Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Ha fallecido una figura legendaria de nuestro tiempo, el ex presidente de Uruguay y líder épico del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, José “Pepe” Mujica, combatiente de la liberación del continente contra la hegemonía del imperio y sus servidores políticos y militares locales.
Se nos fue a los 89 años de edad.
Pero no es verdad. Permanece y alumbrará junto a Artigas, Bolívar, Manuel Rodríguez, Lautaro, Tupac Amaru, Martí, el Che Guevara, Recabarren, Salvador Allende y muchos otros, los caminos del porvenir latinoamericano y mundial.
El ejemplo de su vida, de dignidad de su proceder, la modestia de su gesto, la sabiduría de su pedagogía humana y política, su carácter acuñada en una entorno familiar humilde y su experiencia vital, nos seguirá enseñando, iluminando- en el sentido más clásico del concepto- a nuevas generaciones y convocándonos a nuevos desafíos, metas, propósitos y utopías.
Y deberá seguir presente en nuestras consideraciones humanas, políticas, intelectuales y personales.
El nos enseñó, como un antiguo maestro de escuela, a las generaciones que nos precedieron y las que vendrán indefectiblemente, el valor de la modestia, de las convicciones propias o colectivas del pueblo, el respeto mútuo en la discusión fraterna, de la valoración de la opinión del otro, así como la firmeza de las convicciones propias, de los proyectos nacidos de los sueños colectivos y el compromiso individual.
Su vida, sus acciones, sus sueños, sus decisiones políticas, personales, su amor por la libertad, los derechos humanos como por su pareja de toda una vida, Lucía Topolansky, también guerrillera y presa política y que le acompañó en su tránsito por los recovecos de la política civil, por así decirlo, luego sus declaraciones, que ponían en claro sus profundas convicciones libertarias, democráticas, y por lo mismo, revolucionarias.
<Yo sé que soy un viejo raro. Para mí, pobre es el que precisa mucho, como dicen los aymaras, pobre es el que no tiene comunidad. Yo no estoy solo en el mundo, tengo muchos compañeros y qué más puedo pedir”, dio en un momento final de su vida, pero que refleja su fuete y entrañable vínculo con su pueblo.
No se trata solo de una leyenda épica. De un luchador ejemplar, decidido de los que dijeron libertad y justicia antes que muchos, señalando un sentido de dignidad para nuestros pueblos y legiones de nuevos combatientes.
Aquí lo que está en juego es el juicio, valoración humana y política, del valor histórico de la figura, pero sobre todo de la obra de una vida cuyo norte fue la justicia social, el sentimiento y convicción democrática, y la decisión de servir a una causa popular, liberadora de un pueblo, de una región geográfica, de una comunidad social y política que reclamaba su lugar en la historia de la humanidad.
En definitiva una convicción de compromiso, con el destino nacional, regional, continental, y global.
Su definición política y personal, en los años 60 por la lucha armada, asumida con determinación — no hay otra forma de hacerlo— en el escenario del momento histórico dado – fue una decisión consciente, que la historia demostró que era la forma digna de enfrentar la circunstancia.
Eligió el camino de la insurgencia, de las armas, cuando hubo que hacerlo, por sus convicciones, su amor a su patria al igual que los patriotas de 1810.
No vacilo al sumir su destino de luchador social y político, por su pueblo, cuando la historia y su pueblo le entregó la autoridad y el rol de Presidente del país, jefe del Estado, en el momento que también era necesario, indispensable, oportuno.
Mujica asumió sin aspavientos, ni retórica redentorista, las tarea asignada, pero con responsabilidad y modestia, entendiendo que transitaba por la historia, pensando quizás en el camino recorrido desde su juventud.
Fue en definitiva, un cercano a un Viejo Lindo, un pensador, un inspirador, un guía, un conductr de multitudes, un líder natural, de los grandes de nuestras conciencias, de nuestros maestros históricos.
No, de ninguna manera, Descanses en Paz.
Interpélanos, desafíanos cotidianamente con las demandas, las desafíos, sueños, y porqué nó, las consignas que se plantean nuestros pueblos, en sus contantes combates por su futuro y su bienestar.
Mujica sufrió los horrores y rigores del terrorismo y la guerra sucia instalada en el continente de la dictadura militar durante 15 años de prisión.
Se sobrepuso, como muchos otros en la región a los rigores de la represión militar y la prisión durante 15 años. Sobrevivió a la guerra sucia instalado en el continente por el Pentágono, la CIA y las oligarquías nacionales, en calidad de cómplices locales.
Su biografía refleja un destino valiente, un compromiso militante y permanente con un ideario libertario, independentista, democrático y para el ser humano.
Tuvo una vocación definitiva, revolucionaria, probada en cientos de batallas plenas de sueños de èpicos combates por la dignidad del ser humano, de los explotados, de los desposeídos, de los discriminados, de los perseguidos, de los excluidos, de las victimas de ayer, de hoy y quizás ma;ana, de la violación de sus derechos humanos, sociales, económicos, y la lacerante injusticia social en un mundo amenazado por el terrorismo del libre mercado, las andanzas imperiales de un desatado Donald Trump o un Milei desbocado.
Subyacen en el examen de las tareas de futuro que nos deja pendientes, la biografía y el ejemplo de José “Pepe” Mujica pensando en el escenario de construcción de futuro que constituye la herencia de su acción política guerrillera y política, de la profundidad de su compromiso democrático, de la honestidad de su vida modesta, y de su dignidad a toda prueba.
Sin duda, en tiempos convulsionados del mundo, la región y nuestro país, es necesario un examen de la vida, la biografía, la acción guerrillera,(en definitiva política} y su aporte determinante a la recuperación democrático de su país, los avances sociales económicos, institucionales, de su gobierno, pero sobre todo la herencia política, humana que nos deja tras su tránsito por nuestra historia, por nuestras vidas.
Mujica deja además un legado personal, que debemos hacer nuestro cotidianamente. Y en el que quisiéramos insistir.
Fue una reflexión, sencilla, profunda, inspiradora, en el marco de una encuentro con el presidente Gabriel Boric, pero también una advertencia y una invitación con proyección hacia el futuro, un llamado en el que vale la pena pensar en serio, es una incitación a ”VIVIR CON CAUSA”.
Santiago de Chile, 12 de mayo 2025
Crónica Digital