelante, señala: “En la Feria de Frankfurt de 1978 corrió como un reguero de pólvora el rumor que Héctor G. había entrado a la lista de los ‘desaparecidos’, ese término infame que aportamos desde el Cono Sur al diccionario. Desaparecido no es el que desaparece, sino es un ser humano que, por orden superior, queda suspendido entre la vida y la muerte (…) Fue visto más tarde en un campo de prisioneros, otros dicen que en las filas para subir a los aviones que sobrevolaban el Río de la Plata y volvían vacíos. Nadie desmintió estos finales ni él ha vuelto a casa”.
Concluye: “Entre el temple del inmigrante, el lazo del gaucho y el mate bien cebado. Si no reaparece esta noche ante mí en la mesa estrecha, es porque no le cebé bien el mate. ¡Qué despiste! Miro la silla vacía que reservo para recordar a Héctor G., el hectoplasma, el Héctor–plasmado… por si vuelve, por si asoma”.
OESTERHELD EN SANTIAGO DE CHILE
Respecto de las huellas del creador en nuestro país, existen más antecedentes en el trabajo de la escritora Yosa Vidal: “Encuentros y Desencuentros de Oesterheld en Chile” (2018), que incluye los testimonios de Hervi, Palomo y Alberto Vivanco. Este señala que con el argentino “imaginaron un ambicioso proyecto”. Era “editar una revista para ser distribuida en toda Latinoamérica con personajes e historias propias del continente, tal como ya lo había hecho en su país. Ese era el principal tema de nuestras reuniones”.
Cuenta que cuando en Argentina dejó de ser dueño de sus medios de producción fue cuando Oesterheld “comenzó su colaboración directa con las publicaciones chilenas”. Vivanco señala: “Oesterheld estaba pasando por un mal momento económico en su país, cosa muy normal entre los que trabajamos por cuenta propia, como somos los dibujantes y escritores. Él había sido estafado –como siempre sucede– por los editores de sus icónicas revistas, y buscaba en Chile nuevas oportunidades”.
Ya al mando de la revista “El Pingüino”, Vivanco “contactó a Héctor Germán Oesterheld, quien, complacido, viajó en 1968 a Chile a concretar su colaboración. El historietista trajo consigo cuentos infantiles para ofrecer a la editorial Lord Cochrane y a Zig–Zag, pero estos fueron rechazados. Algunos cuentos ya habían sido publicados en su país pero otros habían sido escritos y dibujados especialmente para ser publicados en Chile”. Vivanco señala: “Con vergüenza le reconocí que el nivel de nuestras editoriales (y de nuestro público) estaba muy por debajo del argentino. Ofrecerles esas verdaderas obras de arte a los dueños de las dos únicas editoriales importantes que existían en Chile era como darles de comer rosas a los cochinos”.
Así, “decidieron incluir sus guiones en la revista El Pingüino, para que, poco a poco, dentro de la historieta picaresca fuera ganando espacio la aventura. El viaje de negocios se alargó, y el guionista debió quedarse más de un mes. A Elsa, su mujer, no le gustó esta demora, pero Oesterheld se defendió entusiasmado sobre las nuevas posibilidades de trabajo en Chile”. En esas circunstancias, dice Hervi, “recibimos asombrados a ese legendario fabulador de historietas”.
Hervi relata el modo en que se daba esa convivencia en la revista: “Cuando llegó a trabajar con nuestro grupo, en ese gran espacio común que era nuestra oficina, sin esas divisiones interiores que se usan ahora para simular una privacidad precaria, cada cual tenía su escritorio, y había una gran mesa de reuniones ocupada con mi tocadiscos y mis vinilos de los Beatles, jazz y música brasileña. Todos en sus tareas, entusiastamente, y Héctor tecleando en su Underwood. La conversación caía, naturalmente, en el tema de la música. Y ahí me contó acerca de su descubrimiento de los Beatles, por la influencia de sus hijas, que los escuchaban todo el tiempo. Hablaba de ellas con gran orgullo, admiración y gratitud por abrirle esas ventanas nuevas de la cultura”.
Luego del Golpe de Estado, Vivanco partió al exilio a Venezuela. Pero “no perdió el contacto con Oesterheld hasta poco antes de la desaparición de éste. Durante este tiempo ofreció conseguirle visas para que él y su familia se erradicaran. Sin embargo, ya no podría salir de la Argentina”. Recuerda Vivanco: “Respondió que habían detenido a sus cuatro hijas y que estaba dedicado a buscarlas por cada comisaría o regimiento su país. Esa era una labor suicida (..) Fue detenido. Eso lo supe a través de amigos comunes en Buenos Aires. Ya jamás logré hablar con él. Algunos compañeros de celda cuentan que no dejaba de escribir ideas sobre nuevas historias en cuanto papelito pudiera encontrar. Al momento de ser asesinado debió tener los bolsillos repletos de nuevos proyectos y la cabeza rebosante de ideas. En lo personal, eso me afectó muchísimo. No solo porque el mundo perdió brutalmente a un gran artista, sino por un hecho muy personal: yo también tengo cuatro hijas y en un caso similar haría exactamente lo mismo”.
