Por su importancia para profundizar el conocimiento de la historia política contemporánea de Chile, reproducimos parte importante del mensaje enviado por Sergio Apablaza a la conmemoración de los 50 años de la “Tarea Militar” de la Izquierda.
50 Aniversario de la Tarea Militar. Que este homenaje sea el inicio de un nuevo camino.
Queridas compañeras y compañeros.
Durante largos años se han generado diversas interpretaciones y testimonios respecto de una de las decisiones más importante del Partido Comunista de Chile que tiene relación con su política militar.
La mayoría de las veces, los protagonistas de esta historia, compañeras y compañeros que se entregaron en cuerpo y alma a esta tarea, suelen quedar en un segundo plano y muchas veces son ignorados o reducidos a anécdotas, historias o acciones espectaculares que inducen a una visión un tanto ficticia o romántica de los hechos y la realidad, desdibujando la dimensión de esta decisión en su real significado político, ideológico, partidario y personal de su lucha junto a nuestro pueblo.
El 16 de abril de 1975 constituye una fecha especial para los jóvenes comunistas chilenos, estudiantes avanzados en la carrera de Medicina –enviados allí por el gobierno popular de Salvador Allende. Parafraseando la canción de Carlos Puebla que dice “se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó a parar”, decidieron con dignidad y consecuencia responder al llamado del Partido (Comunista) ante una misión de carácter estratégico aún en gran medida desconocida, pero con la convicción y confianza que en algún momento ella sería una contribución a la resistencia en contra de la dictadura. De esta manera y con el aporte solidario de la Revolución Cubana, se inicia un camino inédito para los movimientos revolucionarios latinoamericanos al iniciar una formación militar regular en las FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS (de Cuba). Desde el comienzo de esta formación y a partir de sus propios contenidos, lo único que quedó muy claro es que no se trataba de una incorporación en el corto plazo a la lucha en contra de la dictadura. Tampoco era un curso más. Se trataba ni más ni menos de una opción de vida.
Se comenzaba a transitar por otros caminos que determinaban un cambio radical de todo lo hasta entonces conocido y vivido. Para cada uno de los jóvenes comunistas el cambio era muy drástico y complejo de asimilar, pues implicaba abordar una nueva forma de pensar, de analizar, y enfrentar los fenómenos de la realización personal, de la vida, de la conciencia.
Por el rigor de la preparación los tiempos libres eran escasos y los vínculos o relaciones con otros compatriotas se fueron restringiendo. En lo afectivo, desde el punto de vista familiar la distancia se agudizó mucho más. En la época de estudiantes, muy pocos familiares pudieron visitar a estos jóvenes en períodos de vacaciones, luego de hacer un esfuerzo sideral para llegar a la Isla. La comunicación regular por cualquier medio tradicional con los seres queridos era un imposible. La única vía era a través de cartas enviadas por terceros que tardaban meses en llegar.
Inicialmente se organizaron dos grandes colectivos según la especialidad. Uno era Tropas Generales; otro de Artillería. Las compañeras que inicialmente no habían sido contempladas en esta tarea, se sublevaron exigiendo su derecho a ser parte de este desafío; de esa forma su preparación continuó en los hospitales militares.
Con el tiempo, comienzan a incorporarse nuevos contingentes fundamentalmente desde el interior y se sumaron otros compañeros con preparación militar regular en Bulgaria. Se da inicio a una nueva etapa de la formación ingresando a las escuelas militares como cadetes Para varios compañeros ya mayores, esto constituyó un mayor desafío, el que asumieron estoicamente para adaptarse y convivir con un mundo juvenil con intereses, características e historias de vida muy distintas. En este nuevo ciclo, se comenzó a ampliar la formación incorporando especialidades de las fuerzas terrestres, la Marina y las carreras tecnológicas.
La intensa vida militar requería de grandes exigencias, como consecuencia de las amenazas constantes del Imperio hacia la Revolución. No se podían bajar los brazos y las FAR estaban en la primera línea de defensa y ello sólo era posible lograrlo garantizando una alta y permanente disposición combativa, la cual sólo puede alcanzarse mediante una intensa preparación combativa cuya responsabilidad recaía sobre los jefes de dichas unidades. Se vivía prácticamente en la unidad. Sin embargo, las limitaciones no fueron obstáculo para construir una vida plena. Familias, hijos y el gran acompañamiento de los compañeros y compañeras del Partido que semana a semana hacían grandes esfuerzos por agasajar a oficiales y cadetes en sus casas, trasformadas entonces en un refugio familiar.
En medio de una realidad absorbente, nuestra patria siempre estaba presente mediante la organización partidaria vigente en todos los colectivos, con información y discusión constante de la política del Partido y el acontecer de Chile. Al mismo tiempo, se desarrollaba una intensa labor solidaria con la lucha de nuestro pueblo al interior de los recintos militares: conversatorios, foros y diversas actividades conmemorativas.
Una vez convertidos en oficiales de las FAR, teniendo los mismos derechos y deberes de la oficialidad cubana, se asume el mando de pequeñas unidades en esta esfera tan sensible para cualquier Estado. Con gran orgullo, disposición, entrega y esfuerzo se asume y se responde dignamente a la confianza que la Revolución Cubana, los Partidos Comunistas de Cuba y de Chile y muy particularmente de Fidel (Castro) nos asigna.
Transcurridos cuatro años del inicio de la tarea se convocó a los oficiales para una tarea especial, planteada personalmente por Fidel. Se trataba de una posible participación en la misión internacionalista en la ofensiva final del FSLN en Nicaragua. Ello lo había solicitado el propio comandante en jefe a la dirección del Partido, cuya respuesta más adelante leyó y en sus contenidos esenciales se ordenaba cumplir con éxito la misión planteada. Resulta difícil describir con palabras la euforia y emoción de esos momentos.