APARICIONES Y DESAPARICIONES
No fue “El Pingüino” su única participación en el mundo chileno de la historieta. Su enorme imaginación también se hizo presente en revistas de la factoría Zig–Zag como “Far West” y “Ruta 44”, aunque ello ameritaría otra investigación. Con todo, fue en la picaresca revista que encabezaba Alberto Vivanco que pudo mejor desarrollar la dimensión lúdica de su gran creatividad.
Al revisar los ejemplares de “El Pingüino”, en la etapa de la dirección de Alberto Vivanco, se observan aportes de Oesterheld expresados en cuentos escritos por el autor argentino e ilustrados por Hervi, Vivanco y Palomo, y también historietas con guiones de Oesterheld y dibujos de artistas trasandinos como Lito Fernández y Pérez D’Elias.
Por ejemplo, en “El Pingüino Nº 548” apareció el relato “La autopsia”, bajo la rubrica de “Cuentos de Corrientes”, un personaje arrabalero y con un nombre de evidente referencia a Argentina. En “El Pingüino” N° 555 viene otro cuento de “Corrientes”, titulado “Flor de la Suerte” e ilustrado por Palomo. En “El Pingüino” N° 561 aparece la historieta “Satanka”, una agente de SIDRA, entidad en conflicto con sus enemigos de Sronia. En esta misma edición aparece un nuevo cuento de “Corrientes”, una vez más ilustrado por José Palomo y titulado “Rosquitas de Almendras”. En “El Pingüino” N° 565 una nueva incursión de “Satanka”, ahora incluyendo caricaturas de Los Beatles.
En “El Pingüino” N° 570 se ofrece la historieta “La venganza de Cándido Fonseca”, con los guiones de Oesterheld y dibujo a dos manos de Alberto Vivanco y Palomo. En “El Pingüino” N° 571 aparece la historieta “La comida del gato”, con guiones de Héctor Germán y dibujos de Hervi y en la siguiente edición (N° 572) reaparece la historieta de “Satanka”, titulada “La última toma”.
La siguiente etapa de “El Pingüino”, que también fue la última, tuvo como director a Percy Eaglehurst, Premio Nacional de Periodismo en 1969, inmediatamente después que la revista cerró sus puertas, y creador del recordado personaje Pepe Antártico. En esta etapa hubo una última aparición de Héctor Germán Oesterheld. Fue en el N° 602, que fue el penúltimo antes del cierre de la revista y cuya portada estuvo a cargo de Jorge Mateluna, más tarde el creador de “El Enano Maldito”, famoso personaje del diario allendista “Puro Chile”.
La última contribución de Oesterheld fue una historieta de ciencia ficción de seis páginas, titulada “Sexy–Spacio”, con guiones del creador de “El Eternauta” y con dibujos del reputado ilustrador argentino Eugenio Zoppi, a quien le había tocado dibujar el primer guion escrito por Héctor Germán, “Alan y Crazy”, en 1950.
Jorge Montealegre publicó en 2011 el notable libro “Apariciones y Desapariciones de Luis Jiménez”, referido a la vida y obra del dibujante Luis Jiménez, que participó en proyectos como la revista infantil “Cabrochico” de Editorial Quimantú, en tiempos del Gobierno de la Unidad Popular. Jiménez también colaboró con “El Pingüino” en la etapa de Eaglehurst. Hoy es un detenido desaparecido.
Sobre aquella última contribución de Oesterheld en Chile, Montealegre señala en el libro sobre Jiménez: “Entre las infaustas coincidencias que rodean este caso, es pertinente anotar que en el N° 602 del Pingüino, uno de los últimos de esa revista, en ese mismo ejemplar, se publican dos autores que tienen el trágico destino de los detenidos desaparecidos. Además de Jiménez, colabora el gran guionista argentino Héctor Germán Oesterheld, autor de El Eternauta (…) Oesterheld es secuestrado en 1977 y asesinado por la dictadura argentina. En esta ocasión, en la misma revista que comparte con Jiménez, se publica su ‘Sexy–Spacio’ (…) Es sintomático que en una revista picaresca, alejada de la política y dedicada a la entretención, se reúnan dos casos como los señalados. En cierto sentido, ayuda a dimensionar la tragedia de los desaparecidos y de sus familiares, que afecta a la sociedad en su conjunto”.
Santiago, 17 de mayo de 2025.
Crónica Digital.