Así nacía la brigada internacionalista, al mando de los oficiales comunistas chilenos y conformada por combatientes de distintos orígenes políticos y nacionalidades. Destino: Frente Sur. Allí la Guardia Nacional de Somoza había concentrado sus fuerzas de élite y la guerra asumía un carácter diferente a la tradicional lucha guerrillera. El objetivo (era) dotar a las fuerzas sandinistas de un mayor poder de fuego, incorporando a la artillería como unidad independiente en manos del Estado Mayor del Frente Sur.
Al llegar al Frente Sur de inmediato se inicia el despliegue en el terreno y la organización de las fuerzas y los medios bajo el mando de un oficial comunista con una dotación de combatientes internacionalistas. En este contexto se cumplen exitosas misiones destinadas a la neutralización de los principales medios de fuego de la Guardia Nacional, tanto aéreos como terrestres.
Nuevos compañeros son incorporados a las principales columnas guerrilleras, en las escuelas de instrucción, órganos de defensa antiaérea y aseguramientos de retaguardia, asumiendo importantes responsabilidades a todos los niveles. Un rol especial jugaron las compañeras médicas, que cumplían su misión desde las distintas unidades desplegadas en el frente de combate y, pese a las condiciones precarias, respondían con coraje y profesionalismo, dando atención a los heridos y disponiendo su posterior traslado a lugares más seguros, desafiando el intenso y constante fuego de la artillería y aviación enemiga.
Con el triunfo sandinista, las unidades comenzaron a avanzar hacia Managua, en medio de los vítores de un pueblo que se reunía en cada poblado para saludar a los combatientes victoriosos, expresando y viviendo la alegría de un triunfo ante una feroz dictadura. En el campo de batalla quedaba la sangre de compañeros heridos y caídos que generosamente dispusieron sus vidas en la conquista de la libertad de un pueblo hermano. Edgardo Lagos Payo, Deisy Huerta…. Ellos permanecerán por siempre en la historia del Partido Comunista y en la memoria de nuestro pueblo (…)
Los militantes formados en Bulgaria, en conjunto con los recién egresados de las escuelas militares en Cuba, se integraron a los Batallones de Lucha Irregular (BLI), fuerzas especiales creadas para combatir las bandas criminales que, desde países vecinos y financiados por el Imperio, operaban en territorio nicaragüense, logrando una destacada y exitosa participación, en donde nuevamente las tierras de Sandino fueron sembradas con sangre de nuestros hermanos y compañeros…. Gloria eterna a nuestros héroes y mártires.
Con la gesta internacionalista se cierra una de las etapas más significativas de la formación militar, no tan solo por los éxitos combativos sino por el alto nivel político, ideológico y organizativo alcanzado. La experiencia vivida nos demostró que sólo el colectivo con disciplina y humildad es capaz de superar las individualidades.
En reconocimiento al rol jugado, el Consejo de Estado de la República de Cuba otorgó la Medalla Combatiente Internacionalista de primera clase y el Ministerio de las FAR ascendió al grado superior a todos los oficiales comunistas y socialistas chilenos. Por su parte, el Partido fue incorporando a sus cuadros militares cada vez más a las discusiones relacionadas con su política militar, a través de eventos especiales como seminarios y la elaboración de diversos planes y documentos.
Con el desarrollo y la agudización de la lucha en el interior de Chile, a partir de las grandes movilizaciones realizadas con las primeras protestas populares, el aporte y la entrega de los combatientes y militantes, que incluso sin formación en muchos casos desplegaban el combate a la dictadura, con todo aquello, se abría un nuevo escenario de resistencia (…)
De esta forma la dirección del Partido decidió la incorporación de un grupo de 5 compañeros oficiales al interior del país. Entre ellos, quien fuera el máximo jefe del FPMR, Raúl Pellegrin. El rol de la inolvidable compañera Gladys y de Guillermo Tellier fue determinante en este nuevo paso. Este pequeño grupo se alzaba como representante de un gran colectivo. Los hechos a corto andar así lo reflejaron y constituyeron un gran aporte organizativo y combativo en la implementación de los primeros pasos de la Rebelión Popular. Luego se fueron sumando nuevos combatientes que asumieron diferentes responsabilidades políticas y militares en las distintas estructuras partidarias, junto a cientos de militantes del interior. Contribuyeron así al desarrollo e implementación de la lucha tanto desde el Trabajo Militar de Masas como desde el FPMR, concibiendo lo militar como un instrumento de la acción política íntimamente vinculado a la movilización del pueblo.
En este largo camino de 50 años queda la huella imborrable de aquellos que un día de abril se pusieron la camisa verde olivo sobre la amaranto, y desde la clandestinidad enfrentaron con coraje la prisión, la tortura y no dudaron un instante en dar la vida por una nueva sociedad.
Estas banderas no pueden ser solo parte de un pasado glorioso deben volver a ondear en un presente y futuro. Que este homenaje sea el inicio de un nuevo camino.
Honor y gloria a esos patriotas que viven por siempre en la memoria de nuestro pueblo.
Hoy como ayer los jóvenes de nuestra tierra, desde diferentes trincheras políticas, desde diferentes orgánicas y desde el mundo social, se preparan para nuevas batallas con el ejemplo de la Victoria de Playa Girón, por detener el avance de las políticas más reaccionarias que asolan al Continente y el mundo con la pasión y la conciencia de seguir “sembrando esperanzas para vencer”.
Un eterno agradecimiento.
Por siempre Cuba y Fidel en nuestros corazones.
Sergio Apablaza, Salvador